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La batalla por la diablada

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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Ni las reinas de belleza se escapan de tal ambiente. En el concurso Miss Universo que acaba de terminar en Las Bahamas, la candidata peruana usó un traje de luces de la danza La Diablada, que deslumbró a los asistentes pero provocó indignación en las autoridades bolivianas. Estas amenazan con ir ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya y ante la Organización Mundial de Propiedad Intelectual por usurpación de su patrimonio cultural.


Las declaraciones del Presidente peruano Alan García sobre la posibilidad de un acuerdo diplomático secreto entre La Paz y Santiago a espaldas de Perú para solucionar la mediterraneidad boliviana, corresponden a una atmósfera recargada de desconfianzas entre esos dos países. Que efectivamente afecta a Chile, pero ante la cual es conveniente mantener una prudente distancia.

Por lógica nadie debiera suponer que lo declarado por el Presidente García es un dicho al azar o un exabrupto, sin vínculo a alguna hipótesis que -por más difusa que parezca- pudiera alimentar los análisis de la cancillería peruana o de los estados mayores de sus Fuerzas Armadas.

Sin embargo, la experiencia indica que ella debe matizarse por el ambiente de irritación y susceptibilidad que actualmente cruza a ambos países, manifestado en diferentes circunstancias, y que se nutre, al mismo tiempo, de profundos ríos culturales y una severa incontinencia verbal.

Parte importante de las suspicacias se relacionan con la suscripción de un Tratado de Libre Comercio entre Perú y Estados Unidos y con  las  tratativas comerciales con la Unión Europea al margen de la Comunidad Andina. Pero también se anclan en los vínculos políticos del gobierno de Evo Morales con Hugo Chávez, que lo hacen su más férreo aliado en la región, de la misma manera que  el gobierno peruano es uno de sus más duros detractores. Como siempre, también hay algo personal, en este caso entre ambos mandatarios, quienes no parecen cultivar una simpatía mutua muy profunda.

A fines de marzo del presente año Evo Morales declaró en una conferencia de prensa que «Bolivia nunca jamás va a renunciar al retorno soberano al mar».  Sus palabras no estaban dirigidas a Chile sino a Alan García. Este había dicho días antes que las críticas bolivianas a la demanda peruana ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya por el límite marítimo con Chile eran injustificadas pues La Paz no ha vuelto a «… tratar eso (la salida al mar) firme y claramente con Chile». Todo su interés se basa, señaló, en participar en una discusión a la que no está invitada.

Las respectivas cancillerías contribuyeron abiertamente a ampliar la controversia y David Choquehuanca, canciller boliviano calificó las palabras de Alan García como «poco serias, poco responsables y poco respetuosas».

Horas después el Presidente Evo Morales en su particular estilo dijo que a Alan García le debía «haber afectado tanta gordura para hablar así». Reconoció además que está tratando el tema del mar en forma discreta con Chile desde hace tres años y que nunca se había avanzado tanto como ahora.  Dijo también que Alan García estaba usando «los legítimos derechos del pueblo peruano» para «recuperar su imagen».

En otro incidente, a mediados de febrero, una Comisión del Congreso Peruano visitó La Paz para recabar información sobre la labor de un hospital cubano en la frontera común. El viaje terminó en un problema porque uno de los parlamentarios integrantes declaró que ella «tuvo un direccionamiento (ideológico) y un excesivo sentido politizado» en contra del presidente Evo Morales, y acusó al gobierno peruano de provocar un roce diplomático innecesario.

Como contrapartida, sus compañeros de Comisión indagaban sobre las llamadas Casas del ALBA (146 en Perú) y concluyeron que estas intervenían en la política interna peruana. Dichas casas son centros de desarrollo social u ONGs  con claras simpatías por los gobiernos de Bolivia y Venezuela, aparentemente financiadas por este país, y que tienen entre sus programas servicios médicos. Según el Ministro de Defensa peruano, Antero Flores Araos, ellas promueven la violencia y brindan apoyo subversivo a las movilizaciones campesinas con tomas de carreteras y otras acciones como las ocurridas en Puno.

El presidente Evo Morales cuestionó la visita parlamentaria y, aparentemente ironizando, señaló que le gustaría averiguar la labor de Estados Unidos en Perú para saber si es cierto que ese país estaría construyendo una base militar, lo que fue rechazado por congresistas oficialistas como insinuaciones «hostiles» y nuevas acusaciones de ingerencia política.

En esa misma ocasión, el Primer ministro peruano Yehude Simon se refirió a las protestas del presidente boliviano de manera un tanto despectiva: «Hay que ser maduros, las expresiones (de Evo Morales) son como las del hermano menor que habla con mucha pasión. Hay que seguir caminando con Bolivia, que va más allá de Evo Morales. Las palabras se las lleva el viento».

Ni las reinas de belleza se escapan de tal ambiente. En el concurso Miss Universo que acaba de terminar en Las Bahamas, la candidata peruana usó un traje de luces de la danza La Diablada, que deslumbró a los asistentes pero provocó indignación en las autoridades bolivianas. Estas amenazan con ir ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya y ante la Organización Mundial de Propiedad Intelectual por usurpación de su patrimonio cultural.

El Instituto Nacional de Cultura del Perú aclaró que «la danza ‘La Diablada’, es parte del patrimonio cultural del Perú, Chile y Bolivia, en cuyas zonas altiplánicas la danza constituye acto central de la tradicional festividad de la Virgen de la Candelaria». Es de esperar que nuestra cancillería no emita ninguna declaración ni tome partido al respecto para evitar que nos enredemos, tal como ocurrió con el charango y el pisco, ahora en una batalla por la virgen de La Tirana.

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