MERCADOS|OPINIÓN
En medio de la pandemia, el alza del precio del cobre es sin duda una muy buena noticia para Chile. Hay quienes incluso hablan de un nuevo superciclo del metal rojo o, al menos, de un incremento prolongado de su cotización en los mercados mundiales.
Si bien esta noticia no puede llegar en mejor momento, para hacer frente al mayor déficit fiscal en 50 años, espero que esta tendencia no eche por tierra los esfuerzos que nuestro gremio y otros han desplegado para evidenciar que el desarrollo económico de un país no puede basarse solo en la exportación de commodities, lo que en el caso de Chile le significó quedar rezagado en cuanto a transformación tecnológica, innovación y conocimiento para otras industrias, que agregan valor y diversifican la matriz productiva.
Durante las últimas décadas, el sector industrial en el mundo ha tenido cambios estructurales tanto en su oferta como en su demanda. La producción se ha vuelto más compleja y con un mayor valor agregado, impulsada por cambios tecnológicos que permiten una mayor precisión, personalidad del producto y una producción más eficiente. Por el lado de la demanda, los consumidores buscan una mayor variedad de productos personalizados y tienen una mayor conciencia del impacto ambiental de la producción.
Es por ello que Chile necesita una Estrategia Industrial que establezca un ambiente competitivo, reduciendo las barreras regulatorias, incentivando la inversión en tecnología y disminuyendo los costos de producción. Se debe también aumentar la escala de producción, focalizándose de ventajas comparativas, y potenciar el valor de los encadenamientos productivos nacionales, junto con reconocer la importancia de la cadena de valor.
El sector industrial ha sido históricamente uno de los que más impacta en la calidad de vida de los chilenos. Esperamos que las autoridades económicas así también lo consideren.
