Opinión
El resultado del plebiscito dejó varias conclusiones y tareas pendientes al país. Pero más allá de la política y el futuro de los sectores económicos más tradicionales, un debate que debe continuar es el de la propiedad intelectual, materia que se instaló durante la constituyente, sin prosperar en su texto final.
En Chile y el mundo, los mecanismos para el resguardo de la propiedad intelectual han sido clave para que miles de creadores hayan podido desarrollar y explotar sus ideas, al otorgarles un resguardo para poder vivir de ellas, generar negocios y buscar ser parte del patrimonio cultural de cada país.
Según datos de Corfo, en Chile hoy existen 45 mil empresas dedicadas a la economía creativa, registrando ventas durante 2020 por 274 millones de UF (casi US$ 10.000 millones), donde lo más interesante es que su contribución económica no se restringe a su propio sector, sino que también aportan –indirectamente– a la educación, transporte, comercio, turismo, salud, entre otros.
Sin embargo, para potenciar estos resultados, y convertir a Chile en un exportador de ideas, el primer paso es profundizar en la propiedad intelectual, avanzando hacia una mayor institucionalidad en la materia, que entregue herramientas que permitan potenciar los bienes creativos, valorizarlos y proyectarlos a futuro, equilibrando el interés de los innovadores y el interés público.
Porque, lamentablemente, en el ámbito publicitario hay una creencia de que las ideas son de quien las compra, y no hay una consciencia de que esta no vale lo mismo cuando está en el punto cero que cuando está inmersa en el mercado generando crecimiento. Por lo tanto, un punto a tener en consideración es que el creador debería tener acceso a los réditos a futuro.
Lo anterior, además, está en línea con lo que ha señalado la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) de Naciones Unidas, de la cual Chile es parte, y que señala que el sistema de propiedad intelectual procura fomentar un entorno propicio para que prosperen la creatividad y la innovación, entendiendo que las ideas o creaciones son parte de los activos inmateriales que impulsan la rentabilidad de una empresa o una institución.
Porque durante los últimos meses se ha mostrado voluntad de proteger la propiedad industrial, aquella que dice relación con los objetos y las invenciones, pero desafortunadamente la propiedad intelectual no se entiende como un activo inmaterial del país, que tiene derechos a proteger y a gestionar en pos de las obras y sus creadores, mediante una regulación más moderna, que se adapte también a la irrupción de las plataformas digitales.
En estos tiempos donde tenemos que seguir poniéndonos de acuerdo en cómo seguir avanzando en los cambios que Chile necesita, y donde todavía queda mucho paño que cortar, creemos que la propiedad intelectual tiene que estar en el debate y entenderse como un mecanismo para el desarrollo del país.
