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Megaproyectos Dominga y Cruz Grande: un peligro para Chile Opinión

Megaproyectos Dominga y Cruz Grande: un peligro para Chile


El Archipiélago de Humboldt está en tremendo peligro gracias a los dos megaproyectos minero-portuario, Dominga y Cruz Grande. Ambos megaproyectos ponen en jaque a Chile. Pero el agotamiento de este tipo de desarrollo y la Nueva Constitución, nos abren la oportunidad de iniciar cambios ante la crisis climática y pensar alternativas al extractivismo a través de transiciones concretas para Chile.

El 3 de marzo sabremos la decisión del Tribunal Ambiental de Antofagasta sobre el megaproyecto ya rechazado, Dominga de Andes Iron, y el otro megaproyecto, de la Compañía Minera del Pacífico (CMP), Cruz Grande, que se encuentra cuestionado, ya que habría iniciado obras sin desarrollar las actividades previas previstas en su Resolución de Calificación Ambiental (RCA), establecidas con el propósito de proteger especies que se encuentran en la categoría de conservación “En Peligro”.

A partir de estos dos megaproyectos, podemos repensar nuestra relación con la naturaleza para avanzar hacia una transición concreta para Chile, en donde el extractivismo comience a quedar atrás.

Desmontando el discurso del desarrollo

El discurso de ambas empresas y autoridades que están a favor de sacrificar el Archipiélago, ha sido el de la creación de empleos, la tradición minera de la región y el desarrollo. Estos puntos los vamos a poner en jaque, ya que no son reales.

Sudamérica se ha convertido en un lugar privilegiado de explotación y la promesa del desarrollo como imaginario. Los últimos 20 años en el mundo han sido importantes porque ha habido una crisis socioecológica y porque hay más extracción de materias primas o commodities, ligado al modelo de consumo. Ese modelo de consumo, penetró a los sectores populares y está asociado a una forma de pensar el progreso y el desarrollo. Pareciera ser que todo en este continente y en Chile es extractivismo.

Para eso, es necesario desmontar algunas cosas ancladas en nuestras imaginarios. La minería en Chile y Sudamérica no son una industria, no “producen” nada sino que solo extraen materias primas. Crearon un lenguaje que los legitima. Este tipo de extractivismos tiene impactos locales asociados a dos cosas:. Enclaves Extractivos (como podría ser Dominga) donde se sacan los minerales; Áreas de Soporte (energías eléctricas para las mineras), donde se construyen para que el extractivismo funcione (como Ventana que es una red de conexión). Es todo un eufemismo.

En Chile el extractivismo ha sido fuertemente criticado principalmente por el robo y el mercado del agua. Sin embargo, persiste nuestra historia colonial de que los bienes se pueden sacar. En eso nos encontramos con que hay una base cultural de los extractivismos. Entonces, eso implica una ruptura con lo que se ha venido haciendo, tal como lo ha visibilizado el movimiento social fuertemente desde octubre del 2019.

La esperanza del Chile posextractivista

En la discusión constituyente por el Apruebo y la Convención Constitucional, debe estar en primera línea la teoría de las necesidades humanas: el mundo que viene será mucho más austero, pero se va a pensar de la crisis misma que hoy nos encontramos.

Los extractivismos no solo han calado a los estados o transnacionales, sino que han calado a la población en general, no viendo alternativas de salidas.

¿Cómo sería el Chile posextractivista? La primera medida es que necesitamos Transiciones Posextractivistas porque están profundamente arraigadas en la cultura política, académica y popular de que estos bienes deben ser explotados y exportados. Si bien los gobiernos lo organizan y generan narrativas de legitimación, parecieran ser todos los sectores políticos extractivistas. Por eso son transiciones y no cambios de la noche a la mañana.

Segundo, definir el Campo de Acción. Para avanzar a las alternativas, debemos definir el campo de acción, repensar el lenguaje para hacer visible el cambio. Ello requiere generar un conjunto de políticas, estrategias y acciones; revertir los efectos más dañinos de los extractivismos; desmontar la dependencia extractivista; fundamentar alternativas a los extractivismos. Aunque estas alternativas no son alternativas locales que, son buenas, pero estamos hablando de cómo pensar un cambio país. La transición al extractivismo es hoy, pero debemos considerar las fases para las alternativas: las urgencias y emergencias.

La tercera medida es de Transformación: es cómo disminuir el sector extractivo y aumentar los sectores no extractivos. ¿Esto no es posible? Por lo general, vemos el discurso sobre la creación del empleo en Chile y allí hay una dificultad en ver a un país.

Y por último, debemos recuperar las capacidades para imaginar futuros con ideas plausibles. Las transiciones son imaginar futuros. La Nueva Constitución nos permitirá generar una nueva épica ambiental: pensar la crisis y la salida de crisis desde otras perspectivas. Así, la necesidad de alternativas está relacionada con otro tipo de razonamiento y, por otro lado, muy pragmático. Eso requiere mucho apoyo y debate académico.

No podemos seguir esperando. Las alternativas son Chile y Sudamérica.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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