Opinión
En la era de las redes sociales, la desinformación en procesos de toma de decisiones se difunde a una escala y velocidad sin precedentes, amenazando con ello la capacidad de los ciudadanos para tomar decisiones informadas y que sea usada como arma para deslegitimar la participación política de quienes desafían al establishment.
Estamos frente a un fenómeno mundial porque la difusión de desinformación tiene efectos perjudiciales sobre las democracias en todo el mundo, puesto que no es una amenaza exclusiva de un político o país.
Por ejemplo, en Alemania, la ex-candidata a canciller, Annalena Baerbock, fue víctima de la difusión de una foto falsa que insinuaba su participación en el trabajo sexual. Esto afectó seriamente sus intenciones de ser elegida, pues se generaron múltiples ataques que hicieron que de liderar las encuestas con un 43% de preferencia, al final del proceso terminara poco menos del 15%.
En Chile, recientemente el comando del actual presidente electo Gabriel Boric denunció que durante la campaña identificaron más de 20 narrativas falsas en contra del entonces candidato, incluyendo desde el consumo de drogas hasta la falsificación de firmas para la inscripción de la candidatura.
Pese a que ambos ejemplos muestran que la desinformación es usada como arma para desestabilizar los procesos democráticos, también evidencian la disparidad de género en el contenido y la forma de desacreditación.
Esto revela que en el caso de las mujeres los ataques tienden a ser una forma de violencia política basada en el género.
En ese marco, como parte del modelo de incidencia en base a la investigación, desde Fundación Multitudes iniciamos un proceso de encuesta a todas las y los miembros de la Convención Constitucional con el objetivo de determinar el impacto de la desinformación en la participación de las convencionalistas y la legitimidad de la Convención.
¿La razón?, el país ha sido testigo de cómo la desinformación ha dañado nuestros procesos democráticos, incluido el constitucional, donde especialmente mujeres como Elisa Loncon han sido constantemente atacadas.
Por ello es fundamental que el nuevo gobierno enfrente con fuerza este grave problema de la desinformación, donde la estrategia tenga un enfoque de género y un componente de largo plazo de prevención y no sólo de reacción.
