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Equilibrio en la crisis Opinión

Equilibrio en la crisis

El eslogan “Chile despertó” también es real. La ciudadanía se dio cuenta que tiene poder. Pero un poder de “planificación” de etapas tempranas de movimiento, mas no un poder de organización efectivo posterior. Si bien la crisis comenzó como un movimiento “sin cabeza” aparente, algunos sectores políticos seguirán capitalizando más que otros.


Algunas reflexiones de esta crisis:

1) La estabilidad, en sus múltiples facetas, es más frágil de lo que se piensa. Chile, un “oasis” en el barrio, se vino abajo en pocos días; y va a costar pararlo. Fue un enigma para varios sorprendidos por el fenómeno. Moraleja: que las cifras macros no impidan ver lo micro –el día a día- y lo que no se mide con cifras. Puede haber varios enfermos con apariencia saludable.

2) El Modelo. La mala implementación del modelo económico en Chile –plagado por intereses creados, que dio lugar a grupos de poder y decisión, resultando en transferencias unilaterales de riqueza y abusos- llevó a un equilibrio mediocre, donde todo -sector privado, Gobierno y sector público, instituciones reguladoras, sistema legal- funciona a la chilena. Si bien algo se avanzó en las últimas décadas, el país fue como un atleta corriendo con una pesada mochila. Por algo hoy no somos Australia. Esta advertencia no es nueva; pero se desoye cuando los que marcan la pauta están en un cómodo statu quo. Es curioso ver que en general se desatienden las advertencias. En consecuencia, ahora tenemos sentado en el banquillo –injustamente- a “El Modelo”. A estas alturas, y por desgracia, a muchos ni les interesa saber si lo que produjo el plato agridulce fue la receta o el cocinero; otros ni siquiera hacen la diferencia.

3) El eslogan “Chile cambió” es real. Y por la razón expresada en el punto anterior, lo que vendrá ahora –con o sin nueva Constitución- es una discusión estructural donde se pondrá sobre la mesa una serie de derechos (salud, educación, pensiones), y donde el mundo privado verá limitado su campo de acción. Claramente, la negociación entre las partes no será con equilibrio de fuerzas. Como el papel aguanta todo, es probable que florezca el populismo.

4) El eslogan “Chile despertó” también es real. La ciudadanía se dio cuenta que tiene poder. Pero un poder de “planificación” de etapas tempranas de movimiento, mas no un poder de organización efectivo posterior. Si bien la crisis comenzó como un movimiento “sin cabeza” aparente, algunos sectores políticos seguirán capitalizando más que otros.

5) Breves períodos de paz y estabilidad. Como la calle no razona y la capacidad de diálogo es un bien escaso, el problema del Gobierno de turno será el manejo constante de la insatisfacción y frustración, hasta que haya otra gota que rebalse el vaso. La agenda estará llena de medidas cortoplacistas.

6) En lenguaje financiero, la mayor incertidumbre no se irá. Y no se deben descartar algunos eventos de pánico (como todo pánico, con un buen componente de irracionalidad). El riesgo país aumentará y con ello el costo de endeudarse. En las evaluaciones de proyectos, aumentará el costo de capital y hacer una estimación de flujos a muchos años será una locura. Los directorios querrán ver el periodo de recuperación de la inversión antes que el valor actual neto.

7) Tasas libres de riesgo nulas o negativas. Obtener un retorno libre de riesgo de no pago será un lujo difícil de darse (de hecho, ya lo es). No nos engañemos con la mayor prima por riesgo país, que en algo va a compensar. Las tasas seguirán bajas. Una mala, muy mala noticia para las compañías de seguros que venden rentas vitalicias y que ya están quebradas, las cuales quizás esperaban un salvavidas del mercado. Otra advertencia desoída.

8) ¿Y si dolarizamos?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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