Opinión
Los formatos virtuales han ganado un terreno importante para la formación de posgrado, la oferta y la demanda crece cada día a nivel regional, nacional e internacional; sin embargo, realizar y avanzar en una formación de capital humano avanzado de calidad, requiere de condiciones mínimas y altos estándares que garanticen el aprender en el siglo XXI y después de una pandemia que ha cambiado todos los parámetros.
Ante un nuevo periodo de convocatorias para los programas de posgrado a nivel nacional para el año académico 2024, cabe preguntarnos ¿Cuáles son los desafíos que de aquí en adelante se presentan para los posgrados en un contexto de postpandemia?
Durante 2022, ya en camino de superación de la crisis sanitaria por Covid-19, las instituciones de educación superior se dieron cita a nivel nacional e internacional, para reflexionar sobre los aprendizajes en contexto de pandemia, las soluciones y respuestas generadas. Muchos coincidieron en que las tecnologías fueron un camino fundamental para poder llevar adelante la docencia en esta crisis sanitaria, ajustes organizativos, curriculares y otros que permitieron dar soporte al sin número de variables emergentes, para desarrollar de la mejor manera los procesos de aprendizaje.
Sin embargo, ya durante 2023 en un retorno total a las aulas, los estudiantes y sus necesidades han cambiado. Los formatos tradicionales a los que estábamos habituados hasta 2019 sufren una transformación, que supone una demanda para la docencia, y diversos tipos de apoyo a nuestros estudiantes en formato sincrónico y asincrónico, que se divulgaron y generaron dinámicas distintas.
Los formatos virtuales han ganado un terreno importante para la formación de posgrado, la oferta y la demanda crece cada día a nivel regional, nacional e internacional; sin embargo, realizar y avanzar en una formación de capital humano avanzado de calidad, requiere de condiciones mínimas y altos estándares que garanticen el aprender en el siglo XXI y después de una pandemia que ha cambiado todos los parámetros.
Sin duda, no somos los mismos y nuestra oferta formativa debe ir respondiendo a los avances de la ciencia, la humanidad, la sobrevivencia a una post pandemia y a los aportes de la tecnología, que ha sido una gran aliada durante estos últimos años.
Cabe preguntarnos entonces, cómo las universidades regionales también pueden ir avanzando en este desafío para responder a las demandas locales con una proyección nacional, donde ya muchas instituciones de la Región Metropolitana barajan una amplia oferta de formación de posgrado y otras tantas instituciones internacionales, poseen vasta oferta y experiencia.
