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Cuerpo de Rodrigo Anfruns no estuvo en el sitio eriazo donde fue encontrado

A los testimonios de ex carabineros que participaron en la búsqueda del menor, desaparecido durante 11 días, se suma la declaración clave de un testigo que afirma que el cadáver fue colocado en ese lugar. El Mostrador.cl también verificó nuevas contradicciones en las declaraciones de los médicos involucrados.


A pocos días de que el caso de Rodrigo Anfruns fuera reabierto por la justicia, un testigo que resultaría clave para esta nueva investigación tomó contacto con un conocido penalista de la capital con el objeto de prestar testimonio ante la jueza del 17° Juzgado del Crimen de Santiago, Patricia González.



Se trata de Cristián Verdugo, uno de los niños que vivió en el sector de Providencia en el que se ubica la casa de la abuela paterna del menor, que en el año 1979 fue hallado muerto después de 11 días de estar desaparecido y cuyo caso conmocionó en su momento a la opinión pública.



Actualmente, Verdugo vive en la ciudad de Punta Arenas, lugar donde trabaja en una conocida cadena hotelera. Por ese motivo, su testimonio fue registrado mediante un exhorto que envió la magistrado que sustancia la causa. De esta forma, se transformó en uno más de los 50 testimonios que han sido registrados en este proceso, el cual suma ya cuatro tomos de expediente.



Consultado por El Mostrador.cl, el aludido confirmó que efectuó esta declaración. Sin embargo, declinó entregar cualquier detalle de la misma argumentando que el caso se encuentra bajo secreto de sumario, por lo cual no se referirá al tema.



Hombres de anteojos oscuros



Empero, fuentes allegadas a este proceso dan cuenta que las afirmaciones hechas por el ex vecino de Guillermina Stange (abuela de Rodrigo), resultan decidoras a la hora de establecer que los restos del menor no estuvieron en el sitio eriazo, como lo sindica la tesis judicial que dio por resuelto el caso y finalizó con la condena de P.P.V. como autor del crimen.



La declaración de Verdugo sostiene que, junto a sus amigos de la época, solía jugar a la pelota en ese terreno baldío, costumbre que se mantuvo durante los días en que el niño Anfruns estuvo desaparecido. Por ese motivo, asegura que su cuerpo inerte no pudo estar entre las ramas de una mata de palqui y la pandereta, donde finalmente fue encontrado.



Su apreciación se basa en que, en reiteradas ocasiones, el balón de fútbol cayó en ese sitio y que, por lo tanto, ellos habrían sido los primeros en descubrir los restos mortales del niño que mantenía en vilo a toda la población chilena.



Pero no sólo eso sustentó su declaración, ya que además precisó que la tarde anterior a que el cuerpo fuera descubierto, sujetos de terno y corbata, cubiertos por anteojos oscuros, los expulsaron del lugar sin más explicaciones.



Estos hechos, según dijo, nunca los relató ante el magistrado que sustanció el proceso, Ricardo Gálvez, ni tampoco ante la policía, ya que siempre pensó que su testimonio no tendría validez por ser menor de edad.



Nuevas contradicciones de los médicos forenses



Por otra parte, en sus declaraciones judiciales – a las que tuvo acceso este medio en exclusiva- el perito de Investigaciones, Alberto Teke S., quien tuvo a su cargo los primeros análisis que se realizaron sobre el cadáver del niño en el sitio del suceso, cayó en evidentes contradicciones respecto a cómo estaba el cadáver de Rodrigo.



Según los antecedentes que obran en el antiguo proceso judicial, el Subcomisario de Investigaciones, Raúl Maturana G., describió que el cuerpo del niño fue encontrado de costado lateral derecho, con los brazos y piernas flectadas en sus articulaciones. Sólo estaba vestido desde el tórax hacia arriba, con un suéter de lana de cuello redondo, una camisa tipo escocés desgarrada en los costados (de la cual faltaba un trozo de género) y camiseta de color blanco.



"En la región glútea del cadáver se encuentra un slip de color blanco, con restos de defecación y bajo éste un trozo de género que corresponde a una manga de la camisa escocesa", consigna dicho informe, en el cual también se especifica que no tenía puestos ni los calcetines, ni los zapatos.



La penúltima prenda enumerada tiene una importancia vital en el detalle del crimen, ya que según la confesión de P.P.V., desnudo los pies del niño con el objeto de limpiar las nalgas de su supuesta víctima, ya que producto de la asfixia se relajaron sus esfínteres.



En tanto, en su comparencia ante el tribunal, al pasado 19 de agosto, el doctor Teke aseguró que cuando llegó al sitio del suceso todo estaba intacto, ya que estaban a la espera de su llegada para comenzar con la diligencia. Sin embargo, la descripción de cómo encontró el cuerpo de Rodrigo difiere absolutamente de la versión policial que, en esos años, él mismo ratificó.



Según su relato actual, el niño estaba totalmente estirado, no pudiendo precisar si de espaldas o boca abajo. En cuanto a la vestimenta, señaló que el menor estaba vestido y que la ropa no tenía destrozos, mientras que sólo los pantalones presentaban signos de defecación. Lo curioso es que su testimonio incluye el detalle de los calzoncillos y los calcetines, los cuales ahora -dijo- estaban puestos, así también como un zapato.



Asimismo, deja abierta la posibilidad de que el cuerpo no estuviera en ese sitio, dada la ausencia de insectos, lo cual en 1979 descartó tajantemente.



Asociación ilícita



El abogado de la familia Anfruns, Roberto Celedón, opinó que de comprobarse que los profesionales que practicaron estos análisis falsearon la información, significaría que estos cometieron delitos para encubrir un ilícito cometido por otros agentes del Estado.



"Habría una asociación ilícita entre los sujetos que actuaron en el secuestro, tortura y muerte del niño, con los que participaron con posterioridad para encubrir este delito", sostuvo al anunciar que luego que dos informes pendientes lleguen al tribunal podría pedir que los doctores José Luis Vásquez, Alberto Teke y el ex director del Servicio Médico Legal (SML), Claudio Molina Fraga, sean procesados por ese delito, además bajo la figura de encubridores y falsificación de instrumento público.



"Este caso conmocionó a la opinión pública, por lo que ninguno puede alegar ignorancia", recalcó afirmando que ya es un hecho de la causa que el cuerpo de Rodrigo no estuvo en ese sitio eriazo durante los días que estuvo desaparecido.



"Falta solamente encontrar quienes fueron los autores del secuestro, tortura y asesinato del niño", concluyó, manifestando su certeza acerca de que ello sucederá en el plazo de seis meses, tiempo que tiene la jueza González para esclarecer este caso, que se enmarca en los procesos por violaciones a los derechos humanos ocurridos en el régimen militar.







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