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Las encrucijadas electorales en la prospección presidencial Opinión

Las encrucijadas electorales en la prospección presidencial

Ibán de Rementería
Por : Ibán de Rementería Miembro de la Corporación Ciudadanía y Justicia y Vicepresidente de la Red Chilena de Reducción del Daño.
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El escenario presidencial próximo les está planteando variadas encrucijadas a algunos partidos y pactos políticos, estos son varios, pero los más críticos los tienen que enfrentar Revolución Democrática (RD) en el Frente Amplio (FA) y el Partido Socialista (PS) en la Unidad Constituyente.

La encrucijada del FA se está resolviendo con la salida de algunos partidos, parlamentarios y militantes de ese acuerdo político y pacto electoral, como son la renuncia de dos diputados a RN, uno al Movimiento UNIR y la salida del Partido Liberal de la coalición, junto con el abandono de otros dos diputados más, pero a la vez esas partidas van generando las condiciones para llegar al acuerdo político con el Partido Comunista (PC) y el Partido Regionalista Verde (PRV).

Por su parte, el Partido Socialista tiene que resolver una gran encrucijada. Si ese partido sigue en la alianza política y el pacto electoral de la Unidad Constituyente junto con el Partido por la Democracia (PPD), el Partido Radical (PR), la Democracia Cristiana (DC), el Partido Progresista y Partido Ciudadanos, este conglomerado pasa a la segunda vuelta liderada por la DC, encabezada por Orrego, si este gana la elección a gobernador por la Región Metropolitana. Todo esto de acuerdo con la información de identidad partidaria disponible, que hace presumir la intención de voto.

Por el contrario, si el PS va con el FA, el PC, los FRV y otros aliados, pasarían a la segunda vuelta con el candidato o la candidata que lleven, sea Jadue, Sánchez o Jiles. Esto es lo que produce zozobra tanto en la derecha como en la centroizquierda, la ex Concertación.

Asimismo, si en la segunda vuelta el candidato o la candidata de la Unidad Constituyente, con el Partido Socialista en ella, padeciera el síndrome de Guillier, es decir, una gran proporción de los votantes al FA, PC y sus aliados, en la primera vuelta y las elecciones parlamentarias, no irían a votar en esta segunda vuelta, entonces, ganaría la derecha como ya pasó en 2017. De igual manara como en los Estados Unidos de América muchos de quienes habían votado dos veces por Obama se negaron en 2016 a votar por Hilary Clinton, dándole así el triunfo a Trump.

Cierto es que si a la segunda vuelta fuese el pacto electoral del FA, el PC, el FRV, el PS y sus aliados, también se puede producir el síndrome de Guillier, ya que importantes electores de la DC y algunos del PPD y el PR tampoco irían a votar como ya lo hicieron en 2017, dándole así el triunfo a Piñera, y en la próxima elección presidencial al candidato o candidata de la derecha. Pero hay buenos antecedentes  para suponer que el síndrome de Guillier tendría un mayor impacto para la coalición de centroizquierda que para el pacto de la izquierda.

Pero, hasta aquí, estamos haciendo una prospección electoral solo considerando a un escenario con los tres tercios tradicionales de la política nacional –derecha, centro e izquierda–, suspendido durante los largos 27 años de la época binominal, no obstante, reinstalados los tres tercios, tanto por necesidades de la institucionalidad política nacional como por la irrupción del FA, rápidamente afloró un cuarto tercio, ya que así se comportó la DC tanto en la pasadas elecciones parlamentarias y presidenciales como durante el Gobierno de Piñera hasta el estallido social el 18 de octubre.

El quinto tercio ha aflorado desde el FA con la salida del Partido Humanista y otros, pero sobre todo por el ascendente liderazgo personal de Pamela Jiles, cuya propuesta para entregar un segundo 10% de los ahorros previsionales a sus aportantes, obligó al Presidente de la República a una gigantesca maniobra parlamentaria, constitucional y mediática para bajarle su alto perfil, con dos consecuencias claras: una elevación acelerada de la aprobación de Jiles y una caída vertiginosa de la misma para Piñera, hasta llegar con un 7% a ser la más baja de su gobierno y la historia reciente. Con esto, obviamente el fantasma del populismo recorre la política nacional.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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