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¿Y si dolarizamos? Opinión

¿Y si dolarizamos?


Una de las variables claves de la economía es el tipo de cambio. Con el dólar a luca se ha llegado a un nivel sicológico en el cual hasta el más neófito toma conciencia de que “algo anda mal”.

Recuerdo que por allá por el 2010, la preocupación era por el tipo de cambio demasiado bajo. Se decía que no favorecía el “modelo exportador” (entre paréntesis, el modelo correcto no es ni exportador ni importador; es un modelo de apertura comercial). Fue tanta la angustia (principalmente del sector exportador) que se llegaron a escribir cartas o comentarios que sugerían hasta modificar la Constitución para revisar la autonomía del Banco Central (BC). Se decía que la no intervención del Central perjudicaba a la mayoría de los chilenos. Hago un segundo paréntesis acá, que da para otra columna: era común leer en aquellos tiempos argumentos a favor de un dólar alto (es decir, nuestra moneda depreciada), porque era “competitivo”. Argumentos más contables que económicos.

En fin, hoy se repite la historia pero con el dólar a la inversa. Creer que una  intervención del BC puede ser sustentable y efectiva en un país abierto al exterior es una quimera. Luchar contra las fuerzas del mercado cambiario mundial puede ser equivalente a apagar un incendio con un chorrito y manguera de jardín. Lo peor: luchar contra ellas no es gratis y muchas veces resulta en pérdida de plata neta. Adivine quién paga.

Ahora bien, una cosa es sugerir intervenir el tipo de cambio y otra muy distinta, y extrema, es querer quitarle autonomía al BC. Este último proceso bien podría ser paulatino según sea el grado de polarización e ideología de moda.

Antes de discutir las ventajas y desventajas de la dolarización, conviene tener presentes algunos puntos:

  • Más que el tipo de cambio nominal (TCN, paridad peso-dólar), lo que realmente importa es el tipo de cambio real (TCR), el cual tiene que ver con una canasta de monedas relevantes ajustadas por poder adquisitivo.
  • De la definición del TCR como el ratio entre TCN*inflación externa/inflación interna, se desprende que la relación entre el precio de bienes transables y el precio de bienes no transables apunta directamente al capital humano local.
  • En nuestra economía, el sector no transable es preponderante, y lleva las riendas en la creación de empleo. El principal precio no transable es el capital humano del país.
  • En condiciones normales, es decir, sin distorsiones internas o externas de corto plazo de tipo “puntuales” (léase problemas geopolíticos particulares, pandemias, trabas específicas al comercio internacional, catástrofes, conflictos internos, etc.), y con políticas económicas “correctas”, lo que se debería esperar es que el capital humano de nuestro país se vaya revalorizando y, por lo tanto, el TCR debería mostrar una caída. ¿Y el tipo de cambio nominal? Probablemente también. Nos alejaríamos de la luca por dólar. Moneda local fuerte. Cortes de pelo más caros (servicios en general).
  • El siguiente gráfico muestra la evolución que ha tenido el TCR (fuente: Banco Central).
        • El índice a mayo 2022 fue 109,98. Es muy probable que el índice de julio 2022 sea bastante más alto. Estamos a un nivel similar del de finales de la década de los 80 y principios de los 90.
        • En noviembre de 1990 el índice TCR fue 115,19; es interesante notar que a partir de dicha fecha el TCR fue permanentemente cayendo hasta octubre 1997 (índice 75,27), previo a la crisis asiática.

      Dicho lo anterior, ¿y si dolarizamos?

      Sustituir la moneda local en todas sus funciones por el dólar como moneda oficial de curso legal tiene aparejado renunciar a la política monetaria (desventaja), pero permitiría ligar la inflación local a la externa (ventaja). Dado el contexto actual, la idea no parece tan descabellada; y, de paso, se generaría un grado de certidumbre para los distintos agentes, los cuales tomarían sus decisiones sobre la base de una moneda dura. Si tenemos una visión pesimista de un país donde, en la práctica, no se puede descartar ninguna locura, una probabilidad mínima de amenaza real a la autonomía del BC reforzaría la idea de dolarizar la economía.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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