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Currículum de un ser amarillo Opinión

Currículum de un ser amarillo


Tener alrededor de 50 años o más. Haber vivido los últimos 30 años sin ningún tipo de zozobra económica o material. En las últimas décadas haber participado de algún directorio empresarial, o haber tenido un cargo de alta responsabilidad, sea público o privado. En su mayoría hablar más de algún idioma. Ser constantemente invitado a eventos o exposiciones sociales. Aunque no lo pidan o parezcan, vivir y buscar ser aplaudidos. Tener vivo en la memoria el trauma del dolor provocado por la dictadura, a familiares, amigos y cercanos. Disfrutar y acceder a todo tipo de arte. Libre acceso para los buenos vinos y buenas comidas. Tener pinta de escribas, y alma de fariseo.

Un amarillo dice saber de lo justo, pero ignora las verdaderas injusticias de la vida, como ser pobre, nacer en una población dominada por el narco, no tener ningún tipo de contacto —de lo que habitualmente llaman red—  ser aspirante de la ilusa idea de acceder a una meritocracia mitológica que en la realidad se asemeja a vivir buscando las sobras que por casualidad o por hobby se desprendan de alguna reunión de poder. Para ser de este tipo de amarillo, se debe viajar y aprender de otras culturas. Se debe también tener un cierto linaje. Poseer en su mayoría al menos un apellido rimbombante o foráneo. Vivir la mayoría de la vida entre papers y libros diagnosticando una realidad alterna que jamás han vivido. Escandalizarse con las actitudes del bajo pueblo. Decir lo que es ser estúpido y dictar lo que es ser lúcido. Decirse preocupados por los destinos de un país que ha sido extremadamente generoso con ellos mismos.

Tener la capacidad de escribir manifiestos con la verdad. La verdad revelada, dictada y consensuada desde el púlpito cargado de mentes intelectualmente brillantes abultadas del fruto de la acumulación de privilegios. Declararse con temor por cómo un grupo de personas desprovistos de todo lo anterior puede discutir o decir qué es mejor para la realidad de la cual de ahí mismo provienen y viven.

Ser de este tipo de amarillos es nunca haber realizado una cola de más de 10 horas en un centro de salud familiar. Es nunca haber sido discriminado por sus apellidos, color de pelo o estatura. Es estar en verano sin derecho a vacaciones. Es tener calor y bañarse con la abertura de un grifo. Es vivir en una casa con paisaje de asfalto, sin árboles y sin escuchar pájaros. Ser amarillo en definitiva es no tener idea de lo que significa vivir en el Chile que claramente no han visto nunca. Ese Chile está lejos de ser el armonioso paisaje que probablemente ven desde sus ventanas al comenzar el día. Ese Chile está más teñido de un gris colorado por la vergüenza que significa el que millones no tengan la calidad de vida de un par de cientos de miles que se contentan en ser silenciosos y amarillos.

La soberbia se mezcla con la arrogancia, se viste en harapos de oveja, pero actúa con afilados colmillos y uñas defendiendo lo que reclaman por derecho mayormente adquirido. Todo esto no es más que como por siglos se ha dicho: “Guías ciegos, que colaís el mosquito y tragaís el camello”.

Un poco de pudor antes de determinar lo que es bueno o no para un país que ni siquiera conocen.        

  

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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