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Sobre la propuesta de una nueva estructura de títulos y grados Opinión

Sobre la propuesta de una nueva estructura de títulos y grados

Julio Labraña
Por : Julio Labraña Director de Calidad Institucional Universidad de Tarapacá. Sociólogo, magister en Análisis Sistémico aplicado a la Sociedad de la Universidad de Chile y Doctor en Sociología por la Universität Witten/Herdecke, Alemania. Es investigador en Educación Superior.
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La propuesta de una nueva estructura de títulos y grados para la educación terciaria, anunciada por el Ministerio de Educación, es una noticia necesaria para la reforma de la educación superior chilena. Quisiera en esta columna plantear inquietudes en tres dimensiones: la posibilidad de diferenciar entre programas académicos de índole disciplinar e interdisciplinaria, la apertura a la creación de magíster politécnico impartido por institutos profesionales y, por último, la creación de doctorados con foco profesional.

En lo que respecta a la primera, la propuesta señala que es necesario revisar qué es lo que se entiende por el grado académico de licenciatura. Al día de hoy, según se declara en la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (N° 18.962), este grado “se otorga al alumno de una universidad que ha aprobado un programa de estudios que comprenda todos los aspectos esenciales de un área del conocimiento o de una disciplina determinada”. Frente a esto, la propuesta del Ministerio de Educación reconoce la centralidad de las disciplinas para las licenciaturas, pero subraya la necesidad de considerar el potencial de programas interdisciplinarios. Luego, recomienda entender este grado académico como “el que se otorga al alumno de una universidad o institución equivalente de las Fuerzas Armadas y de Orden y Seguridad que ha aprobado un programa de estudios que comprenda los aspectos fundantes de una disciplina determinada o de un área interdisciplinaria”.

Un principio similar es aplicado para los programas de magíster. La definición actualmente vigente declara que este grado “se otorga al alumno de una universidad que ha aprobado un programa de estudios de profundización en una o más de las disciplinas de que se trate”. Al respecto, la propuesta del Ministerio recomienda entender este grado como “el que se otorga al alumno de una universidad que ha aprobado un programa de estudios de profundización en una o más disciplinas, en un área interdisciplinaria o en una profesión”.

La consideración de la interdisciplina apunta en la dirección correcta. La adquisición de una formación interdisciplinaria, tanto a nivel de pregrado como posgrado, es crecientemente una necesidad en un escenario caracterizado por trayectorias laborales cambiantes en que los egresados deben lidiar con problemas complejos que requieren de la articulación de saberes disciplinares y no disciplinares. La incorporación de este tipo de modalidades en la estructura de títulos y grados resulta por tanto un paso adecuado y que refleja el creciente reconocimiento nacional a esas formas de generación y aplicación de conocimiento en un sentido similar al que estuvo recientemente detrás de la creación de un grupo de estudio interdisciplinario y transdisciplinario para la evaluación de proyectos de este tipo que postulasen a fondos de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo.

Luego, una segunda dimensión relevante refiere al planteamiento del ministerio de crear un nuevo nivel de posgrado: el magíster politécnico, el cual solo podrá ser otorgado por institutos profesionales. Dicho magíster es definido como “el que se otorga al alumno de un instituto profesional o de un establecimiento educacional de las Fuerzas Armadas y de Orden y Seguridad que ha aprobado un programa de estudios de profundización en el área de desempeño profesional que corresponde a su título” y establece como condición “tener un título profesional en el área del magíster politécnico”. Según se declara acá, este magíster, a diferencia del otorgado por las universidades, ofrece una profundización en el área de desempeño profesional específica que responde al título adquirido previamente.

En un sentido similar, el documento del Ministerio sugiere la creación del grado académico de doctorado profesional. Dicho grado es definido como “el que se confiere por una universidad al alumno que, habiendo obtenido previamente un título profesional en el área respectiva, ha aprobado un programa de formación profesional avanzada basado en investigación, que le permite integrar a su práctica el estado del arte de su profesión”. Se subraya además elementos que la organización de dicho programa debiese contemplar: “La elaboración, defensa y aprobación de un trabajo final, consistente en una aplicación original de la investigación del campo a su práctica profesional” (MINEDUC, mayo 2021).

La idea de magíster politécnico no es inédita en perspectiva comparada. De hecho, al igual que lo que ocurre con los doctorados profesionales, es posible encontrar experiencias de programas de este tipo ya en diferentes países como forma de resolver el desafío de la formación de profesionales especializados en un área práctica, por una parte, y otorgar posibilidades de formación a egresados del sector técnico profesional, por otra. El principal desafío que enfrenta aquí este posgrado, sin embargo, se refiere a su identidad respecto del magíster de tipo profesional impartido hoy día por las universidades. La indicación que sugiere la propuesta a este respecto, esto es, que profundiza en el área de desempeño práctico del título profesional adquirido antes, resulta en este sentido aplicable también a las universidades y no sirve por tanto como eje de diferenciación. Cabría entonces precisar el alcance de este programa, qué es lo que implica a nivel curricular su apertura a profesionales sin licenciatura, su grado de articulación con el subsistema técnico profesional y su correspondencia (o no) con los magísteres profesionales ofrecidos por universidades.

Por su parte, en lo que respecta al doctorado profesional, no es tampoco una idea inédita y permitiría en principio vincular áreas de desarrollo específicas que requieren de profesionales altamente cualificados en la creación y manejo de conocimiento más allá de la investigación académica. No obstante, al igual que lo que ocurre con el magíster politécnico, el principal reto en este caso es de articulación con relación al resto del sistema. A diferencia de la definición original de doctorado, que lo comprende como aquel que se concede a un “alumno que ha obtenido un grado de licenciado o magíster en la respectiva disciplina y que haya aprobado un programa superior de estudios y de investigación, y acredita que quien lo posee tiene capacidad y conocimientos necesarios para efectuar investigaciones originales”, en este caso no se requiere la previa obtención de grado académico, atributo exclusivo hoy de las universidades, sino que basta con la obtención del título profesional, sea en institutos profesionales o universidades. Resulta conveniente entonces precisar este tipo de articulación interna para evaluar sus alcances.

Más allá de los anteriores temas, que pueden bien ser precisados en el transcurso del debate público, esta iniciativa resulta necesaria para avanzar en la articulación entre las instituciones y en la conformación efectiva de un sistema de educación terciaria con mayores canales de interrelación entre sí. Sin embargo, en paralelo a lo anterior, resulta esencial también abordar un aspecto que atraviesa la organización de programas de licenciatura y magíster interdisciplinarios, magísteres politécnicos y doctorados profesionales: su pertinencia.

En efecto, la estrategia de abrir programas para captar nuevos recursos es una tentación casi imposible de evitar en los sistemas contemporáneos de educación terciaria, especialmente aquellos fuertemente dependientes de ingresos por concepto de matrícula como el chileno. En este contexto resulta de la mayor importancia resguardar no solo la calidad sino también la pertinencia de estos nuevos programas, so pena de experimentar nuevamente aquello ya ocurrido en décadas recientes: la formación de profesionales a nivel de pregrado sin mayor atención a sus posibilidades efectivas de inserción laboral.

Los resultados de lo anterior, expresados en el incumplimiento de la promesa de movilidad social del sector, fueron probablemente un factor determinante en la reciente crisis social y merecen, en consecuencia, atención tanto por parte de las organizaciones del sector como de la academia y la política: ¿para qué pregrado y posgrado interdisciplinar?, ¿para qué posgrados técnicos? y ¿para qué doctorados profesionales?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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