Publicidad

«No vamos a tener un sistema inundado de recursos con los US$650 millones»

Quien fuera uno de los padres de la reforma educacional de los ’90, señala que si bien ésta »fracasó» a nivel de aprendizaje, generó las condiciones para la »rebelión pingüina», que hoy permite discutir el rediseño institucional. Además, afirma que el aumento en la subvención se hizo pensando en el equilibrio económico, más que en necesidades educativas.


Hace exactamente un año la rebelión estudiantil estaba en su cenit, el Gobierno no sabía cómo administrar la crisis porque una reforma educacional no estaba entre sus prioridades inmediatas. Pese a ello, la Presidenta Michelle Bachelet se vio obligada a anunciar un paquete de medidas que incluía la creación de un polémico y transversal Consejo Asesor Presidencial para la calidad de la Educación. Los anuncios llegaron después del discurso del 21 de mayo, pero no lograron aplacar la sed de cambios que exigían los secundarios.



Un año después su mensaje estuvo más "recargado", gracias al envío al Congreso de una iniciativa para reemplazar a la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE), a lo que sumaba el anuncio de la Superintendencia para el sector y la inyección de US$ 650 millones para el sistema, derivados de las flexibilización del superávit estructural, los que consideran aumentar en un 15% la subvención base.



Pero la millonaria cifra no apunta a solucionar uno de los principales nudos de la educación y que está en la sala de clases: más tiempo para que los profesores puedan conocer efectivamente cuánto y cómo están aprendiendo los alumnos.



Así lo cree el director del Centro de Desarrollo Docente de la Universidad Católica, Cristián Cox, considerado uno de los padres de la reforma educacional de los 90′, quien hasta hace un par de años fue jefe de la Unidad de Currículum y Evaluación del Ministerio de Educación, y en 2006, uno de los miembros del consejo formado por Bachelet.



"Esta súper probado por la investigación, que una de las herramientas más rendidoras es la retroalimentación a lo que el alumno produce, sea oralmente o por prueba escrita. Clave para que aprendan, es que puedas reaccionar a lo que te produce y le puedas hace ver qué es lo que está bien, lo que esta mal. Hoy eso es prácticamente imposible", se lamenta Cox.



Este sociólogo admite que la reforma de los 90′ "fracasó" en las metas de aprendizaje que se propuso, pero sostiene que las políticas de la Concertación ayudaron a generar la "rebelión pingüina", movilización, que asegura, abrió paso al rediseño institucional que nunca se plantearon las autoridades desde el retorno democrático por el amarre que significó la LOCE.



«Ese largo ciclo de políticas, de más de una década, concluye en el invierno del año pasado con los secundarios rebelándose contra la calidad y juzgando muy críticamente la justicia y la equidad del sistema educativo y poniendo en la agenda otras dimensiones, que no habían sido visualizadas como parte de la política», dice.



Recursos millonarios, pero insuficientes



-Es decir, ¿si no hay movilización estudiantil, no tendríamos la discusión que tenemos hoy en educación?

-No tendríamos la agenda que tenemos hoy, es cuestión de examinar el mensaje de la Presidenta de 2006, no era una prioridad del gobierno.



-Los secundarios lograron imponer una nueva agenda en educación, ¿esto se debe al fracaso de la primera reforma educacional? De hecho el ex ministro Martín Zilic, cuando llegó a la cartera, sostuvo que había que hacer "la reforma de la reforma"

-No. Creo que deberíamos pensar en términos de evolución de los sistemas y de las políticas. La políticas de los ’90 tocaron un techo y dieron un conjunto de resultados, sobre eso se funda la nueva etapa. No hubiéramos tenido, mira la paradoja, no hubiéramos tenido rebelión pingüina el año pasado sin las políticas para la educación secundaria de los ’90. La reforma produjo coberturas en (la enseñanza) media y un tipo de jóvenes en relación a su sociedad, que produjeron la rebelión del invierno del 2006, que a su vez impactaron sobre el sistema político que descubre que institucionalmente tenemos un sistema que no es coherente y que necesita ser rediseñado, cambia la agenda y estamos en esa transición. Creo que hay que pensar que estamos en una nueva fase, la nueva fase se construye sobre el fracaso del anterior, si no del agotamiento de su lógica.



-Pero alguien podría cuestionar eso y decir que era conveniente que la reforma provocara mejores resultados en el Simce, en vez de una rebelión estudiantil

-Yo creo nadie pensaba ni quería una revolución pingüina. Yo que participé largamente en las políticas de los 90′, por supuesto, nunca trabajé para terminar no alterando los resultados del Simce, pero parte de una mínima comprensión de la política es saber que estos problemas superan con mucho a una gestión o a un grupo técnico y que son construcción de los 90’… Sí, las políticas de los 90′ apostaron a que lograrían resultados de aprendizajes de otro nivel y no lo lograron y, en ese sentido, se puede hablar de fracaso, en esa dimensión…Sí, toparon un techo, que no pensaban que existía y estar en ese punto es lo que te permite pensar en esta nueva fase, fase que tiene que ver con rediseños institucionales.



Además, la nueva etapa tiene que ver con ser capaces de reformar profundamente cómo se forman y cómo se desarrollan profesionalmente nuestros profesores y ahí las universidades tienen un papel importantísimo respecto a lo cual se ha tematizado públicamente muy poco. Dicho coloquialmente, han pasado súper piola, porque el sistema escolar se funda sobre la profesión docente.



Recursos insuficientes



-A diferencia del año pasado, este 21 de mayo sí se realizaron anuncios para la educación, incluso la inyección de US$ 650 millones. ¿Cree que son realmente necesarios tantos recursos para mejorar la calidad de la educación o falta mayor gestión y creatividad?

-Es una muy buena pregunta y sobre la cual hay gran discusión. Una discusión sobre la cual, desgraciadamente nuestros economistas, el campo de economistas del país, no tiene nada que ofrecer en términos de estudios de costos de la educación de calidad que queremos ofrecer.



Hoy día no hay cómo responder al juicio del historiador Gonzalo Vial, desde hace 20 años, que dice "si ustedes no doblan la subvención no comencemos a hablar de que vamos a entregar educación de calidad en contextos de pobreza".



-¿No hay ningún estudio de costos en el país para determinar algo tan básico?

-No está respondido cuánto vale educar bien a la niñez que no tiene capital cultural, un 40% de la matrícula actual. La verdad es que no hay antecedentes empíricos sólidos ni a favor ni en contra de la tesis de Vial, que puedan decir tiene toda la razón del mundo o no, si se pueden lograr esos resultados con menos que el doble de la subvención. Entonces, lo primero es que deberíamos tener esos estudios de costos; segundo, es efectivo que tú no puedes tener docencia efectiva en términos de aprendizaje si estás frente a cursos al nivel en que están los de la mayoría del país. No es real. Tú no puedes enseñar bien si estás frente a cursos que las regulaciones establecen (en cuanto a número de alumnos), porque te agotas, porque no tienes tiempo para preparar las clases ni para corregir las pruebas, cuestiones bien de base.



Una de las propuestas de la comisión asesora presidencial es que la proporción entre tiempo lectivo (exposición frente al curso) y tiempo contratado (no frente al curso) cambie a favor de éste último… Se necesita mucha plata para pagar eso, platas de otro orden que los US$ 650 millones. Parece mucho y, claro, van a tener un impacto grande en el sistema municipal, porque van a haber recursos para jubilar y producir circulación de recursos humanos, pero desde esta perspectiva, que tiene que ver directamente con calidad, no da por ninguna parte.



Entonces, ¿vamos a pasar a tener un sistema inundado de recursos con estos US$ 650 millones adicionales? No. Estos recursos se pueden utilizar súper bien, pero respecto a lo que estamos hablando, son recursos de otra escala.



Además, hay consenso técnico sobre los costos que se requieren para llevar a un alumno, que viene de orígenes de pobreza cultural y económica, a unos aprendizajes como los que plantean los estándares nacionales, son más altos, necesitan más tiempo, necesitan más apoyo que ese 15% de alza para la subvención.



Así es que un mensaje para el mundo de la investigación: yo creo que está iniciado el camino para revisar muy a fondo el piso de la subvención, tiene que ser diferenciada, seriamente diferenciada y el marco presupuestario tiene que ver muy a fondo este tema del tiempo de los docentes. Imaginémonos que un cuarto de ese tiempo docente contratado no es frente a alumnos y es para estudios, para evaluación, estamos hablando de platas grandes.



-Pero, ¿no es tarea del Ministerio de Educación implementar este tipo de estudios?

-Diría que es una tarea de todos y que el campo de la investigación aquí tienen un deber importante, insatisfecho, el ministerio, el Parlamento, debiera tener antecedentes sobre costos de educar, ricos, variados…



Cuidando los equilibrios



-Si no tenemos un cálculo de cuánto cuesta educar, entonces la discusión que viene por delante…

-…es súper ideológica, o más que ideológica, o junto con ser ideológica es poco alimentada por la evidencia. Una de las dimensiones de modernidad que tenemos que hacernos cargo en serio es que debemos diseñar e implementar políticas basadas en evidencias, esta discusión sobre costos no tiene evidencias y yo creo que nuestros economistas, de centro, de izquierda, de derecha, están en deuda. Han publicado mucho, han estudiado con finura las diferencias de efectividad y de costo-efectividad de las administraciones municipales comparadas con las privadas subvencionadas.



-¿Se podrían cometer errores gravísimos en la discusiones sobre los distintos proyectos de ley si no hay datos concretos?

-No gravísimos, porque como Chile está creciendo y la discusión es sobre cuánto más, estos mayores recursos van a hacer una diferencia sobre todo si van asociados a lógicas de rendición de cuentas y de un escrutinio público sobre su uso oficial. Si tú juntas esas dos cosas, más recursos y mayor escrutinio, mayor rendición de cuentas, no puedes cometer errores, pero puede ocurrir que estemos aumentando recursos y al mismo tiempo no alcanzando los límites en que los recursos hacen la diferencia en el aprendizaje, que es lo que importa.



-Y ¿cómo cree que el gobierno llegó a determinar, por ejemplo, el aumento de un 15% en la subvención si no hay estudios?

-O sea, llegó al 15%, estoy seguro, por equilibrios macroeconómicos, no por necesidades educativas del sector. Estoy especulando, no sé cómo Hacienda, Educación y La Moneda han trabajado esto. No es descabellado pensar que se llegó al 15% en base a un cuidado por los equilibrios macroeconómicos del país, más que por una lógica desde la educación y la pregunta cuánto cuesta educar bien a nuestra niñez y pobreza.



__________



Vea además:



Sostenedores sin fines de lucro: »Tiene cero viabilidad política»

Publicidad

Tendencias