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La trama que terminó con la paralización de Costanera Center

Horst Paulmann se empecinó en construir el edifico más alto de Latinoamérica para el Bicentenario. Pero la realidad y la crisis le cayeron encima. Un demorado acuerdo con el MOP, que finalmente no se concretó, problemas con los sindicatos de trabadores de la megaobra y un ultimátum del directorio de Cencosud pesaron más que su porfía para pinchar la burbuja del «elefante» alemán.


Era demasiado bueno para ser real. Un edificio de 70 pisos y 300 metros de altura con dos hoteles de cinco y cuatro estrellas, un gimnasio, terrazas, áreas verdes, un bulevar comercial y 200 mil metros cuadrados de oficinas, casi tres veces el espacio que necesita la ciudad entera. Un monumento al ego. Como si fuera poco las relaciones con el sindicato de los cerca de tres mil trabajadores eran mejores que en muchas de las obras que se construyen en Santiago. «Se han mantenido las buenas relaciones con la empresa gracias al respeto que para nosotros siempre se tradujo en mejorías para los trabajadores», dice Sergio Alegría, presidente del Sindicato de Trabajadores Contratistas y Subcontratistas (SINTRAC) que negociaba con la constructora Salfa y con el mandante Cencosud, el conglomerado del elefante de propiedad de Horst Paulmann.  

La piedra en el zapato del MOP 

La buena relación significaba que un jornal podía ganar, según Alegría, como piso 270 mil pesos y un albañil o maestro carpintero calificado unos 400 mil pesos. A todas luces un hito, de país con aspiraciones de entrar a la OCDE, digno de que el entonces presidente Ricardo Lagos acompañara a Paulmann y se pusiera un casco blanco para inaugurar las obras en marzo de 2006, a días de entregar el mando a Michelle Bachelet. Ese día, en la última etapa de su romance con los empresarios, el Mandatario hasta se dio tiempo para bromear ante las cámaras con HP o «don Horst» como le dicen a Paulmann en su multinacional del retail. «Si necesita un inspector de obra me ofrezco», pasó el recado.

Pero los problemas empezaron sólo meses después de esta mediática inauguración cuando la agrupación Defendamos la Ciudad (ver columna de El impasse del Costanera Center) reveló que la obra no tenía los permisos necesarios de construcción, los cuales finalmente fueron aprobados recién en marzo de 2007. Paralelamente el proyecto contempla modificaciones viales al entorno donde está emplazado: un túnel bajo la avenida Andrés Bello, un puente sobre el Mapocho que conecta Tobalaba con la futura autopista El Salto-Kennedy y una pasarela peatonal sobre Vitacura que conecta con el Metro. Todas obras de envergadura y costos millonarios.

Desde que partió la construcción según afirman cercanos a la evolución del proyecto, los tres ministerios involucrados (Obras Públicas, Vivienda y Transporte) empezaron a solicitar al holding de Paulmann el estudio sobre cómo se iban a abordar estas modificaciones que alterarían el funcionamiento vial de esa zona de la ciudad. «Pero ellos siempre dilataron la entrega de este estudio de mitigación y recién estuvo a disposición de los ministerios en diciembre del año pasado», cuenta un testigo del proceso. 

El acuerdo que no sirvió  

Antes de que el comité de los tres ministerios tuviera en sus manos el estudio de mitigación hubo varias reuniones entre el titular del MOP Sergio Bitar y Paulmann. «En ese lapso, Bitar se dedicó a escucharlo hasta que el proyecto satisfizo los requerimientos de los otros ministerios», añade otra fuente que tuvo acceso a los documentos.

Pero antes que terminara el año, en diciembre de 2008, cuando era evidente que la crisis golpearía hasta a los más preparados para sortear la tormenta, emisarios de Paulmann comenzaron a enviar mensajes a los ministerios involucrados diciendo que la empresa no tenía los recursos para asumir el costo de las obras.

Paralelamente Salfa, encargada de la construcción, enfrentaba las primeras protestas serias debido a que en octubre se suspendieron las obras en dos de las torres que componen la obra, a raíz de lo cual unos 150 trabajadores debieron ser reubicados a cambio de una rebaja en los sueldos, en tanto se redoblaba la construcción en turnos seguidos de 24 horas.

Fue el germen de un conflicto adicional. A partir del primer «amotinamiento» serio de obreros en diciembre, los problemas con los trabajadores se intensificaron a partir de la formación del sindicato encabezado por Miguel Nazal, que según Sergio Alegría «es el ingreso de ciertas organizaciones como la CUT a las que siempre les pareció apetitosa esta construcción y que se aprovecharon de la rebaja en los sueldos de los trabajadores que fueron reubicados de la torre 3 para así generar problemas». Cuestión desmentida desde la vereda de enfrente.

Sin embargo, con la suspensión de las obras en dos de las torres del Costanera Center como una fuerte señal de crisis, Paulmann vuelve al despacho de Bitar y logra que el 5 de enero se firme un acuerdo en que el gobierno, licitando una concesión para el túnel, ayudaría a financiar el 20% de las obras viales. La empresa en el comunicado donde anunció la paralización de la construcción de las dos torres, agradeció la voluntad del gobierno. 

Es bueno decir que las mitigaciones viales representan un 1% del total de la inversión, que asciende a los US$600 millones.  

No estamos en Alemania 

Pero según una fuente ligada directamente a la construcción del mega proyecto «la solución vial se iba a demorar 23 meses, y las torres iban a estar listas un año antes y mientras las modificaciones viales no estuvieran listas el proyecto no iba a poder empezar a andar. Entonces no tenía ningún sentido seguir aunque el tema con el Mop estuviera resuelto recién ahora».

Por lo mismo en las últimas semanas Paulmann hizo saber al ministro que no podría asumir el acuerdo firmado a principios de enero. El empresario le expuso al ministro el ejemplo de Alemania, donde en estos casos el gobierno asume los gastos de las mitigaciones viales. No sin algo de compasión, Bitar le recordó a Paulmann que estábamos en Chile y que debía adecuarse a nuestra realidad.

El sueño de Paulmann se acabó, por ahora. Esta semana, en la última reunión de directorio, sus miembros le recordaron papeles en mano que debido a la deuda de corto plazo que tiene la compañía, el megaproyecto era definitivamente inviable desde hace tres meses. Además, la agresiva entrada de Wall-Mart al mercado chileno a través de D&S obligaba a dedicarse exclusivamente al retail. Un testigo de la reunión asegura que Paulmann se resistió a la idea hasta que los directores amenazaron con seguir el mismo camino de Laurence Golborne, gerente general de la empresa que renunció en diciembre y quien precisamente dejó su puesto por diferencias insalvables con el dueño de la empresa. La más importante: el Costanera Center.  

 

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