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Seamos parte de la solución, más que del problema Opinión

Seamos parte de la solución, más que del problema

Karen Rauch
Por : Karen Rauch Directora de Fundación Camiseteados.
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Muchas veces ocurre que no somos nosotros quienes vivimos o identificamos el problema, pero sí podemos ser los llamados a resolverlo. Ese es precisamente el rol de los agentes de cambio, personas con facilidad para resolver conflictos y que a lo largo de la historia han sido fundamentales para la generación de respuestas transformadoras. Porque, cuando somos capaces de ponernos en el lugar del otro, incluso en entornos que no conocemos de primera mano, cuando empatizamos y pensamos ‘aquí pasa esto, podríamos hacer esto otro’, y luego decidimos concretarlo, nos convertirnos en los “hacedores” de una respuesta: en parte de la solución.


Vivimos tiempos desafiantes y llenos de cambios, donde cada día aumenta el temor ante lo que pueda venir y el no contar con las herramientas suficientes para enfrentarlo. La exclusión, las carencias, las brechas y la falta de oportunidades hoy son motivo de angustia para miles de personas. Así lo demuestran los resultados generales del Informe Mundial de la Felicidad 2022 publicado por Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y que considera a 150 países.

Pero, al mismo tiempo, algo positivo está ocurriendo a nivel global: el estudio registra un aumento en las tres formas de benevolencia investigadas. La donación a la caridad, ayudar a un extraño y el voluntariado han mostrado alzas en relación con antes de la pandemia en distintas regiones del mundo.

Quizás estamos comprendiendo poco a poco que una manera efectiva de resolver los problemas es cambiar el enfoque, tomar una actitud proactiva y afrontarlos directamente. Así no solo disminuye la ansiedad, sino que también aprovechamos nuestras habilidades. Veámoslo de esta manera: a mayor cantidad de problemas, mayor cantidad de potenciales soluciones que podemos descubrir.

Muchas veces ocurre que no somos nosotros quienes vivimos o identificamos el problema, pero sí podemos ser los llamados a resolverlo. Ese es precisamente el rol de los agentes de cambio, personas con facilidad para resolver conflictos y que a lo largo de la historia han sido fundamentales para la generación de respuestas transformadoras. Porque, cuando somos capaces de ponernos en el lugar del otro, incluso en entornos que no conocemos de primera mano, cuando empatizamos y pensamos ‘aquí pasa esto, podríamos hacer esto otro’, y luego decidimos concretarlo, nos convertirnos en los “hacedores” de una respuesta: en parte de la solución.

Ser protagonistas de la solución se vuelve así en algo gratificante, sobre todo cuando cada día el individualismo prima por sobre lo colectivo. Contribuir a algo más grande que uno mismo es algo que llena de satisfacción. Cuando los niveles de soledad y aislamiento crecen entre las personas, hacer algo con otros y para otros nos hace sentir valorados, incluso necesarios. Hasta pasar al bando de la solución cuando antes solo hemos sido parte de la queja ya implica una revolución, porque nadie espera que quienes ‘solo se quejan’ hagan algo disruptivo.

Un ejemplo concreto: En el desierto de Atacama, Juan Pablo Astudillo solo veía desierto y poca preocupación de su comunidad por contar espacios más verdes. Motivado por este problema, decidió plantar árboles en medio del desierto. Tres años después, la localidad cuenta con 270 especies e incluso un vivero. Una solución que, como él dice, entrega la satisfacción de mantener la transformación de la comunidad incluso cuando él ya no esté, porque se convirtió en un ecosistema que existe por sí mismo, y es cada día más potente.

Ser testigos del impacto que generan los cambios positivos, especialmente cuando la situación previa era desmotivante, es algo que no tiene precio. Ojalá podamos todos desarrollar esta habilidad y, a la hora de abordar los problemas, tengamos el coraje de contemplar la situación desde fuera y ser creadores de nuevas soluciones.

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