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«No existe evidencia de coaliciones vencedoras cuando van divididas»

Para este experto electoral, la noción de que Sebastián Piñera (RN) es el »caballo ganador» está operando con fuerza entre los parlamentarios de la Alianza, incluso del gremialismo. En este sentido, cree que ésta es también la única manera de que el bloque de derecha logre revertir la caída electoral registrada en los últimos comicios legislativos.


El cientista político e investigador de la Universidad Diego Portales y experto electoral del Instituto Libertad, José Miguel Izquierdo, se refiere a Sebastián Piñera (RN) como "el actual candidato de la Alianza", pues está convencido que cumple con los requisitos para representar a la derecha en las presidenciales del 2009. Está tan seguro de eso como de que su posible adversario al interior del pacto, el senador Pablo Longueira (UDI), "va a perdedor".



En conversación con El Mostrador.cl, también asegura que la posición que tuvo la Alianza en torno a la depreciación acelerada genera más beneficios para sector, que los costos que podría provocar la postura crítica que el bloque ha tenido frente al proyecto de Ley General de Educación.



¿Cómo visualiza el escenario en la Concertación luego del rechazo del proyecto de depreciación acelerada en el Senado?
– Ahí hay un voto díscolo que no aguantó la ambigüedad con que necesariamente se tiene que manejar la agenda pública desde el Gobierno y reaccionó. Las políticas públicas nunca son unívocas, no tienen sólo una mirada, no tienen un dogma, contienen una dosis de ambigüedad que consiste en que el administrador público tiene que lidiar con distintos grupos de presión. En ese sentido, la agenda que expuso el ministro Viera-Gallo está atravesada por la instalación de la exclusión como el valor principal del Gobierno de Bachelet; sin embargo, en Chile no se puede gobernar sin el interés empresarial y aquí se estaba haciendo un guiño a los grandes capitales, después de un año donde la inversión, que es necesaria para el crecimiento, se contrajo.

Piñera dice que el rechazo del proyecto en el Senado mostró los quiebres que hay en la Concertación ¿Es tan así?
– La existencia de facciones en coaliciones de partidos es connatural a este tipo de organizaciones. No es extraño que existan fisuras o corrientes de opinión distinta. Lo que sí hemos estado registrando es una distancia ideológica mayor en las posiciones de los parlamentarios de la Concertación, que la que existía en la década anterior.



¿Cómo así?
– Existe un menor acuerdo en la estrategia de desarrollo. Hay evidencias que demuestran que los parlamentarios del gobierno tienen posiciones ideológicas más distantes que las posiciones que tenían los parlamentarios de otros períodos legislativos.



¿De qué manera esto beneficia a la Alianza?
– Le da más poder en términos de que el Gobierno la requiere para sacar adelante algunos proyectos, por lo tanto, puede negociar mejor. Esta división ideológica permite a la Alianza encontrar espacios para traducir su pensamiento en propuestas que antes no necesariamente se habían expresado. De esa forma, se constituye en un referente más claro y le es posible captar preferencia. Ahora, la Alianza tiene mayor conciencia de las posibilidades que existen hoy de acceder al poder, a diferencia de lo que ocurrió en tiempos de (Joaquín) Lavín.



¿Cuál es la diferencia?
– Hoy día el proceso político es mucho más dinámico. El ciclo electoral es bastante más corto, por lo tanto, la probabilidad de que la desafección ciudadana hacia la Concertación se logre revertir es más baja. Si sigue cayendo la adhesión a Bachelet, que cayó 14 puntos en el año, podemos encontrar una Alianza que tenga mayores razones que antes para actuar unida y enfrentar así el proceso electoral, que es lo que produce mayor intención de voto.



¿Qué tan real es que hoy día haya más posibilidades de que la Alianza llegue a ser Gobierno que las que tuvo Lavín?
– Hay una variable importante que es la popularidad y la percepción de crecimiento económico. Lavín compitió con (Ricardo) Lagos en un momento en que Chile crecía poco y el Presidente de la República tenía baja popularidad, ese escenario puede repetirse el 2009: Un país que haya crecido poco y una Presidenta con baja popularidad o con expectativas frustradas. En cambio, Lavín y (Sebastián) Piñera compitieron en un escenario de alto crecimiento o de reactivación económica, de expectativas de crecimiento alto en las personas y alta popularidad de quien dejaba el cargo.



Legitimarse en discurso de igualdad



Y este hito de que la Alianza se haya desmarcado del empresariado ¿Cómo la puede afectar electoralmente? Se lo pregunto porque ya hay dirigentes sacando cuentas alegres.
– En la medida en que ese comportamiento legislativo se transforme en una posición permanente, la Alianza puede tener mayor legitimidad para hablar de igualdad. Es muy coherente con el liberalismo económico y político el ir en contra de los grandes capitales y de los monopolios no naturales. Y en lo sucedido con las Pymes, es muy propio de un liberalismo económico el defender a estos emprendedores excluidos porque el sistema financiero no los considera o tienen mayores dificultades para interactuar con ese sector, y el Estado los presiona a través de algunos impuestos y sin ningún tipo de beneficio exclusivo. En la medida que ese discurso se instale y se haga coherente en otros ámbitos, la Alianza puede tener mayor legitimidad de participar en el debate sobre igualdad que va a estar muy presente los tres próximos años.



¿Cómo se podría vincular este comportamiento con el debate que se va dar en el proyecto de la ley de enseñanza?
– Una forma de vincularlo es valorar el derecho de los padres a elegir en qué colegio educar a sus hijos. Es necesario que exista diversidad de oferta y con algunos de los artículos incluidos en la reforma presentada por la Presidenta Bachelet se impide que los colegios desarrollen esta acción de selección, lo cual impacta sobre el tipo de currículo que los colegios pueden tener. Otro punto de conexión es comprender que la calidad de la educación es el objetivo y no el control de la administración de los servicios educacionales. Todo se traduce en que la derecha defiende que el Estado tiene que estar más presente fiscalizando, asegurando la calidad de los colegios, pero la calidad y la selección no están relacionadas; la calidad y el lucro no están relacionados, esos son errores de concepción muy graves porque se pueden cerrar muchos colegios.



¿Podría ser que lo que la Alianza ganara electoralmente con su postura sobre la depreciación acelerada lo perdiera si vota en contra del fin del lucro?
– En Chile el Gobierno tiene la ventaja del control de la agenda y, a través de ella, la imposición de los valores imperantes. En general, el discurso político está orientado a reforzar las características ideológicas del electorado o de grupos. En ese sentido, el asunto del lucro puede ser entendido como un aspecto que potencia este enfrentamiento entre "empleados y patrones"; sin embargo, el rechazo a impedir que gestores puedan ganar plata generando educación de calidad ha sido más transversal que lo que el Gobierno esperaba.



En los sectores más acomodados.
– No, no sólo en los sectores acomodados, sino también en los sostenedores de los colegios particulares subvencionados que, en general, no tienden a identificarse ideológicamente con la derecha y en padres. Y esto tiene coherencia con la disposición que tienen los padres, en Chile, a gastar plata en la educación. El nivel de gasto en las familias medias-bajas y bajas llega a ser superior al 60 por ciento de sus ingresos, es decir, existe gran expectativa y disposición a participar en este sistema y la posibilidad de que se quiebre se traduce en que aquellos que tienen menos sólo van a tener posibilidad de acceder a educación pública de mala calidad. Entonces, la posición que tuvo la Alianza en torno a la depreciación acelerada genera más beneficios que los costos que pueda generar su posición sobre la LOCE.



Basándose en situaciones como el Transantiago y algunos hechos de protesta, algunos dirigentes de la Alianza sostienen que el país está en crisis ¿Es tan así?
– No sé si la sensación de que exista crisis es cierta o no, pero los distintos factores y estímulos que está entregando el gobierno pueden provocar un desplazamiento en la valoración que las personas hacen de ciertos atributos del liderazgo político. Hasta ahora nos hemos preocupado mucho de las características de la personalidad de algunos líderes, lo que llamamos atributos subjetivos del liderazgo, a los cuales se le otorga confianza, y estamos viviendo un momento en que el electorado está exigiendo mayor racionalidad, que lo hagan bien, y eso es directamente beneficioso para el actual candidato de la Alianza por Chile, Sebastián Piñera, para ponerlo con nombre y apellido. Sebastián Piñera está absorbido simbólicamente por esa racionalidad.



Sin embargo, el viernes un grupo de alumnos de la Universidad Alberto Hurtado, donde Sebastián Piñera fue invitado a exponer, le hizo una contramanifestación. ¿Se podría decir que esta sensación de crisis está polarizando al país en términos políticos?
– No me parece que el país se esté polarizando. Esto se llama sensación de no solución sistémica, cuando hay problemas cotidianos que se vienen arrastrando por mucho tiempo y las personas saben, sienten, viven, que el sistema político y las instituciones no les dan solución. Al ir desmoronándose la opción de centro izquierda, se alimenta un canal de representación para el conflicto social distinto a las coaliciones que hoy día existen, y que podría ser transversal. Así es como puede surgir un líder populista y su viabilidad se da porque no existe ese canal de "representación de la bronca".



Candidato único



Usted da por sentado que Piñera será el candidato de la Alianza ¿Es un hecho que la derecha debe ir unida en las próximas presidenciales?
– No existe evidencia de coaliciones vencedoras cuando van divididas frente a otra coalición que va unida, salvo en el caso francés. La evidencia nos muestra que las coaliciones que compiten con sistemas mayoritarios tienden a ganar en la medida que buscan unidad. Por otra parte, la posibilidad de que la Alianza por Chile logre revertir la caída electoral registrada en las municipales y parlamentarias pasadas aumentan en la medida de que exista mayor posibilidad de coordinación electoral. Esa coordinación tiene que ver con la adecuación de la cantidad de candidatos a la cantidad de representantes que se eligen, tanto en consejos, como municipios y parlamentarios, lo que implica diseñar una buena competencia. Otra causa práctica para que los partidos puedan tener incentivos para optar por la unidad y no por la división, en esta pasada, es que la existencia de un paraguas o de un candidato nacional permite a los candidatos locales ahorrar en gastos de campaña y sumarse a la tendencia electoral ganadora.



En la elección anterior, Sebastián Piñera no impuso su liderazgo, en términos públicos, hasta noviembre del 2005 cuando las encuestas -el CEP- lo mostraron despegándose y abatiendo a Joaquín Lavín; por lo tanto, la decisión de los candidatos al Parlamento de "sacarse la foto con Piñera" se demoró y así se perdieron cuatro nuevos distritos. Y esa noción de que el caballo ganador es Piñera está operando en los parlamentarios, y con fuerza en los parlamentarios UDI. Esa es la razón práctica, en el fondo es decir pensemos dónde está el incentivo mayor, el que pesa más. Porque en realidad la opción de un candidato propio de la UDI se entiende en la medida que este candidato pueda producir mayores beneficios que otro candidato en términos electorales y de gasto.



¿Eso quiere decir que el senador Pablo Longueira no tiene oportunidad debido a lo bajo que marca en las encuestas?
– Claro, ese pingo va a perdedor.



Algunos dirigentes gremialistas creen que si cada partido lleva un candidato ambas tiendas se potencian.
– Ahí hay una tensión interesante de ver cómo la resuelven los partidos. Porque, en realidad, lo que más conviene a esa opción unitaria es que exista una competencia parlamentaria suficiente que no derive en división política, o en percepción de división política, pero que maximice la captación de votos de cada partido y del presidenciable. En el fondo, que permita al presidenciable presentar un equipo con candidatos que son apoyados por el mismo, pero que no se matan.



¿Es esta la oportunidad que tiene la Alianza para llegar al Gobierno y terminar con su vocación de oposición?
– El antecedente que se ejerció para el tema de la depreciación acelerada permite ver una labor de oposición distinta, porque va antecedida de un proyecto concreto y beneficioso para un amplio número de personas, ya que las Pymes generan el 80 por ciento del empleo. Este antecedente se podría llegar a traducir en una actitud permanente y en esa medida se empezaría a generar la percepción de que existe una visión de país u oferta política clara, lo que puede impactar en la orientación de las personas. Sí, hoy día hay una gran oportunidad, pero ésta se traduce en comportamiento político distinto en la medida que existe sensación de que se puede alcanzar el poder. No hay un aglutinador más eficaz que el poder. Mientras exista más percepción de que las unidades se necesitan recíprocamente, de que tienen posibilidad de alcanzar el éxito electoral, va a haber más incentivo para la unidad.



En un análisis general y no circunscrito a las últimas semanas ¿Se podría decir que esta posibilidad de ganar el más real porque la Alianza lo ha hecho bien o porque la Concertación está haciendo un mal trabajo?
– Por primera vez, podemos decir que son ambos. Antes, era mal trabajo de la Concertación, la novedad es que estamos diciendo que la Alianza está trabajando bien.

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