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Entre lobos

Por: Maximiliano Donoso Gamboa.


Señor Director:

Las últimas jornadas han estado marcadas por el linchamiento de un joven en confusas circunstancias, al parecer este huía de unos asaltantes y al tratar de refugiarse en una casa, fue confundido con un delincuente y posteriormente fue golpeado hasta la muerte.

Hechos de esta índole nos ponen en jaque como sociedad, nos remontan a lo primitivo, a lo salvaje, a lo bárbaro. ¿Qué pasa con el Estado de Derecho, la más patente traducción de la civilización tal como la conocemos?

Claramente son muchos los factores que podrían esgrimirse para explicar esta lamentable situación: falta de confianza en las instituciones policiales, populismo penal, miedo exacerbado infundido por los medios de comunicación, etc.

De esta manera, pareciera que se regresa a lo que John Locke denominara Estado de Naturaleza, es decir un estado en que los seres humanos se encuentran fuera del pacto social en virtud del cual los ciudadanos entregan el monopolio de la fuerza al Estado.

Nos encontramos en tiempos turbulentos en lo que a lo institucional respecta. Las instituciones deben legitimarse, esto es, deben justificarse a los ojos del pueblo. Hoy el sistema policial y judicial adolece de una serie de defectos que han ido alimentando una sensación generalizada de inseguridad y de falta de confianza, lo que a su vez ha llevado a poner en tela de juicio a la heterotutela como forma de resolución de conflictos, llegando a los extremos que hoy nos impactan por la brutalidad y la poca reflexión de las personas en su actuar.

Si seguimos viendo al hombre como un lobo, si seguimos pensando en la violencia para combatir la violencia, situaciones como la comentada seguirán pasando y harán temblar los cimientos de la convivencia pacífica entre los hombres. Tal como decía un viejo autor ruso “se comprende fácilmente que, sin respeto, simpatía ni apoyo mutuo, la especie degenera”.

 

Maximiliano Donoso Gamboa.

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