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La urgencia de contar con una perspectiva de género para enfrentar la crisis hídrica Opinión

La urgencia de contar con una perspectiva de género para enfrentar la crisis hídrica

Isaura Becker Rodríguez y Macarena Salinas Camus
Por : Isaura Becker Rodríguez y Macarena Salinas Camus Autoras del libro "Guardianas del Agua (in) seguridad hídrica en la vida de las mujeres".
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En el marco del día mundial de la tierra, conmemorado cada 22 de abril, se realiza la invitación a restaurar los ecosistemas y concientizar a la población sobre el impacto que ha tenido la actividad humana en el entorno. De estos impactos, la crisis hídrica ha afectado gravemente a nuestro país, resultando urgente resolver las necesidades de acceso al agua de los hogares y las comunidades. Para llevar a cabo esta tarea, contar con perspectivas de género en los planes, políticas y programas es indispensable, o corremos el riesgo de reproducir las desigualdades existentes.

Recientemente se dio a conocer a la opinión pública el plan solicitado por la Gobernación Regional Metropolitana con el fin de tener un protocolo de racionamiento de agua en el contexto de la aguda crisis hídrica que ha afectado a los ríos Maipo y Mapocho. Dentro de las medidas se consideran desde campañas de difusión para el ahorro de agua, hasta cortes programados de máximo 24 horas cada doce, seis o cuatro días dependiendo del déficit de agua por cubrir. Sin embargo, esto es solo un ejemplo de las diversas medidas que se proponen para hacer frente al escenario de creciente escasez hídrica que vive el país, y que nos hace encender las alarmas, ya que es importante no perder de vista ciertos elementos a considerar a la hora de diseñar protocolos, políticas y programas.

Los movimientos ambientales y la comunidad científica especializada en temas de justicia ambiental, han señalado que los impactos que trae la crisis climática no se distribuyen de manera equitativa entre toda la población, por lo que las asimetrías relacionadas al nivel socioeconómico, la etnicidad, el lugar donde habitamos o el género juegan un papel determinante en las capacidades y en los roles que cada individuo toma para adaptarse a los nuevos escenarios. Algo que debemos resaltar de las medidas que proponen los organismos públicos, es la ausencia de una mirada de género para abordar la crisis hídrica. Lo anterior resulta problemático, ya que considerar cómo el género influye en los roles, derechos y responsabilidades asociadas al agua es una cuestión fundamental, de lo contrario corremos el riesgo de que las políticas contribuyan a exacerbar las desigualdades existentes. Por dichas razones en esta columna presentamos algunos antecedentes que pueden alertarnos sobre los impactos que tiene la disminución del suministro de agua en la vida cotidiana de las mujeres, para tener en cuenta estos elementos a la hora de proponer soluciones.

En relación al vínculo entre género y agua, es conocido en el mundo que de todas las colectividades afectadas por las desigualdades de género son las mujeres quienes suelen involucrarse en el suministro y gestión de este bien común. Esto se debe a los roles de género tradicionales, donde las mujeres se encargan principalmente de las labores domésticas y de cuidado. Chile no es ajeno a esta realidad, ya que según Fundación Sol, en el país las mujeres destinan aproximadamente 41 horas semanales a estas tareas, que requieren de agua para su ejecución. Por lo tanto, cuando nos enfrentamos a un escenario de escasez hídrica, son las mujeres las que principalmente se encargan de cubrir las brechas de acceso al agua, por lo que forjan una relación estrecha con el agua en su cotidianidad, siendo más susceptibles a sus impactos.

En el libro “Guardianas del Agua: (in)seguridad hídrica en la vida cotidiana de las mujeres», abordamos las consecuencias que trae la escasez hídrica a los hogares a través de los testimonios de más de 30 mujeres que se encuentran ubicadas desde la región de Coquimbo hasta el Maule. En este sentido, nos encontramos que pese a la diversidad de contextos, existe un relato común, y es que las mujeres dan cuenta de una transformación completa de sus vidas, pues invierten más horas de su tiempo a las labores domésticas, ya que a las tareas habituales se suman otras como acarrear agua, arreglar la infraestructura doméstica o reutilizar aguas grises, lo que a su vez tiene efectos en la salud física y mental. Respecto a esto, sufren dolores musculares en la espalda, brazos y manos por el desplazamiento y distribución del agua al interior de sus hogares. Del mismo modo, viven en constante incertidumbre respecto a la calidad o continuidad del abastecimiento, por lo que la rabia, pena y estrés son sentimientos que con frecuencia sienten las mujeres afectadas por la escasez hídrica. Toda esta situación impacta además la autonomía económica de las mujeres y sus familias, quienes deben destinar recursos para comprar agua purificada o realizar arreglos domésticos. Cabe destacar que esta situación se vuelve crítica en contextos rurales, donde además se ve limitada la agricultura de subsistencia de las familias, suprimiendo economías locales y los modos de vida campesinos.

Sin embargo, “Guardianas del Agua” nos invita no sólo a analizar la posición de las mujeres como un actor vulnerable, sino que también a reconocer en ellas sus experiencias y conocimientos, así como su capacidad de respuesta y de acción orientada al trabajo colectivo. Como señaló Jessica Olivares de la comuna de Combarbalá en el lanzamiento del libro, recibir una dotación inadecuada de agua “no nos permite tener un derecho que es humano, cuando el agua la debemos calentar, trasladar o reciclar si necesitamos o queremos tener alimento y un jardín” añadiendo que existen otras alternativas al racionamiento como “el manejo sustentable de la tierra a partir de la reforestación, la zanjas de infiltración para fortalecer la humedad del suelo y alimentar las napas o fortalecer la gobernanza del agua a nivel local, regional y nacional”. Además, en dicha instancia Pamela Poo de la Fundación EcoSur enfatizaba en que “esta situación debe considerar políticas públicas de verdad, y eso significa que los proyectos que vayan a acomodar la legislación que emane de la Constitución se hagan abordando una visión de género, porque las mujeres van a ser las más afectadas en torno a la crisis que estamos viviendo”.

En el marco del Día Mundial de la Tierra, se realiza nuevamente la invitación a restaurar los ecosistemas y concientizar a la población sobre el impacto que ha tenido la actividad humana en el entorno. En este sentido, los esfuerzos domésticos e individuales son importantes para promover el cuidado al agua y a la naturaleza. Sin embargo, no son suficientes para resolver el problema de fondo. Aun cuando este plan puede ser paliativo al corto plazo, es necesario un plan de gestión que tenga una visión sistémica de la problemática, de manera que resuelva las inequidades de acceso al agua tomando en cuenta las perspectivas de género, y otras asimetrías que afectan la capacidad de los usuarios para acceder a un derecho humano esencial para la vida.

La transversalización de género es el camino hacia donde deben transitar las propuestas a la crisis hídrica, por lo que es fundamental que esta estrategia sea incorporada en las políticas, programas y proyectos a diferentes escalas, para que en efecto, toda la población pueda verse beneficiada de igual manera, y también, podamos dar cuenta de nuevas perspectivas y soluciones al incorporar otros conocimientos. Para conseguirlo, es necesario adoptar una serie de medidas como el fortalecimiento de las capacidades en materia de recopilación, evaluación y desglose de datos, contar con equipos interdisciplinarios para evaluar las distintas dimensiones de este problema tan complejo, considerar presupuestos que sean sensibles al género e incorporar capacitaciones con el fin de empoderar a las mujeres y otros grupos excluidos, impulsando su participación en la toma de decisiones. Sabemos que no es una tarea exclusiva ni esencial de las mujeres el cuidado del planeta, pero sin duda tomar en cuenta sus experiencias, así como también la de otros grupos invisibilizados como las diversidades sexuales y étnicas, permite no perder de vista las necesidades cotidianas y urgentes, así como también proponer soluciones más adecuadas a los contextos locales y a las necesidades de las comunidades.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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