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Lapidario informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático: implicancias para Chile   Opinión Crédito: Aton

Lapidario informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático: implicancias para Chile  

Frente a la evidencia del informe del IPCC, Chile debe actuar planificando adecuadamente el futuro con medidas de corto, mediano y largo plazo, partiendo por declarar el país en Emergencia Climática y diseñar un plan de inversiones tendientes a detener y/o minimizar el impacto de los eventos climáticos extremos que enfrentaremos a partir de ahora; generar un plan nacional de focalización de capacidades científicas, técnicas y de recursos, necesarios para conocer, entre otras áreas, las de mayor impacto de riesgos naturales, asociados a los efectos del cambio climático; y abordar la crisis hídrica que amenaza a los habitantes de las principales ciudades y las zonas agrícolas entre Copiapó y Chillán, entre otros.


El lunes 9 de agosto del año en curso, se ha publicado el último Informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés). Las conclusiones son abrumadoras.

El informe desgraciadamente confirma “inequívocamente” que la influencia humana ha calentado la atmósfera, el océano y la tierra. Se han producido cambios rápidos y generalizados en la atmósfera, el océano, las masas de agua congelada y la biosfera, y que se están observando cambios en el clima de la Tierra, en todas las regiones del planeta y en todo el sistema climático.

Los cambios implican que, definitivamente, hemos entrado en una fase de colisión entre la civilización global del Antropoceno y la naturaleza, que reacciona aumentando la entropía en aquellas regiones donde se ha perdido el equilibro. Inundaciones en Europa y Asia, incendios descontrolados, sequías brutales en los distintos continentes, derretimientos de los polos, aumento del nivel del mar, nevazones inesperadas, lluvia en mayores alturas, escasez de agua potable y desplazamiento de poblaciones son los fenómenos globales que experimentará el planeta de forma recurrente a partir de esta década. Esto implica que todos estos fenómenos ocurrirán en Chile, porque somos uno de los países más afectados por el calentamiento global.

Los cambios causados por esta civilización son equivalentes a aquellos observados en el registro geológico de los últimos 500 millones de años. De acuerdo a lo planteado por el Premio Nobel de Química Paul Crutzen, el año 2000, y ratificado por el Anthropocene Working Group, esta civilización global ha aumentado en varios órdenes de magnitud la erosión de los suelos y el transporte de sedimentos asociados a la urbanización y la agricultura; ha generado perturbaciones marcadas y abruptas de los ciclos de elementos como el carbono, nitrógeno, fósforo y varios metales, junto con nuevos compuestos químicos.

[cita tipo=»destaque»] Incendios descontrolados, sequías brutales en los distintos continentes, derretimientos de los polos, aumento del nivel del mar, nevazones inesperadas, lluvia en mayores alturas, escasez de agua potable y desplazamiento de poblaciones son los fenómenos globales que experimentará el planeta de forma recurrente a partir de esta década. Esto implica que todos estos fenómenos ocurrirán en Chile, porque somos uno de los países más afectados por el calentamiento global. [/cita]

Los cambios ambientales generados por estas perturbaciones, incluido el calentamiento global, el aumento del nivel del mar, la acidificación de los océanos y la expansión de las «zonas muertas» oceánicas, han gatillado cambios rápidos en la biosfera tanto en tierra como en el mar. El resultado es la pérdida de hábitat, depredación, explosión de poblaciones de animales domésticos e invasiones de especies; y la proliferación y dispersión global de muchos «minerales» y «rocas» nuevos, incluidos el hormigón y los plásticos, y la infinidad de «tecnofósiles» producidos a partir de estos y otros materiales.

Frente a esta evidencia, el país debe actuar planificando adecuadamente el futuro con medidas de corto, mediano y largo plazo. Como lo han planteado expertos y también políticos con criterio estratégico, el país debe, al menos, considerar las siguientes medidas.

  1. Declarar el país en Emergencia Climática y diseñar un plan de inversiones tendientes a detener y/o minimizar el impacto de los eventos climáticos extremos que enfrentaremos a partir de ahora.
  2. Generar un plan nacional de focalización de capacidades científicas, técnicas y de recursos, necesarios para conocer, entre otras áreas, las de mayor impacto de riesgos naturales, asociados a los efectos del cambio climático.
  3. Abordar la crisis hídrica que amenaza a los habitantes de las principales ciudades y las zonas agrícolas entre Copiapó y Chillán. La información indica que se debe cambiar la estrategia de construcción de embalses basados en la historia pluviométrica de los Andes del siglo pasado. Considerando la nueva realidad climática, debemos evaluar alternativas como la desalinización masiva de agua de mar. Esto debe significar también un plan nacional de gestión integrada de cuencas hidrográficas, para asegurar el agua potable y de regadío para la población futura y mantener una superficie mínima para uso agropecuario y forestal.
  4. Precisar la estrategia para descarbonizar nuestra economía y abandonar los combustibles fósiles con un plan multisectorial que involucre a toda la sociedad. Esto implica gravar las emisiones de CO2 de acuerdo al impacto que ello genera en la naturaleza y diseñar planes de investigación e inversión para maximizar el uso de fuentes de energía alternativas a los combustibles fósiles.
  5. Política nacional para el financiamiento de iniciativas en las áreas de ciencia, prevención y mitigación de los efectos del cambio climático a lo largo del territorio. Esto se puede hacer aumentando el gravamen a las fuentes contaminantes y, con esto, darles consistencia a los objetivos y metas que como país nos propongamos.
  6. Plan nacional de gestión de los recursos pesqueros para asegurar una explotación sustentable de este recurso, asegurando su disponibilidad para las próximas generaciones.
  7. Plan nacional de preservación de los hábitats terrestres, marinos, de agua dulce y aéreos que existen hoy en el país.

Un plan nacional integral que incluya como mínimo las áreas mencionadas, con objetivos, plazos, recursos, responsables y metas, significará poner a disposición de las comunidades y autoridades regionales una herramienta de gestión integral, preventiva, que permitiría focalizar recursos, mitigar los impactos del cambio climático y evitar la pérdida irreversible de nuestra biodiversidad y, también, de vidas humanas.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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