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Hablemos de segregación Opinión

Hablemos de segregación

La inflación y el difícil momento económico mundial repercuten cada vez más en los bolsillos de quienes menos tienen, de quienes más necesitan y a veces son los que más trabajan, porque la precariedad los acecha. Sería interesante que los políticos y faranduleros que representan esa parte de la elite se comunicaran con respeto sobre la gente que no conocen, que quizás hagan un esfuerzo monumental para conocer cómo viven, qué les aqueja o qué les motiva, o simplemente sepan guardar silencio, porque para mentir y comer pescado hay que tener mucho cuidado.


Estas últimas semanas han estado muy acontecidas por el momento político que como país estamos viviendo. El inminente plebiscito para la nueva Constitución tiene a todos nerviosos, y entre tantos dimes y diretes, lo único que consiguen ciertos políticos y ciertas políticas, es consagrarse como parte del pasado. Pero también estas últimas semanas han surgido comentarios que han dejado mucho que desear, como los Cristián de la Fuente y Juan Sutil. Uno de ellos, dijo que “el chileno(a) era flojo, que no se esforzaban para nada”. Y el otro, declaró que “chilenos de todo tipo podían comprarse una propiedad en Miami”. Inevitablemente, al leer esas declaraciones, uno recuerda los desafortunados comentarios de ministros de la anterior Presidencia, que decían que el precio de las flores estaría más barato o que se subiría 30 pesitos no más, el valor del trasporte público.

[cita tipo=»destaque»]Tenemos un problema habitacional gigante en el país, el hacinamiento no es una broma, y probablemente si tuviéramos los medios para irnos a Miami, no quedarían muchos chilenos(as) habitando el país.[/cita]

Nuevamente se refleja la incongruencia y la desconexión político-social que existe en el país entre sus clases sociales. Es ahí, en esos comentarios puntualmente, en que uno ve el desconocimiento, la ignorancia y la liviandad con la que se piensa y se dicen las cosas. No tengo ninguna duda de que en la clase social que ellos representan, piensan exactamente como ellos y que finalmente jamás han sabido que, a partir de las 5 a.m., las grandes arterias capitalinas como Vicuña Mackenna, Santa Rosa, Gran Avenida, La Alameda, se comienzan a llenar de flojitos que deben ir a trabajar. Ignoran que antes de que el metro abra sus estaciones, hay un montón de gente afuera esperando a entrar, porque lamentablemente viven lejos de sus lugares de trabajo, y no estar afuera de la estación antes de que la abran, significa que no alcanzarán a llegar a la hora a sus puestos. Para qué hablar del Transantiago, que principalmente en las zonas más periféricas funciona tarde, mal y nunca, pero es la única alternativa cuando no tienes un metro cerca de tu hogar.

Cuando uno conoce esa realidad, se da cuenta que esos comentarios son tan injustos y tan falsos, que una suerte de impotencia recorre la mente, y así asimila por qué ese tipo de personas no entendió jamás el estallido social y, lamentablemente, sigue sin entender en qué clase de país vive. Ya que el hecho de que tú vivas bien, cómodo, calentito, no significa que el resto también lo haga. Tenemos un problema habitacional gigante en el país, el hacinamiento no es una broma, y probablemente si tuviéramos los medios para irnos a Miami, no quedarían muchos chilenos(as) habitando el país.

La inflación y el difícil momento económico mundial, repercuten cada vez más en los bolsillos de quienes menos tienen, de quienes más necesitan y a veces son los que más trabajan, porque la precariedad los acecha. Sería interesante que los políticos y faranduleros que representan esa parte de la elite se comunicaran con respeto sobre la gente que no conocen, que quizás hagan un esfuerzo monumental para conocer cómo viven, qué les aqueja o qué les motiva, o simplemente sepan guardar silencio, porque para mentir y comer pescado hay que tener mucho cuidado.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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