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Aprovechar el momento, construir la paz Opinión

Aprovechar el momento, construir la paz

Ismail Khaldi
Por : Ismail Khaldi Ministerio RREE de Israel
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El libro sagrado del Islam, el Corán, define el compromiso con Dios como «los caminos de la paz» (5:16) y describe la reconciliación como “la mejor política” (Corán 4:128).

Como diplomático israelí, musulmán y beduino, estos conceptos siempre me han ayudado a comprender la política internacional y la diplomacia, las que sin duda deben sustentarse
en el fortalecimiento de las relaciones entre los países y la búsqueda de espacios para la cooperación internacional.

En este escenario, la paz y la reconciliación entre Israel y el mundo árabe deberían ser un imperativo y una prioridad para la política y la diplomacia, sin embargo, hay caminos que no conducen a ese objetivo.

En una estadía de algunas semanas en Chile me sorprendió conocer una moción legislativa que llama a boicotear los productos israelíes originados en los territorios que están dentro de la Línea Verde.

Esta iniciativa, presentada como un acto de apoyo al pueblo palestino, es una estrategia confrontacional, que no ayudará en nada a los palestinos. De hecho, el boicot es contrario al espíritu reflejado en décadas de acuerdos entre Israel y los palestinos, en los que ambas partes se han comprometido a negociar un arreglo pacífico y un compromiso con una solución de dos estados.

Seamos realistas. La resolución de problemas, por complejos que sean, podrá lograrse solo a través del diálogo basado en el respeto mutuo. Como señala el verso Surah al-‘Ankabut en el Corán (29:46), el camino es conversar «y no debatir con la Gente de las Escrituras, excepto de la mejor manera posible».

Ahora bien, cabe preguntarse de qué forma una Ley de Boicot puede resolver un problema entre dos pueblos vecinos, cuyas vidas están entrelazadas. Y, adicionalmente, hay que remarcar que una Ley de Boicot, presentada en términos generales, pero dirigida y dedicada políticamente sólo a Israel, constituye bajo esta formulación un acto de discriminación.

De hecho, este asunto ya ha sido zanjado en otras latitudes. Así, en 2019, el enviado especial de Estados Unidos para combatir el antisemitismo, S.E. embajador Elan Carr, declaró: “Participar en boicots de empresas israelíes y productos fabricados por judíos que viven en Cisjordania es antisemita, porque las campañas niegan implícitamente la legitimidad del propio Israel…». En esta misma línea, en mayo de 2019, el Parlamento Alemán afirmó que el movimiento de boicot a Israel es antisemita y que su accionar recuerda el lema nazi «No compre a los judíos».

Es cierto que hay un conflicto entre Israel y los palestinos, y problemas serios por resolver. Por eso, diferentes gobiernos israelíes de izquierda, centro y derecha han planteado varias soluciones, incluso en asuntos tan delicados como las fronteras permanentes, los refugiados, el status de Jerusalén, y otros más.

Resolver los problemas es posible, pero el camino está en las negociaciones directas, y no en llamados al boicot, desde miles de kilómetros de distancia.

A medida que el mundo entero avanza y se convierte en una aldea global con comunicaciones y movimientos libres, las leyes comerciales se transforman en piedras angulares de las relaciones internacionales. En un mundo así, los llamados al boicot de productos se vuelven inmorales, irrelevantes y, a veces, ilegales.

Hay que recordar que uno de los principios rectores de la Organización Mundial de Comercio es la prevención de la discriminación en relación con los productos importados y la producción nacional, como asimismo la discriminación en términos de comercio entre diferentes países.

Por el contrario, las actuales relaciones comerciales entre israelíes y palestinos favorecen la paz económica y ayudan directamente a construir la infraestructura para un futuro estado palestino. La relación de confianza existente entre empresarios palestinos e israelíes, a pesar de las cuestiones políticas, es un ejemplo del tipo de relación deseable entre ambos pueblos.

Además, cientos de miles de palestinos han trabajado en empresas israelíes, en las cuales se forman relaciones y florecen las amistades entre judíos y árabes, entre israelíes y palestinos.

Viendo este ejemplo, donde los palestinos no boicotean los productos israelíes y los israelíes no boicotean los productos palestinos, cabe preguntarse por qué algo así tendría que promoverse y reglamentarse en Chile.

En esta época de cambios acelerados, es mejor mirar lo que están haciendo otros países más cercanos y conocedores del conflicto de Medio Oriente. Recordemos que el año pasado los Acuerdos de Abraham nos han brindado una oportunidad sin precedentes para cambiar el paisaje de la región. En esta línea, cabe destacar las conversaciones directas con Marruecos y Sudán y especialmente los acuerdos de normalización diplomática firmados con Bahrein y los Emiratos Árabes Unidos, nación esta última que acaba de ser escenario de la visita oficial del canciller Yair Lapid, para abrir la Embajada de Israel.

Así, vemos con optimismo que judíos, musulmanes y cristianos, israelíes y árabes, están trazando un futuro más brillante, a través de la asociación y la cooperación, enfrentando coordinadamente amenazas regionales, como pandemias, pobreza, daños al medio ambiente y más. Y, además, ya se está instalando la cooperación en seguridad alimentaria, calidad del agua, tecnologías agrícolas y servicios de salud.

Espero que Chile, que tiene una población palestina tan considerable, sea un puente de entendimiento y se convierta en una fuerza impulsora del bien y la paz, exportando los valores democráticos que se requieren en la región.

Unámonos para construir una solución, no una brecha. Juntemos los corazones, no el odio que divide. Así, tal vez, las generaciones futuras de ambas partes puedan cosechar los beneficios de nuestros esfuerzos.

La paz y la reconciliación están en el centro de lo que me motivó a ingresar en el cuerpo diplomático de Israel, y me enorgullece defender estos objetivos. Es una parte integral de mi identidad como beduino, musulmán e israelí. Y estas identidades no entran en conflicto, se complementan. He encontrado un terreno común entre ellas, desde donde nace un esfuerzo diplomático que está aquí para ayudar, para conectar, para generar diálogo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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