El alumbrado público, por ejemplo, produce 85 mil toneladas de CO2 por año a nivel global y sólo el 25% usa tecnología LED. Se suma que el alumbrado público consume el 15% del total de la energía producida en el mundo.
Es interesante seguir el debate en el congreso sobre electromovilidad actual. La meta está puesta en reducir emisiones de CO2 y, para eso, el foco se ha instalado en potenciar los autos eléctricos en el país. ¿Pero qué más podemos hacer por ayudar al planeta?
Según las cifras más actualizadas del Banco Mundial, América Latina y el Caribe han bajado sus emisiones de CO2 desde 2014 a 2019. En contraposición, Chile las ha aumentado en ese periodo.
Por ende, si el foco de la electromovilidad y del gobierno es reducir emisiones de CO2, hay que sumar más acciones. El alumbrado público, por ejemplo, produce 85 mil toneladas de CO2 por año a nivel global y sólo el 25% usa tecnología LED.
Por ende, vale preguntarse, ¿cuál es el rol del mismo Estado, de la industria y los privados en reducir las emisiones de CO2? Se suma que el alumbrado público consume el 15% del total de la energía producida en el mundo.
Los gobiernos locales, regionales y centrales buscan aumentar la capacidad de alumbrado público porque aporta en la seguridad y calidad de vida de nuestros vecinos y familias. Eso es un beneficio social gigantesco. Entonces, es un deseable avanzar en alumbrado público, pero se puede conseguir reduciendo las emisiones de CO2, descarbonizando la energía que alimenta dicha luz que favorece en la seguridad de tantos.
Debemos hablar de alumbrado público solar (APS). De forma contundente, ya se usa en más de 70 países de Europa, África, Asía y América. Es una energía limpia, disponible y que puede tener una continuidad operacional de años. ¿Cuál sería el peor escenario? La noche más larga, durante un día que dispone de baja radiación solar, pero hoy se ha avanzado para ajustar todo sin caídas ni fallas.
Por eso, me atrevo a precisar que el cambio es más que electromovilidad: es colaboración, es inclusión, es información. Finalmente, es sumar al debate otras opciones que ayudarán a conseguir la meta de reducir las emisiones de CO2 en Chile y el planeta. Si no, sería una acción concreta para una industria particular, loable, de alto impacto positivo para el medioambiente, pero se estaría perdiendo la oportunidad de ir por más.
Es el momento de conversar y profundizar en más soluciones, en frentes diversos y mantener abierto el diálogo público-privado. Más aún cuando de alumbrado público se trata, es el mismo aparato estatal el que puede partir con un ejemplo de clase mundial, extrapolable a otros.