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Los desafíos para enfrentar el futuro después de la tormenta Opinión

Los desafíos para enfrentar el futuro después de la tormenta


El COVID-19 mantiene el mundo entero en suspenso. Prácticamente todos los países enfrentan la misma preocupación: proteger a su población y prevenir el colapso de sus economías.

Frente a esta pandemia, las medidas que buscan tomar los gobiernos van en la misma dirección, independiente de su capacidad económica: testeos y cuarentenas para evitar el colapso del sistema sanitario así como apoyo para empresas y personas afectadas por la disminución forzosa de las actividades comerciales e industriales.

Para combatir las consecuencias económicas de la crisis, el Gobierno Federal de Alemania promulgó en los últimos días un amplio paquete de medidas y regulaciones, como facilitar la opción de trabajo con horario reducido, un apoyo crediticio muy amplio para las compañías, especialmente las de menor tamaño y la posibilidad de diferir los próximos pagos de impuestos para que las empresas permanezcan líquidas. La Agencia Federal del Trabajo (BfA) aportará hasta el 60% de los salarios netos perdidos, si una empresa determina que sus empleados trabajen menos horas o suspende temporalmente por completo su funcionamiento.

Adicionalmente, el Gobierno Federal adoptó medidas integrales que incluyen 50 mil millones de euros para independientes y pequeñas empresas: las empresas con hasta 5 empleados recibirán 9.000 euros como pago único por tres meses, mientras que aquellas con hasta 10 empleados 15.000 euros. Estas son subvenciones no reembolsables.

Chile también busca adoptar un esquema de trabajo de horario reducido para contrarrestar potenciales despidos masivos de trabajadores, debido a la situación actual. El Gobierno promulgó la ley en apoyo a las familias y pymes del país que incluye una nueva capitalización del Banco del Estado por 500 millones de dólares, para aumentar y fortalecer la capacidad del organismo para otorgar créditos a las Pymes.

La combinación de crisis sanitaria y recesión económica constituye un desafío extraordinario, el mayor desde la segunda guerra mundial como lo dimensiona la canciller Angela Merkel.

La manera cómo lo enfrentaremos y nuestra capacidad de colaborar más allá de nuestras fronteras serán determinantes cuando se trata de limitar al máximo el daño para nuestros pueblos, uniendo fuerzas y aprendiendo el uno del otro. Vendrán, sin duda alguna, profundos cambios en nuestros hábitos y en la manera de producir y de convivir. Es hora de reflexionar al respecto, y prepararse para el futuro después de la tormenta.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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