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Comenzando por casa: nuestra Tierra, nuestro futuro Opinión Imagen referencial

Comenzando por casa: nuestra Tierra, nuestro futuro

Aníbal Pauchard
Por : Aníbal Pauchard Investigador Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) Académico Facultad de Ciencias Forestales, Universidad de Concepción
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En estos días todos hemos mirado con entusiasmo las noticias que provienen de nuestro “cercano” planeta Marte. El esfuerzo conjunto de la humanidad nos ha llevado muy lejos, más allá de lo que hubiéramos imaginado posible. Sin embargo, aquí en nuestro planeta de origen, la Tierra, estamos enfrentando una crisis ambiental nunca antes vista.

Cada año la temperatura del planeta aumenta, los bosques, humedales y otros ecosistemas son transformados en ciudades y zonas de cultivo, las poblaciones de especies en peligro se reducen y algunas especies, simplemente se extinguen. Estamos destruyendo nuestro propio hogar, quizás pensando que eso no nos afectará, que podremos usar nuestro ingenio para poder mantener nuestra calidad de vida y nuestra especie, sin importar el estado de los ecosistemas de la Tierra. Desafortunadamente, la evidencia muestra todo lo contrario. Basta con observar lo difícil que ha resultado enfrentar la pandemia del COVID19, la cual tiene orígenes directos en la destrucción de hábitats y la emergencia de nuevas enfermedades zoonóticas.

El año pasado, en medio de esta pandemia, se publicó un informe global que mostró que de las 20 metas que habíamos fijado en el 2010 para proteger la biodiversidad a nivel planetario, ninguna se ha logrado completamente y sólo 6 parcialmente. Es decir, los países y sus gobiernos no han logrado cumplir con sus propios compromisos, algunos de los cuales no son particularmente ambiciosos.

Sin duda ha habido avances. Por ejemplo, hemos logrado resguardar más áreas protegidas, evitar la deforestación en algunas regiones y mejorar el control sobre la extracción pesquera y la caza de especies terrestres amenazadas. Destaca la creación de más áreas protegidas tanto terrestres como marinas, donde Chile ha jugado un rol muy relevante, lo que nos acerca a la nueva meta de un 30% del planeta protegido. También, la sociedad ha incorporado en su quehacer el concepto de biodiversidad y sustentabilidad. Esto se refleja a escala nacional en el fuerte rol que la protección ambiental ha tomado en la discusión de la nueva constitución, los que nos da esperanza respecto a lo que podemos lograr.

Sin embargo, no hemos avanzado lo suficiente en incorporar a la biodiversidad como motor de nuestro desarrollo humano. Es más, los países siguen considerando que hay otras prioridades mayores que justifican la destrucción de nuestro entorno y de la biodiversidad. El paradigma basado en la producción industrial sin integración de la biodiversidad, domina todas nuestras actividades. Nos sigue faltando la creatividad o la voluntad para lograr un modelo de desarrollo que incorpore a la biodiversidad como elemento esencial para la sustentabilidad de nuestra especie.

¿Existen experiencias que nos permitan encontrar ese cambio de paradigma? La respuesta es sí, hay numerosos casos que muestran que incorporar la biodiversidad a la producción permite mejorar toda la actividad productiva, con beneficios directos para el ambiente, pero también para la calidad de vida de las personas, en un ciclo virtuoso. Los ejemplos más exitosos son proyectos de agricultura sustentable, con bajos niveles de agroquímicos, conservación de la biodiversidad dentro y fuera del cultivo y educación ambiental de las comunidades locales. Claro, estas experiencias aún son a escala pequeña y algunos podrían pensar que están subsidiadas, pero también nos podemos hacer la pregunta al revés, ¿cuánto de nuestro bienestar actual está siendo subsidiado por el daño a nuestro entorno y a las opciones de bienestar de las generaciones futuras? En palabras simples, estamos acumulando una deuda ambiental tan grande, que ya es probable que las generaciones jóvenes actuales tengan que pagar con una calidad de vida menor. Entonces, el desafío ahora es lograr que estos ejemplos exitosos se expandan a todas las áreas del desarrollo humano.

Este año se están discutiendo las nuevas metas post-2020 para la biodiversidad que fijarán el rumbo hacia el 2050. Si bien estas metas pueden ser un buen lineamiento para los países, lograrlas dependerá de la prioridad social, voluntad política y los incentivos económicos que como sociedad generemos.

La ciencia y el conocimiento nos ha permitido llegar muy lejos, y también nos está alertando que “no existe un planeta B”, que la Tierra es nuestra casa, donde nosotros y más de 8 millones de especies han evolucionado, brindándonos un lugar muy especial para vivir. Así es como, en este Día Mundial de la Tierra nuestro compromiso debiera ser el actuar basado en la evidencia con rapidez y diligencia, para conservar nuestro hogar.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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