Publicidad

Los secretos que guarda la investigación de la fuga de la CAS (V)

Una de las declaraciones que llama la atención del proceso está en la foja 2002, de Héctor Méndez Larraín, quien señaló que concurría a la CAS a pagarle dinero a los gendarmes con el objeto que no dispararan durante la fuga y entregó toda serie de pistas misteriosas y otras delirantes sobre la evasión. Las seis páginas de testimonio dieron origen a toda clase de diligencias. Sin duda el tribunal fue engañado.


El 31 de marzo de 1997, el frentista Mauricio Hernández Norambuena quizá sintió nostalgia de los suyos. La vida en la clandestinidad no es sencilla y quizá fue esa la razón que le llevó a marcar el teléfono de su hermana Cecilia, domiciliada en Valparaíso.



No fue una comunicación corta. Duró 19 minutos y 57 segundos y llegó a Chile a través de la firma Chilesat. El dato interesante que aparecía era que el contacto se había producido desde Cuba, aunque el gerente de operaciones de la empresa en un documento reservado no podía dar fe si el inicio de la comunicación era o no el país caribeño.



En su conversación familiar, Hernández Norambuena le indicó a su hermana que podía contactarle a través de "Joel", que no era otro de Arnaldo Arenas Bejas, el mismo que actuó como fusilero en el atentado a Pinochet. Para eso le daba un teléfono de Cuba, el 669488, usando el código 7 que es la localidad de Alamar, según versa el informe que consta a fojas 1689 del proceso, firmado por el entonces jefe de inteligencia policial, prefecto Luis González Cuevas.



De allí que este último, concluyera en el documento que los fugados estaban o habían estado en Cuba, pero también en Brasil. Esto porque Hernández Norambuena, le comentaba a su hermana su estadía en las playas de Ipanema, Copacabana y Leblon, donde se habrían tomado las fotografías que fueron publicadas tras la fuga.



Han pasado varios meses de aquella comunicación, cuando Patricio Ortiz Montenegro, otro de los fugados, cayó detenido en Suiza, iniciándose un largo peregrinar de acciones judiciales tanto del gobierno, como también de la defensa del frentista.



En ese contexto es que la Dirección de Inteligencia de Carabineros, Dipolcar o Departamento Tercero, emitía el informe N° 462, fechado el 8 de octubre de 1997 por el comandante Luis Muñoz Vásquez, donde informó al ministro en visita Lamberto Cisternas que Hernández Norambuena estaba en Noruega, mientras que Pablo Muñoz Hoffman y Ricardo Palma Salamanca en Canadá.



Pero además, según la "fuente propia", los fugados habían estado entre los meses de mayo y junio de 1997 en Maracaibo, Venezuela.



Desde esa fecha, hasta el 14 de enero de 1998, el expediente judicial no es más que una serie de oficios, solicitudes y declaraciones que aportan muy poca información al proceso.



Sin embargo, desde Mendoza llegó un alerta que finalmente no era real: Muñoz Hoffman estaba detenido en Mendoza.



Pero sin duda lo que más llama la atención es la foja 2002, que es una declaración de Héctor Méndez Larraín, quien señalaba que concurría a la CAS a pagarle dinero a los gendarmes que allí laboraban con el objeto que no dispararan durante la fuga y entregó toda serie de pistas misteriosas y otras delirantes sobre la evasión.



Finalmente, las seis páginas de testimonio dieron origen a toda una serie de diligencias, como por ejemplo comprobar todos y cada uno de los chiflados detalles del declarante. Sin duda el tribunal fue engañado.





Lea además



Los secretos que guarda la investigación de la fuga de la CAS (IV) (31 de mayo de 2004)



Los secretos que guarda la investigación de la fuga de la CAS (III) (31 de mayo de 2004)



Los secretos que guarda la investigación de la fuga de la CAS (II) (17 de mayo de 2004)



Los secretos que guarda la investigación de la fuga de la CAS (I) (17 de mayo de 2004)



El lunes de la próxima semana,
Los secretos de la investigación de la fuga de la CAS (V)
.

Publicidad

Tendencias