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El presidente Boric, el orden y los cambios Opinión

El presidente Boric, el orden y los cambios

Leandro Paredes Jaramillo
Por : Leandro Paredes Jaramillo Presidente Fundación Poder Región de Los Ríos
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El 9 de enero, en su cuenta de Instagram, el Presidente electo publicaba un fragmento de un texto de Íñigo Errejón, en el que aparecían subrayadas las siguientes ideas: “Los revolucionarios se prueban cuando son capaces de generar orden”; “Un orden nuevo, nuevo pero orden, que dé certezas y que incluya también a la mayor parte de quienes estaban en contra de él”. 

Durante años hubo quienes nos desarrollamos políticamente, al igual que Gabriel Boric, formulando un cuestionamiento de fondo y forma a la función de “partido del orden” que tuvieron las elites concertacionistas que gobernaron desde 1990 hasta 2009. En efecto, una larga promesa de alegría que no solo no llegó, sino que además, si es que hubo prosperidad, lo fue siendo para un grupo cada vez más minoritario de la sociedad. Todo ello fue un ingrediente muy poderoso del ciclo de cambios que comenzó con el estallido social de octubre de 2019.

Pero tener a uno de los exdirigentes estudiantiles de la generación 2011 asumiendo como Presidente de la Republica en marzo es, precisamente, uno de los pilares más potentes para consolidar y extender ese ciclo de cambios políticos que se han esperado por décadas. Más cuando, de no ser así, era el símbolo de la regresión en la figura de Kast, la otra alternativa. El Gobierno de Boric, la Convención Constitucional, una ciudadanía que así como se moviliza para impulsar cambios, lo hace electoralmente, y el debut de los gobernadores regionales con un Gobierno liderado por un Presidente de región, se encumbran como condiciones que, además de sembrar esperanza, deben ser resguardadas para extenderlas en un largo ciclo de gobiernos e instituciones políticas de transformación.

Para poder lograr lo anterior, Gabriel Boric entiende de manera correcta y acertada la importancia cardinal que “el orden”, como condición social y política, tiene para resguardar y catapultar cambios. A veces entre el progresismo y la izquierda se vive de la creencia falsa de que el orden es un valor contrario al cambio y que más bien es un obstáculo. Pero lo contrario al cambio es en realidad el statu quo, es decir, mantenerse aferrado al orden social y político que ha demostrado ser un fracaso para construir una sociedad más justa y más humana. Aunque suene paradójico, es siempre un compromiso con el orden el que permite subvertir al orden anterior. Es lo que comprendía Antonio Gramsci (cuyo natalicio se conmemoró el 22 de enero) con su publicación llamada L’Ordine Nuovo (El Nuevo Orden).

Nuestro país ya no puede seguir aferrado al orden social, económico y político del neoliberalismo que se cristaliza en la actual Constitución pronta a ser reemplazada y superada. Es por ello que el Gobierno de Gabriel Boric será un Gobierno de orden, de ese orden que nos permita subvertir el orden neoliberal. En estos 4 años será necesario poder recuperar el crecimiento económico, controlar adecuadamente los efectos de la pandemia, hacer frente a las incertidumbres de la clase trabajadora forzada a la informalidad, promover diálogo y escucha en vez de represión a los movimientos sociales que seguirán ejerciendo su derecho a ser protagonistas de los cambios.      

Por supuesto, no se cambia un orden social, económico y político en 4 años, pero justamente de este Gobierno depende dejar creadas las condiciones favorables para que el ciclo de cambios y transformaciones pueda extenderse por los años (quizá poco más de una década) que se deba extender. Tal como dijo Errejón, todo ello en “un orden nuevo, nuevo pero orden”.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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