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Hidrógeno verde en Chile: una oportunidad para un nuevo modelo de desarrollo Opinión

Hidrógeno verde en Chile: una oportunidad para un nuevo modelo de desarrollo

Javiera Morales Alvarado
Por : Javiera Morales Alvarado Diputada de Convergencia Social por la región de Magallanes y la Antártica chilena. Abogada de la Universidad de Chile, máster Teoría Política en la London School of Economics y máster en Democracia y Políticas Comparadas de la University College London.
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Cuando en Chile se habla de un nuevo modelo de desarrollo siempre se nombra al hidrógeno verde. ¿Y por qué esta industria podría ser protagonista en este proceso? Porque en su producción utiliza energía renovable y tiene el potencial de reemplazar gran parte de los combustibles fósiles, lo que disminuiría los gases de efecto invernadero, contribuyendo a la lucha contra la crisis climática.

Si por estas razones ya existía mucho interés mundial en avanzar en la industria, hoy por la invasión rusa a Ucrania, y la subsecuente urgencia de los países europeos por independizarse del gas, ese interés se acrecentó. En el marco de esta COP27, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial firmaron un acuerdo con Chile para impulsar proyectos de hidrógeno verde en el país, con montos que alcanzan los US$400 millones y hasta los US$350 millones, respectivamente.

¿Estamos listos como país para que esta industria sea un ejemplo del nuevo modelo de desarrollo? Veamos. En Magallanes existe ya un piloto de empresas privadas con un aerogenerador y en agosto pasado presentaron al Sistema de Evaluación Ambiental un proyecto de 65 aerogeneradores. Las empresas retiraron la iniciativa, en su fase inicial, aduciendo que los organismos públicos se habían excedido solicitando información. Esta situación generó bastante debate público, señalando por algunos, desinformadamente, que se estaban dando “portazos” a la inversión. Las empresas ya aclararon que reingresarán el proyecto con la información solicitada, al parecer no hubo excesos.

Esta primera experiencia deja en claro que nos queda bastante por avanzar si queremos que esta industria sea una muestra de un nuevo modelo de desarrollo para Chile que preserve los ecosistemas, erradique las zonas de sacrificios, escuche a las comunidades y las haga parte de las decisiones. También que asegure trabajos dignos e impulse la economía local.

Para ello, las comunidades –en este caso las regiones de Magallanes y Antofagasta– y la industria requieren certezas y reglas claras. Este Gobierno ha levantado un Comité Interministerial que está reforzando la ‘Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde’ lanzada por la administración anterior. Escuchar a las regiones exige que el Comité sesione en ellas y que la Estrategia Nacional se regionalice, señalando claramente cuáles serán los objetivos en cada región. Hoy hay 7 empresas intentando instalarse en Magallanes, y obviamente las localidades se están empezando a preguntar por las externalidades ambientales que los proyectos de esta magnitud pueden acarrear, ya que necesitan desalar agua, miles de hectáreas para instalar los aerogeneradores e infraestructura portuaria.

Si queremos que Magallanes sea un ejemplo de este nuevo modelo de desarrollo, requerimos una ‘Estrategia Regional de Hidrógeno Verde’ que se construya con participación ciudadana, que le permita a la comunidad conocer el alcance de la industria y, a esta última, conocer desde ya cómo debe instalarse en nuestro país de forma respetuosa con el medio ambiente. En la COP27 se destacó a Magallanes como un ‘centinela del cambio climático’ por su capacidad de conservación, sus mares prístinos, su acceso a la Antártica y sus parajes que la convierten en un refugio climático. Nada de esto se puede poner en riesgo para descarbonizar el resto del mundo.

Esta versión regional de la Estrategia Nacional debiese contemplar mecanismos de planificación territorial, donde se determine los lugares más adecuados para instalar sus desaladoras y puertos, conservando sus áreas protegidas. Y también, someterse a una ‘Evaluación Ambiental Estratégica’ que nos permita conocer, hoy, hasta dónde puede llegar la industria del hidrógeno verde sin arriesgar el potencial conservador y el carácter de centinela de una de las regiones más ricas en biodiversidad del mundo.

Si queremos mostrar a Chile y al mundo qué es en concreto este nuevo modelo de desarrollo, la industria del hidrógeno verde debe instalarse en armonía entre todos los participantes, con una estrategia que descentralice las decisiones de la capital a las regiones y que nos habilite a liderar la transformación de la matriz energética a nivel regional, nacional e internacional.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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