Publicidad

Patricio Jara: «La literatura histórica no es algo que me interese»

Escritor antofagastino decidió alejarse de la Guerra del Pacífico y El mar enterrado es su última novela sobre el tema. Ahora investiga la historia de Jack Adams, un aviador chileno que estuvo en el desembarco de Normandía.


Patricio Jara podría convertirse en el escritor de la Guerra del Pacífico. Pero no lo hará. Con El mar enterrado (Seix Barral) cierra el ciclo que comenzó con El Sangrador (2002) de novelas inspiradas en historias al interior del conflicto que enfrentó a Chile, Perú y Bolivia hacia fines del siglo IXX y también es una suerte de punto final -al menos momentáneo- de su involuntaria incursión en la llamada literatura histórica.



En todo caso, Jara no sabría definir si El mar enterrado es una novela histórica, pero el libro habla por sí solo: 1877, Eusebio Matrás es un capitán boliviano formado en la academia que deja La Paz y llega hasta Antofagasta para instruir en las aulas a la milicia boliviana en la zona. Sin embargo los hechos mandan y debe hacerse cargo de la defensa de la costa en un precario lanchón llamado Bernardino. Es la antesala de la Guerra del Pacífico y Matrás –el soldado de papel, como lo llamaban en la capital boliviana- debe enfrentar escaramuzas y sublevaciones militares sólo en base a su conocimiento teórico.



Según cuenta Jara, la idea de la novela surgió casi al mismo tiempo que El Sangrador. Pero si ésta surgió de una situación concreta -una estatuilla de un dentista del 1800-, El mar enterrado nace de algo más contingente. "El libro surge por una pregunta: Si Bolivia tuvo mar, tuvo que tener marinos, ¿dónde están? ¿Qué paso?".



– Y ¿qué pasó efectivamente?
– En la novela, creo que no respondo eso. Pero sí trato de plantear algunos elementos que ayuden a imaginarse que pudieron haber sentido. Es como si de pronto se dice el espacio aéreo no es de Chile, ¿qué hacemos con la FACH? Qué hacemos con todos los miles de hombres que han dedicado su vida al aire. El tema partió ahí.



Jara, periodista



Patricio Jara, 30 años, periodista, vive en Antofagasta y a ratos viene en Santiago. Aunque mantiene relaciones intermitentes con sus colegas escritores, tiene una opinión formada y crítica del ambiente literario: "La literatura chilena es un cardumen de pescados peleándose una sola presa. O al revés, son cuatro paredes de un manicomnio con un montón de locos, pegándose en la cabeza", asegura el escritor.



Además de El Sangrador y El mar enterrado, ha publicado los libros de relatos: Última Ronda (1996) y Gente que va al estadio (en coautoría, 1997) y la novela breve Ave Satani (1999). En 2000 apareció en España su libro de cuentos Derivas.



Más fluidas y estrechas son sus relaciones con el mundo del periodismo. Escribe asiduamente en revista Fibra y El Sábado de El Mercurio y actualmente está investigando la historia de Jack Adams "un aviador antofagastino que estuvo en el desembarco de Normandía". Las herramientas periodísticas no sólo las utiliza para sus proyectos de no ficción, sino que además son fundamentales para sus novelas.



– ¿Cuánto tiempo investigaste para esta novela?
– Hubo un proceso de investigación larguísimo, más de un año, y cruzado por el asombro. De repente encontrarme con libros que no cachaba que estaban y que me hablaban cosas del lugar donde nací y donde vivo, que no tenía idea.



– ¿Qué sabías de la historia?
– Sabía que la guerra del pacífico había comenzado con una ocupación armada, pero no violenta en Antofagasta y después se generaron una serie de conflictos que detonaron tres cuatro años de batallas perrísimas en el desierto. Lo que configuró un mapa político que hasta hoy está en el tapete. Pero, o sea el Huascar estuvo en Antofagasta y yo no tenía idea, yo había escuchado hablar de la batalla de caracoles pero no sabía que había pasado ahí. Acercarme a esos temas y tratando de meterme en temas un poco más complejos, como la visión boliviana de la guerra, la peruana y te encuentras con sorpresas gigantes.



‘No tengo literatura histórica’



– ¿Cuántos Eusebios Matrás existieron en la realidad?
– No, no hay Matrás. El es una suma de algo que yo me asombré bastante también, que era saber que la concepción que nosotros tenemos de los milicos hoy es una visión contaminada o influida -depende como se mire- de lo que han sido las dictaduras en el continente. Cuesta imaginar que hubo milicos estudiosos. Era tipos preocupados, súper eruditos. Prat era un abogado. Grau un intelectual notable. Los grandes héroes de los procesos independentistas son gueones preparados y que su historia para calzarse un uniforme militar, tiene que ver con otra razones que quizá ahora nos van a resultar un poco difíciles de entender. Claro, van a pasar 40 años para que los militares se integren a la sociedad civil de un modo normal.



– ¿Esta es una novela histórica?
– Yo no sé qué es una novela histórica. Hice clases de introducción a la literatura, que es una cosa que he estudiado por las mías, y créeme cuando te digo que en mi vida he leído dos novelas históricas. Trafalgar, que la leímos todos cuando chicos, y después a comienzos de periodismo leí Hijo de mi de Antonio Gil. No tengo libros de literatura histórica y no es algo que me interese. Fue como una coyuntura lo de situar en una novela -y la anterior también- donde pasaron muchas cosas y esas cosas han permanecido en la historia o bien han generado otros hechos históricos.



– O sea, ¿nunca tuviste presente el género antes de escribir las novelas?
– En realidad las categorizaciones en la literatura son súper complejas y eso puede darlo la gente que lee el libro. Primero es una novela y mi intención fue tratar de hacer una novela relativamente coherente y que se pudiera leer de corrido en la que pasaran hartas cosas y que el lector no se aburriera. Cuando ya logras eso, lo otro podría ser accesorio… O sea, una mala novela histórica o una buena novela histórica, primero es una buena o una mala novela.



– Ahora, innegablemente trabajas con la historia. Tomas una serie de elementos disgregados y los organizas dándole un contexto histórico reconocible a los personajes
– No fue mi intención. Ahora, yo la corto con esto. Dos novelas sobre el tema es suficiente.



– ¿Por qué?
– Porque tengo otros intereses. Lo que me interesaba contar yo lo cierro con este libro. Ahora, estoy dándole vueltas al tema de la geología. Estoy terminando un relato largo que se llama "La Noche del Cometa" que va a salir en un libro que se llama Nuevos cuentos mineros. Los mismos cuentos mineros, pero contados en el día de hoy. "La Noche del Cometa" se trata de un geólogo que está en un cerro y el recuerda que hace 15 años fue la noche del cometa Halley. Y esa fue precisamente la noche que por primera vez se subió un cerro y construyó un telescopio con un amigo.



¿Harry Potter?



¿El terreno parece súper importante para tu escritura?
– Es el que conozco. No voy a hacer una novela ambientada en Nueva York porque no lo conozco, quizá no tengo ni una sensibilidad. Mi percepción de la literatura es que finalmente uno escribe desde el lugar donde uno está parado, puede ser un espacio físico o un espacio mental. O sea si alguien tiene una depresión, y está escribiendo de una depresión lógicamente va a echar mano a su vivencia.



– ¿Te vendrías a Santiago?
– Hay amigos que me dicen porque no te venís a escribir acá. Ya, me vengo para acá a contar historias que son de allá… Es como cuando los escritores dicen "me voy a ir a escribir a Barcelona mi próxima novela". ¿Pa’ qué? ¿Para qué si puedes escribir en Frutillar la tremenda novela? ¿Qué me podría aportar Santiago? Ver más seguido a mis amigos, tener acceso a un "baño de cultura" distinto del de regiones. Si, por supuesto, pero hasta ahora no lo necesito.



¿Te interesa "ese baño de cultura"?
– No, para nada. Escribo en Fibra y nunca me han dicho oye para escribir aquí tienes que estar en Santiago. Si cuento historias de allá, que aquí no hay. Aquí no hay barcos hundidos. Hay tanto tema.



– La Guerra del Pacífico por ejemplo, todo un mito.
– Si, o sea pelear en desierto… peor que pelear en la selva. Habían batallones completos que se perdían. Batallones que salían de La Paz y se iban a meter a otro lado.



– ¿No tienes ganas de seguir escribiendo sobre el tema? ¿Convertirte en el escritor de la Guerra del Pacífico?
– Si, pero uno tampoco puede hacer Harry Potter. Aunque si lo sintiera, en realidad uno no tiene que pedirle permiso a nadie para hacer un tema. Es lo que le pasa a (Hernán) Rivera Letelier, que lo critican mucho porque escribe de la pampa y qué quieren, que escriba una novela sobre los viajes al espacio.



– ¿O sea que eventualmente volverías a escribir sobre el tema?

– Lo que pasa ahí hay un tema muy raro que es como el mal de la literatura: la literatura es un terreno libre, pero se intenta normalizar. O sea, discutir en exceso los alcances de una obra o generar estas como polémicas, lo único que hace es alejar al lector. Ahora, ambos libros germinaron casi juntos. Si a El Sangrador le hubiera ido pésimo, si ninguna editorial lo hubiera editado, yo le doy igual a este y sigo trabajando. Porque es lo que en el rato te gusta y es un acto libre.



Artículos relacionados:



Escritor antofagastino ganó premio Novela Inédita 2002 (25 de Enero del 2005)

Publicidad

Tendencias