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Boinas Negras

Capítulo 12 de Terrorismo de Estadio


Eran las nueve de la mañana, y María Angélica Aravena, cuñada del ex boina negra del Ejército y militante del MIR, Ricardo Pardo Tobar, despertó con golpes en la puerta. Dos jóvenes de civil, armados, le mostraron credenciales del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) y preguntaron por su cuñado.



"Te buscan," Angélica le avisó a Pardo.



El ex boina negra pidió permiso para lavarse y vestirse. Mientras se afeitaba en el baño, su cuñado, Hugo Núñez, intentó convencerlo de que arrancara. No tenía un buen presentimiento. Pero Pardo se negó.


Ricardo Pardo Tobar.

"Angela, quédate aquí conmigo para que veas toda la ropa que me voy a poner," le dijo a su cuñada. Su esposa, María Isabel Núñez, o Maricho, como le decía, ya había partido al trabajo. Pardo, de 28 años, vivía en casa de sus padres en Maipú con su esposa y su hija Karina, de tres años. Su hijo menor, Aaron, vivía con los abuelos maternos en Curimón, cerca de San Felipe, debido a problemas respiratorios.



Ese 10 de octubre, Ricardo Pardo se entregó vestido con dos calzoncillos, dos pantalones y una camisa. Encima se puso una chaqueta de castilla que tenía de su época en el Ejército, y sus bototos militares.



"¿Por qué tanta ropa?" le preguntó Angélica, extrañada.



"Seguramente me llevan a Peldehue, y es muy frío. Angela, de ésto no vuelvo. Tú me vas a despedir de Maricho y los niños," explicó. A su cuñada le pasó una piocha, y le encargó que la enterrara debajo de la parra.



Diez minutos más tarde, Ricardo salió de su casa, escoltado por sus jóvenes captores a lo que sabía era su muerte. Afuera, otros dos agentes de civil lo esperaban dentro de una camioneta Chevrolet C-10 celeste con blanco. Una tenue lluvia mojaba el pavimento.



Tenía miedo. Sabía que estaba marcado y que no tendría escapatoria. Tenía razón. Esa noche sería fusilado, al igual que su camarada de armas, Oscar Delgado Marín, también ex boina negra y miembro de las Fuerzas Centrales del MIR, ejecutado cinco días antes. Los certificados de defunción de ambos establecerían claramente el lugar donde encontraron la muerte: el Estadio Nacional.



Boinas



Ricardo Pardo integraba un grupo de boinas negras de la Escuela de Paracaidistas y Fuerzas Especiales del Ejército en Peldehue que fueron expulsados de la institución en marzo de 1970 junto a su superior, el capitán Florencio Fuentealba Aguayo, acusados de brindar instrucción militar al MIR y el Partido Socialista. Tras la baja, algunos, como Pardo, se enrolaron en el MIR, mientras otros ingresaban al Partido Socialista. Varios de ellos -ahora miristas y socialistas- pasarían a formar parte del Dispositivo de Seguridad Presidencial de Allende, o Grupo de Amigos Personales (GAP), como lo bautizaría la prensa.



Tras su salida del Ejército, Pardo ("el Mono") se integró al GAP, y paralelamente, entrenaba a los cuadros del aparato militar del MIR. Después, al igual que los ex boinas negras David González y Enrique Toledo, pasaría a trabajar en la Dirección Nacional de Abastecimiento (DINAC), dirigida por el general de la FACH Alberto Bachelet, de quien fue su guardaespaldas.



Por su parte, Oscar Delgado había sido dado de baja junto a Alberto Ampuero meses antes, tras el "tacnazo" del general Roberto Viaux en octubre de 1969 (1). Entonces, Delgado pasó a integrar el GAP por cerca de un año, bajo el liderazgo del ex comando Mario Melo Pradenas.



Al momento del golpe militar, los ex boinas negras estaban en la mira de sus ex compañeros de armas. Durante septiembre de 1973, ocho de ellos fueron detenidos por efectivos del Ejército, la Fuerza Aérea o Investigaciones. Arrestados en distintas fechas y circunstancias, la mayoría de ellos fue trasladada al recinto militar en Peldehue y ahí ejecutados. Dos de ellos continúan desaparecidos (2). Un noveno sería arrestado en octubre de 1974, y permanece desaparecido (3). Otro ex boina negra, Fernando Amaya Sepúlveda (4), desaparecería sin dejar rastro en 1976.



Ricardo Pardo y Oscar Delgado, como el resto de los boinas negras expulsados del Ejército, se conocían desde hacía casi una década, cuando, como alumnos destacados de la Escuela de Infantería en San Bernardo, fueron seleccionados para ingresar en 1966 a la Escuela de Paracaidistas en Peldehue. Eran 15 hombres, la primera promoción de boinas negras formados en Chile, y eran, según su entonces superior, el capitán Fuentealba, excelentes instructores, cuadros de elite. Para el Ejército golpista, eran en extremo peligrosos.



Elementos peligrosos



Al momento del golpe de Estado, Pardo y Delgado, ahora cuadros del MIR, ya estaban quemados. No sólo el Servicio de Inteligencia Militar les conocía sus nombres y sus trayectorias políticas, sino que además, sus antecedentes llevaban un año y medio archivados en la Segunda Fiscalía Militar.


Oscar Delgado Marín

Sus nombres habían aparecido profusamente en la prensa en abril de 1972. Durante la Semana Santa de ese año, Pardo, acompañado por el también ex boina negra y mirista, Fernando Amaya, viajó a ver a su hijo en Curimón, pueblo natal de Oscar Delgado. Los tres ex comandos se reunieron esa tarde del 31 de marzo en casa de la familia Delgado. De regreso cerca de la media noche, la camioneta fiscal que conducía Pardo chocó contra un poste eléctrico en el sector rural de Bucalemu, a dos kilómetros de Curimón.



Tras el accidente, según reportó la prensa, dentro del vehículo se encontraron granadas y municiones del Ejército de Chile, manuales guerrilleros, y planos de unidades militares y policiales de tres provincias y de Santiago. Pardo y Amaya fueron capturados, y el SIM salió a la cacería de Delgado, pero éste logró evadir el cerco. El 8 de abril de 1972, la Segunda Fiscalía Militar encargó reo a Pardo por hurto de material de guerra y conducir en estado de ebriedad, y a Amaya como encubridor. Fueron recluidos en la Cárcel Pública de Valparaíso unos meses, y después trasladados a la Cárcel Pública de Santiago. Ambos recuperarían su libertad en el invierno de 1973, poco antes del golpe de Estado. En esas semanas, Pardo pasaría poco por casa. Delgado seguía sumergido en la clandestinidad.



El 11 de septiembre, Pardo despertó en casa, y en la mañana pasó un vehículo con compañeros del MIR a recogerlo. Le dijo a su esposa que iba a La Moneda. Más tarde sonarían los bandos militares por la radio, llamando al ex boina negra a presentarse al Ministerio de Defensa. No regresaría a su hogar hasta casi un mes más tarde, el 9 de octubre. Ahí alcanzó a pasar una sola noche.



Cuando a la mañana siguiente Ricardo Pardo se alejó de su familia a bordo de la camioneta del SIM, su hermano Reinaldo partió a averiguar dónde estaba. Comenzó en la Cárcel Pública, y después preguntó por él en la Penitenciaría. No aparecía en sus registros. En el Ministerio de Defensa, le informaron que Ricardo había sido trasladado al Estadio Nacional horas después de su arresto. Voluntarias de la Cruz Roja le recibieron un paquete a su nombre, pero no le confirmaron a Reinaldo Pardo si su hermano se encontraba en el lugar.



Por semanas, Maricho le pidió a su hermano Hugo llevar comida y ropa al Estadio Nacional para su marido. Día tras día, Hugo se apostó en las afueras del coliseo, entregando encomiendas para un detenido cuya existencia nunca le fue confirmada, no obstante que su nombre figura en el listado de prisioneros del Estadio Nacional publicado por el ex director de la DINA, Manuel Contreras. Ese registro señala que Pardo ingresó al Estadio Nacional con su nombre verdadero, figurando como "empleado" (5), tal como indicaba su carnet de identidad.



Sólo muchos meses después, su familia se enteraría del paradero de Ricardo Pardo: había sido enterrado en el Patio 29 del Cementerio General.



Una asistente social en práctica en Laboratorios Davis, donde trabajaba Maricho, cuyo padre, dijo, "era jefe del Estadio Nacional", pudo averiguar que Pardo había sido fusilado el mismo día de su arresto, tras haber sido severamente torturado. Fue entonces, en marzo de 1974, que su esposa acudió al lugar que había resistido durante meses: la morgue. Ahí, le entregaron la argolla de matrimonio y el carnet de identidad de su esposo, y la derivaron al Cementerio General.



Atardecía cuando llegó al cementerio acompañada por su cuñado, Reinaldo, la esposa de éste, Angélica, y su padre, además de un amigo de la familia y compañeros de trabajo. Maricho gestionó la compra de un nicho particular, para trasladar ahí los restos de su marido. Después vendría lo peor. Un militar condujo el grupo al Patio 29, y les indicó el lugar donde yacía Ricardo. Le pasó una pala al padre de Angélica, y él comenzó a cavar, hasta toparse con una pequeña artesa.



"Como su marido perteneció a las Fuerzas Armadas, le dieron la preferencia de enterrarlo solo, porque en las artesas se están dejando de a tres cuerpos," explicó el militar a la viuda.



Maricho se desmayó, no sin antes alcanzar a ver el cadáver de su marido, con su tórax destrozado por las balas, sin ojos, y con una mueca de dolor en su rostro. El cuerpo de Ricardo estaba cortado en tres: a la altura del tórax, el ombligo y las rodillas. Era la única manera de hacerlo caber en la artesa.



Angélica reconoció su barba media cobriza y la ropa que llevaba puesta: dos calzoncillos, dos pantalones, una camisa, la chaqueta de castilla y sus bototos militares.



"¿Sabes porqué fue eliminado? Porque era un elemento peligroso para la sociedad," un oficial de la Fiscalía Militar le aseguró después a la viuda. Enseguida, el oficial le indicó que volviera tres días más tarde para iniciar los trámites para cobrar una pensión de viudez. Ella no regresó.



También en el Patio 29 yacían en el total anonimato los restos de su ex camarada de armas, Oscar Delgado, de chapas "Aquiles" y "Ciriaco" en las Fuerzas Centrales del MIR. Al igual que Pardo, "Aquiles" había sido ejecutado en el Estadio Nacional, donde había ingresado con su nombre verdadero.



Aquiles



Oscar Delgado, de 30 años, era un hombre introvertido y discreto, hijo de campesinos muy humildes en Curimón, donde era conocido como "el Puga". Su familia nunca supo bien a qué se dedicó su hijo tras dejar el Ejército a fines de 1969. "El Puga" se había prácticamente esfumado de Curimón. Llegaba sólo ocasionalmente, generalmente de noche y con algunos compañeros desconocidos en la zona. Casi por casualidad, y de boca de conocidos, se enteraron de que era miembro del GAP, asignado a la casa presidencial en Tomás Moro. Aparte de eso, para sus padres y hermanos, "el Puga" era un misterio. En casa, no se hablaba de política. El hijo mayor, Luis, era suboficial de Ejército en Arica, y acusaba a su hermano menor de "traidor a la patria".



El día del golpe, "Aquiles" se encontraba acuartelado junto a otros miembros de las Fuerzas Centrales del MIR en una casa de seguridad en la comuna de San Miguel. Entre ellos se encontraba Leonardo Schneider Jordán, "el Barba", quien se haría conocido después por su traición al MIR y su colaboración con el Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea (SIFA) y la DINA. Al levantarse el toque de queda el 13 de septiembre, el grupo se dispersó en distintas direcciones. El "Barba" llevó a "Aquiles" a una casa de seguridad, nada de segura: la de sus padres, en Carrascal 6743.



Schneider, de 22 años, era estudiante de sociología en la Universidad de Chile, habiendo sido dirigente de las Brigadas Secundarias del MIR. Sus cercanos en el MIR lo recuerdan como un militante destacado en lo teórico pero mediocre en lo técnico-militar y con un débil sentido de compañerismo. Aún así, el "Barba" se había ganado la confianza de quien era al momento del golpe, jefe nacional de las Fuerzas Centrales del MIR, Mario Espinosa Méndez ("Juancho").



La última vez que la familia de "Aquiles" lo vio fue el 18 de septiembre de 1973, cuando llegó de paso a Curimón junto con un compañero. Esa noche, en el viaje de regreso a Santiago, el vehículo chocó. Su amigo resultó muerto (6). Al igual que en 1972, "Aquiles" nuevamente huyó de Curimón, mientras la casa de la familia Delgado era allanada por detectives, quienes se llevaron fotografías, los diplomas otorgados por el Ejército, y su uniforme. Otra vez se había perdido el rastro de Oscar Delgado, "el Puga", "Aquiles", "Ciriaco".



Según Schneider, en los primeros días de octubre, él, su hermano Alejandro ("Barbín"), y "Aquiles" fueron detenidos por fuerzas especiales de Carabineros en casa de sus padres en calle Carrascal, a raíz de la denuncia de una vecina que los acusó de ser militantes del MAPU. La policía los llevó al Estadio Nacional (7). Otra versión contó a compañeros del MIR cuando llegaron al campo de detención, y aún otras a medios de comunicación en años más recientes (8).



En el Estadio, fueron recluidos en la escotilla de la Tribuna Andes, encontrándose con varios compañeros del MIR. El "Barba" y "Aquiles" fueron interrogados y torturados por oficiales de ejército, tras lo cual "Aquiles" fue separado del grupo y aislado en el fondo de la escotilla, sin poder subir a las graderías. Tres miristas que lo conocían lograron conversar con él dos días más tarde.



"Me reconoció un oficial. Me cagaron," les dijo "Aquiles" esa tarde, muy sereno. "No sé qué piensan hacer conmigo".(9)



Al día siguiente, "Aquiles" ya no estaba. Había sido fusilado cerca de las 19 horas la noche anterior.



Nunca se ha podido determinar cuándo ni bajo qué circunstancias el "Barba" comenzó a colaborar con los servicios de inteligencia. No pocos piensan que siempre fue un infiltrado en el MIR y que su detención había sido montada justamente para entregar a "Aquiles". Otros apuntan a que se quebró en el Estadio Nacional, y que ahí comenzó a delatar a sus compañeros, incluyendo a "Aquiles", cosa que Schneider niega tajantemente. El mismo asegura que "Aquiles" era su "mejor amigo", y que comenzó a colaborar con la SIFA en 1974, dentro de aún nebulosas y contradictorias circunstancias.



El "Barba" continuaría en el Estadio Nacional hasta el 13 de octubre, siendo trasladado a la Cárcel Pública de Santiago y procesado por la Segunda Fiscalía Militar por la Ley de Control de Armas. Sin embargo, fue sobreseido y dejado en libertad incondicional el 18 de enero de 1974.



A fines de ese mismo año, el "Barba" ya vestía uniforme militar en la Academia de Guerra Aérea, y, según algunos testigos, participando en torturas.



"Aquiles" fue enterrado como NN en el Patio 29 del Cementerio General, sin que su familia lo supiera hasta 1990 (10).





Notas:



1. El 21 de octubre de 1969, el general Roberto Viaux Marambio lideró un frustrado levantamiento del Ejército en el Regimiento de Artillería Tacna, en Santiago.



2. Mario Melo Pradenas y Luis Barraza Ruhl siguen desaparecidos. Los cuerpos de Julio Martínez Lara, Enrique Toledo Garay, Alberto Ampuero Angel, David González Venegas, y Daniel Estrada Bustos fueron encontrados después en el Instituto Médico Legal. El cuerpo de Javier Sobarzo Sepúlveda fue exhumado del Patio 29 del Cementerio General en 1991 y posteriormente identificado.



3. El ex boina negra Jorge Piérola Piérola fue arrestado en octubre de 1974 y permanece desaparecido.



4. Hugo Fernando Amaya Sepúlveda, ex boina negra del Ejército y militante del MIR, desapareció en julio de 1976, poco después de avisar a su familia que era buscado por los servicios de inteligencia. Su caso fue calificado "sin convicción" por la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación.



5. Manuel Contreras, "La Verdad Histórica, el Ejército Guerrillero", p. 159.



6. No se ha podido determinar la identidad del amigo de Oscar Delgado que murió en el accidente esa noche.



7. Esta es la versión que Schneider relató a esta autora. La versión que entregó en el programa "Enigma" de Televisión Nacional, transmitido el 10 de diciembre de 2002, es similar.



8. Según Milton Lee, entonces militante del MIR detenido en el Estadio, cuando el "Barba" llegó al Estadio, contó que el grupo había sido arrestado por sospecha mientras viajaban a bordo de una citroneta. Ellos alegaron ser estudiantes y sus captores los trasladaron al Estadio Nacional, sospechosos de ser activistas del MAPU. Contó otra versión a la periodista María Eugenia Camus para la revista Rocinante, edición del 21 de noviembre de 2002: él, su hermano y "Aquiles" fueron detenidos "por carabineros y después de interrogarnos por cuatro días nos enviaron al regimiento Chacabuco […] A mi hermano y a mí nos enviaron a la cárcel."



9. Milton Lee fue uno de los tres detenidos que conversaron con "Aquiles" ese día.



10. Oscar Delgado Marín fue enterrado en el Patio 29 del Cementerio General el 22 de octubre de 1973. En 1979, sus restos fueron exhumados y cremados. Su familia se enteró de su muerte en 1990, al acudir a la Vicaría de la Solidaridad en Santiago. Oscar Delgado y Ricardo Pardo no están incluidos en la investigación judicial sobre la muerte y desaparición de siete ex miembros del Comando de Paracaidistas del Ejército, causa conocida como "caso boinas negras", y por el que el juez Sergio Muñoz procesó en noviembre de 2004 a ocho militares en retiro. Sin embargo, en febrero de 2005, el juez Muñoz abrió un cuaderno paralelo para investigar la ejecución en el Estadio Nacional de Ricardo Pardo, a petición de su familia.





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