Publicidad
Indultos, una decisión de fondo Opinión Créditos: Agencia Uno.

Indultos, una decisión de fondo

Christian Torres Castro
Por : Christian Torres Castro Administrador Público, Magister en Gerencia y Políticas Públicas
Ver Más

Una segunda dimensión del análisis es la implementación del indulto. Esta decisión requería de una pulcritud total. No para evitar la polémica que existiría de todas maneras, sino para acotarla y no abrirse flancos gratuitos. Por el contrario, vimos un festival del error en todas las áreas: comunicacionales, desde el Presidente para abajo, y propiamente de gestión, con la definición de los nombres y el chequeo de los antecedentes. La mejor lección para el Mandatario es que debe comenzar a ser más prudente con sus palabras. El gusto por la explicación larga, el verbo y el adjetivo le juega malas pasadas. Una cuestión fundamental que cualquier Presidente debiera asumir es que, así como no puede hacer lo que quiera, tampoco puede decir lo que quiera.


La decisión del Presidente Boric de indultar a 12 de los llamados “presos del estallido” y al exfrentista Jorge Mateluna, abrió una de las crisis más severas que han afectado al Gobierno en sus diez meses de mandato.

Como bien señaló el nuevo ministro de Justicia, Luis Cordero, si revisamos la historia, todos los indultos han generado siempre un fuerte debate y generado apoyos y rechazos. El Gobierno debía tener claro que esta no sería la excepción. Sin embargo, algunos hechos los transformaron en un terremoto de un grado muy superior al esperado.

Un primer elemento de análisis consiste en que el indulto responde a una decisión consciente del Presidente, más allá de los indultados en particular. Responde a un dato muy claro: el electorado más fiel del Mandatario y que se ha mantenido a lo largo de estos meses como su base irrestricta de apoyo, está en ese 25% que lo respaldó en la primera vuelta, que sigue a su lado pese a las renuncias programáticas y cambios de discurso. Así lo reflejan todas las encuestas que lo sitúan, ya por varios meses, con una aprobación entre el 25 y el 30 por ciento.

El Presidente tiene claro que, si comienza una fuga de apoyo en ese electorado, el futuro de su Gobierno se verá en una situación aún más compleja que la actual y muy difícil de superar. Por eso, la decisión de indultar es un gesto que, pudiendo compartirse o no, tiene un sentido muy racional de fortalecer o al menos contener el respaldo de un sector del país que pudiera verse defraudado por un Gobierno que renuncia a su proyecto original. Podrá cuestionarse si los costos de la decisión serían mayores que sus beneficios, pero fue una decisión con diseño y no una improvisación.

Responde además a otro hecho complejo. Si bien el Socialismo Democrático le ha permitido al Gobierno mejorar sus expectativas en el Congreso, sumar rostros y experiencia, lo cierto es que ello no se ha traducido en un mayor apoyo en el electorado; de lo contrario, las encuestas y estudios de opinión reflejarían porcentajes más cercanos al resultado de la segunda vuelta y no de la primera.

De esta manera, la decisión del Presidente debe mirarse desde la idea de un diseño político y no desde un “gustito personal”. Un diseño que, pudiendo ser razonable, tiene también el problema de fondo de reflejar a un Gobierno que asume –cuando ni siquiera se cumple un año en el poder– que gobernará en minoría, renunciando a construir mayorías para lo que resta. Si ello sucede, no sería raro ver un paulatino abandono de fuerzas políticas que opten por no pagar el costo de ser parte del Gobierno.

Por lo mismo, parecía errado incorporar a las fuerzas del Socialismo Democrático desde el primer minuto del Gobierno y no esperar a la construcción paulatina de mayorías para una incorporación que lo fortaleciera en el minuto oportuno. A tres años de su término, la administración del Presidente Boric ya no tiene a quién echar mano.

Una segunda dimensión del análisis es la implementación del indulto. Esta decisión requería de una pulcritud total. No para evitar la polémica que existiría de todas maneras, sino para acotarla y no abrirse flancos gratuitos. Por el contrario, vimos un festival del error en todas las áreas: comunicacionales, desde el Presidente para abajo, y propiamente de gestión, con la definición de los nombres y el chequeo de los antecedentes. La mejor lección para el Mandatario es que debe comenzar a ser más prudente con sus palabras. El gusto por la explicación larga, el verbo y el adjetivo le juega malas pasadas. Una cuestión fundamental que cualquier Presidente debiera asumir es que, así como no puede hacer lo que quiera, tampoco puede decir lo que quiera.

El nuevo ministro de Justicia ha hecho un intento inteligente por contener la crisis. Recurriendo a su experiencia académica y a la ventaja de venir llegando, ha dicho que la polémica por los indultos deberá circunscribirse a su dimensión jurídica, al existir recursos ante la Contraloría y el TC. Veremos si esto logra contener la crisis, acusación constitucional a Marcela Ríos de por medio, y si el gesto del indulto hacia la izquierda y a su electorado más fiel se consolida como un dique sin filtraciones, que evite una baja mayor de apoyo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias