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Salud mental, equipos de emergencia y desastres Opinión

Salud mental, equipos de emergencia y desastres

Eduardo Sandoval Obando
Por : Eduardo Sandoval Obando Psicólogo. Magíster en Educación, Políticas y Gestión Educativa. Doctor en Ciencias Humanas. Co – Investigador asociado al Instituto Iberoamericano de Desarrollo Sostenible (IIDS) de la Universidad Autónoma de Chile
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Chile tiene una estrecha vinculación con la ocurrencia de diferentes desastres en el territorio, prueba de ello es que nuestro país cumple con 7 de las 9 características de vulnerabilidad frente al cambio climático definidas por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Lo anterior, es consistente con lo reportado en el Índice de Riesgo Climático (Germanwatch, 2021), en donde nuestro país figura en el lugar 25º. Asimismo, según el Reporte Mundial por riesgo de Desastres (RUB /IFHV, 2022), Chile ocupa el puesto 39º en el mundo, lo que demuestra la importancia de aumentar la capacidad de preparación y respuesta de la población frente a los eventos potencialmente traumáticos que puedan ocurrir en el futuro.

Precisamente por ello, en el marco del decreto Nº 434 (2021) del Ministerio del Interior, se aprobó la Política Nacional para la Reducción del Riesgo de Desastres 2020-2030, cuyos ejes estratégicos apuntan al fortalecimiento de la institucionalidad en materia de reducción del riesgo de desastres; la mejora de los sistemas de monitoreo y alerta temprana; la promoción de la cultura de la prevención, la investigación y la autogestión de los individuos y colectivos frente a la gestión del riesgo de desastres, además de la preparación frente a futuras emergencias y desastres, propiciando una adecuada gestión del riesgo y, por ende, una respuesta oportuna, eficaz y eficiente.

No obstante, y a pesar de que a nivel nacional se han logrado importantes avances en torno a la gestión del riesgo de desastres, adquiere importancia reflexionar respecto a la salud mental y condiciones de trabajo de quienes conforman los equipos de primera respuesta. Específicamente, existen tres instituciones que participan en la fase inicial de una emergencia: Bomberos, Carabineros y Salud. Precisamente por ello, se habla del ABC de la Emergencia: (A) para las Ambulancias de Salud, (B) para Bomberos y (C) para Carabineros. En otras palabras, de la oportuna coordinación y respuesta de estas tres instituciones depende, en gran medida, la protección y asistencia eficaz de las personas, colectivos y/o comunidades que se vean afectadas por eventos potencialmente traumáticos.

Sin embargo, la evidencia científica muestra que estos profesionales son un grupo de riesgo frente al desarrollo de sintomatología relacionada con el estrés y el estrés postraumático (TEPT), los trastornos del sueño, la ansiedad y la depresión. Asimismo, en muchas ocasiones, trabajan bajo condiciones adversas (sistemas de turno, jornadas extensas de trabajo, malos hábitos alimenticios, sedentarismo, escaso tiempo para el ocio y la recreación), además de estar sometidos a niveles elevados de estrés de forma crónica, lo que impacta negativamente en su calidad de vida y bienestar general.

Además, muchos de estos equipos se exponen a agresiones y diferentes formas de violencia cuando asisten a emergencias en nuestro país, bajo la mirada indiferente de la sociedad. ¿Quién cuida la salud mental de estos profesionales? ¿Existen dispositivos gubernamentales orientados al cuidado y protección de la salud mental de los respondedores de emergencia? Lamentablemente, las experiencias son escasas y los recursos limitados, y salvo excepciones como los equipos de Apoyo a la Respuesta (ARSAM) del Minsal, no existe una institucionalidad robusta, eficiente y dinámica que atienda a las necesidades y riesgos psicosociales a los que se enfrentan cotidianamente los respondedores de emergencias de nuestro país.

Por ello, es urgente impulsar la creación de equipos, planes o programas entrenados en la aplicación de protocolos de desactivación para intervinientes, primera ayuda psicológica, gestión del dolor y pérdida, la promoción del autocuidado (con foco en la resiliencia y el apoyo social), entre otros ejes críticos.

Atender sistemáticamente las potenciales demandas de salud mental que manifiesten estos profesionales, impactará positivamente en las capacidades de respuesta y gestión de las emergencias en Chile. La cultura de la prevención frente a las emergencias y desastres es un desafío país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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