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El escolta del ministro de Justicia que metió las manos en la «caja chica»

Christian Buscaglia
Por : Christian Buscaglia Periodista El Mostrador
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El gendarme que trabajaba como guardaespaldas de Carlos Maldonado no resistió la tentación de apropiarse de 140 mil pesos. Tuvo sólo un problema. En la dependencia donde cometió su delito había cámaras que lo grabaron de principio a fin, por lo que tuvo que reconocer su falta, siendo expulsado en el acto de la institución.


Quizás Domingo Navarrete, un gendarme adscrito a la escolta del ministro de Justicia Carlos Maldonado, no se detuvo los diez segundos que toda persona debe reflexionar antes de cometer cualquier acto fuera de la razón.

Fue ese instante el que lo llevó a robarse $ 140 mil de la “caja chica” del gabinete, enlodando para siempre su carrera, ser dado de baja en el acto y enfrentado una investigación que lleva la Fiscalía Centro Norte.

El hecho ocurrió hace aproximadamente un mes y fue mantenido en la más estricta reserva por la secretaría de Estado, primero por un tema de imagen, pero también por las razones propias de la seguridad de Maldonado.

Sapeo digital

Cuando Navarrete se apropió del dinero supuso que no sería descubierto. Sin embargo, había cámaras instaladas que grabaron toda su acción.

Por eso, cuando fue increpado luego de una rápida investigación interna, no tuvo más que asumir el delito. Las imágenes eran indesmentibles.

El hecho causó mucho “dolor”, tanto en Maldonado como en el director de Gendarmería, Alejandro Jiménez. Y esto porque el primero le confía su vida al funcionario y de tanto relacionarse con sus escoltas a diario, inevitablemente se genera una relación cercana.

Para el caso del segundo también es un golpe ya que los Protectores de Personas Importantes (PPI), como se los conoce en la jerga de seguridad, son elegidos “con pinzas”. Deben cumplir no sólo con características físicas, sino también de carácter, como también hacer cursos para desempeñarse en esos puestos.

Pocas veces se ha conocido entre los PPI situaciones como éstas, ya que son funcionarios de exclusiva confianza de las instituciones. Basta sólo imaginar que, desde que una autoridad se levanta hasta que se acuesta, están con ellos.

Pero el refrán habla por sí solo: “La ocasión, hace al ladrón”.

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