Señor Director:
En febrero, y ante la reactivación de las movilizaciones, surgieron voces que apelaban por universidades que no fueran espacios militantes ni politizados y que por el contrario se enfocaran en realizar las clases correspondientes y las investigaciones necesarias para el país. Sin embargo, eso no ocurrió. Mientras nos enfrentamos a una pandemia que tensiona nuestro sistema de salud, las universidades además de instalar tele-educación vuelcan sus capacidades y recursos hacia el enfrentamiento del covid-19. Escudos faciales, ventiladores mecánicos, preuniversitarios y módulos de anexión para hospitales son parte de las acciones emprendidas por la comunidad universitaria. En resumen, una universidad militante en el resguardo de la salud y vida de las personas.
Ante la nueva información sobre los tiempos de propagación del coronavirus, es necesario comprender que las acciones realizadas no deben ser en clave de enfrentamiento sino de adaptación. El covid-19 llegó para quedarse. En esto las universidades también pueden ser militantes. Un ejemplo son las dinámicas de actividad física o deportiva que se han difundido para adaptarse a la cuarentena mediante la realización de rutinas con objetos presentes en el hogar. Estas rutinas se realizan por estudiantes de las ramas deportivas, profesores y profesionales de las universidades con enfoque para población joven y adulta, incluso para la tercera edad.
Lo que se viene no es novedad. El virus tendrá efectos importantes sobre la economía mundial y los bolsillos de las personas, obviamente, con distinto nivel de impacto. ¿Qué pasará cuando las personas tengan dificultades para adquirir los bienes básicos de consumo o para conectarse a Internet? ¿Qué tipo de militancia tomarán las universidades?
Sofía Baeza Barceló Consejera de Deportes Universidad de Chile
Javier Martínez Saa Vicepresidente Centro de Estudiantes de Ingeniería Universidad de Chile
Participantes de la cátedra UNESCO La Universidad Pública del Siglo XXI
