La pandemia ha sido gran catalizador del aumento explosivo en la digitalización de nuestra sociedad, sea por el uso de plataformas para trabajar en forma remota, asistir a clases, atender nuestra salud en forma digital, comprar en el supermercado, entre otros muchos servicios que han sido capaces de prevalecer y expandirse.
Sin embargo, en esta acelerada digitalización se esconde un grupo importante de personas para quienes ésta adaptación laboral, educativa y de la cotidianeidad en general resulta un desafío muy exigente. Actualmente la ausencia de competencias digitales disminuye drásticamente las posibilidades de encontrar empleo o generar un fortalecimiento del trabajo independiente.
Este fenómeno es especialmente complejo para personas adultas mayores, trabajadoras y trabajadores de menor escolaridad y habitantes de zonas rurales todos los cuales, por distintos motivos, no han tenido ni la cercanía ni la oportunidad de aprender a desenvolverse en entornos digitales de buena manera.
El desafío, en este sentido, es el de abrir espacios de inclusión y aprendizaje de las personas que menos posibilidades han tenido respecto al desarrollo en el uso de herramientas digitales y computacionales. Consideramos necesario el abordaje de este problema en todos los grupos etarios. Siguiendo las sugerencias de la CNP, incluir el aprendizaje de competencias desde temprana edad, y así también la inversión pública en la formación de las personas que pasan por las mayores condiciones de vulnerabilidad y precariedad educativa y laboral.