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¿Una vacuna contra la pobreza? Opinión

¿Una vacuna contra la pobreza?

Raúl Perry
Por : Raúl Perry Jefe de Programas Fundación San Carlos de Maipo.
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Quizás podamos hacer algo por quienes están hoy en pobreza, pero sabemos que como sociedad aún estamos al debe. ¿Qué pasa si sumamos al desafío, no solo esta generación, sino todas y cada una de las que vendrán? ¿Cómo afrontamos esta enorme deuda? Tenemos que contar con una “vacuna” para la pobreza, y esta la encontramos en los programas preventivos como los mencionados, en dotar a nuestras familias de nuevas habilidades que realmente permitan que recuperemos la “copia feliz del edén” y dejemos atrás la tierra de las oportunidades desperdiciadas.  


Un poco perdido en nuestro panorama nacional pasa el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. Cada 17 de octubre se conmemora lo ocurrido en 1948, cuando más de 100.000 personas se reunieron para rendir homenaje a las víctimas de la pobreza extrema, la violencia y el hambre y proclamaron a la pobreza como una violación de los derechos humanos.

Sin lugar a dudas que debemos encontrar una manera de restituir el derecho vulnerado que enfrentan cotidianamente tantos compatriotas y habitantes de nuestro mundo. La invitación que, como Fundación San Carlos de Maipo nos gustaría hacer, es a cambiar el enfoque y dar una vuelta que permita remirar este enorme desafío: ¿podemos ver el problema de la pobreza como un problema de salud pública?

[cita tipo=»destaque»]La Fundación San Carlos de Maipo ha hecho esfuerzos por traer a Chile una oferta programática con evidencia como Familias Unidas o PMTO, programas que, en menos de 12 semanas, permiten a las familias adquirir las habilidades para sortear el desarrollo de sus niños, niñas y adolescentes sin que caigan en esas trampas.[/cita]

Para enfrentar la pandemia, la sociedad recurrió a la evidencia y a la ciencia para encontrar una intervención que fuese capaz de prevenir el impacto del mal. Si bien también hubo un fuerte desarrollo en torno a los mecanismos para resolver los problemas de quienes ya estaban afectados, fue la vacuna la que transformó la realidad y nos devolvió a la convivencia. Prevenir, y no curar, se volvió la manera en la que como población recuperamos la normalidad.

¿Podemos prevenir la pobreza? Podemos dotar a nuestra sociedad de oportunidades para el desarrollo, y “emparejar la cancha” para que todos y todas puedan gozar de ellas, pero estas no podrán ser aprovechadas si la violencia, la delincuencia, el consumo de drogas, los embarazos adolescentes, la deserción escolar, arrasan con cada generación de chilenos y chilenas. En ese sentido, la Fundación San Carlos de Maipo ha hecho esfuerzos por traer a Chile una oferta programática con evidencia como Familias Unidas o PMTO, programas que, en menos de 12 semanas, permiten a las familias adquirir las habilidades para sortear el desarrollo de sus niños, niñas y adolescentes sin que caigan en esas trampas. Esta oferta nos aporta nuevas luces sobre cómo avanzar en la erradicación de la pobreza: desde la disminución en el consumo inicial de alcohol y drogas, que permite Familias Unidas (a tres años de su implementación), al impacto en el incremento del ingreso económico de las familias, que se ha documentado a nivel internacional en los estudios sobre PMTO, 9 años después de aplicado. Eso sí, aún el desafío de cobertura es enorme. ¿Qué hubiera pasado si solo hubiésemos vacunado al 1% de la población?

Quizás podamos hacer algo por quienes están hoy en pobreza, pero sabemos que como sociedad aún estamos al debe. ¿Qué pasa si sumamos al desafío, no solo esta generación, sino todas y cada una de las que vendrán? ¿Cómo afrontamos esta enorme deuda? Tenemos que contar con una “vacuna” para la pobreza, y esta la encontramos en los programas preventivos como los mencionados, en dotar a nuestras familias de nuevas habilidades que realmente permitan que recuperemos la “copia feliz del edén” y dejemos atrás la tierra de las oportunidades desperdiciadas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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