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“No hay ningún modelo económico que pueda subsistir inalterable con los niveles de desigualdad que tiene Chile”

Claudia Rivas Arenas
Por : Claudia Rivas Arenas Periodista de El Mostrador @crivasa
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El parlamentario resulta inmune a las críticas que por estos días le han llovido a su gobierno. Cree que la administración de Sebastián Piñera lo ha hecho bien, sin caer en el populismo ni en la demagogia, sino que actuando con responsabilidad. Defiende el aumento de impuestos para financiar la reconstrucción, porque la situación lo requiere, y critica duramente los ideologismos de izquierda y derecha.


En estos años, el diputado Nicolás Monckeberg se ha convertido en uno de los más fieles escuderos del Presidente Sebastián Piñera. Fiero defensor de las políticas públicas adoptadas en estos casi tres meses de gobierno y en el paquete de iniciativas para financiar la reconstrucción, se muestra sorprendido de que un sector de la UDI se opusiera a terminar con las exenciones tributarias del DFL2 y de los depósitos convenidos. A su juicio, mantener estos beneficios y, a la vez, pedirle a una vecina de Pudahuel o Cerro Navia que ahorre 300 mil pesos para poder acceder a la casa propia, no sólo “es injusto, sino inmoral”.

También aborda, en esta entrevista, su postura acerca de las críticas que el senador gremialista Pablo Longueira hizo al gobierno hace unas semanas. Estima que después del discurso del 21 de mayo, todos en su sector debieran haber quedado satisfechos. En cuanto a la situación al interior de su partido, Monckeberg aboga por la alternancia y confía en que los militantes que irán a las urnas el próximo 12 de junio apoyarán al candidato Cristián Monckeberg. Dice que la actual mesa, liderada por Carlos Larraín a la reelección, ya ha tendido cinco años para mostrar lo que puede y no puede hacer. Y pide una oportunidad para el diputado.

-¿Cómo evalúa el período que va de gobierno?

-En estos primeros meses se han demostrado tres cosas fundamentales: que el equipo elegido por el Presidente Piñera es de excelencia, preparado, con metas muy ambiciosas y que no dudaron en aceptar los cargos para marcar la diferencia con lo que se ha hecho en los últimos 20 años; que este equipo es adicto al trabajo duro, largo y difícil; y, este período también ha servido para darse cuenta dónde se debe poner especial atención para evitar problemas de descoordinación que, sin ánimo de justificarlas, es evidente que se producen en un gobierno que se está instalando y, más aún, cuando se trata de una instalación que va a 150 kilómetros por hora.

-Pero ha habido críticas…

-Las críticas de la Concertación llaman mucho la atención, porque pierden su propia objetividad y credibilidad, cuando se focalizan únicamente en las pequeñas descoordinaciones y no en el hecho de que este es un gobierno que ha actuado con un sentido de urgencia con que nunca antes se había visto.

-¿Y a qué atribuye, entonces, la baja constante de la popularidad del Presidente desde que asumió?

[cita]»La candidatura de Cristián Monckeberg ha ido creciendo como un verdadero tsunami».[/cita]

-No conozco ningún gobierno en el mundo que en medio de la emergencia de un terremoto haga las cosas bien y logre satisfacer las expectativas de todo el mundo, en el corto plazo. Me preocuparía mucho más que mientras la gente pide mucho más las soluciones para “mañana”, el gobierno se dedique a hacer populismo o demagogia.

Críticas de Longueira

-Dado que las críticas no sólo vienen desde la Concertación, sino también de la propia Alianza ¿usted diría que quienes critican desde su sector, como el senador Pablo Longueira (UDI), están haciendo demagogia?

-El problema de las críticas del senador Longueira es que cae exactamente en lo mismo que la Concertación. No son creíbles ni objetivas. Porque hacer una evaluación del actual gobierno en función de los problemas menores de coordinación que han existido y no ser capaz de valorar nada positivo, particularmente cuando ha sido mucho más elocuente –entrega de 40 mil mediaguas en tiempo récord, normalización de los suministros básicos en las zonas afectadas, la forma como se ha encarado la amenaza de la delincuencia, entre otros-, sólo nos lleva a concluir que las críticas de la Concertación o a las que usted hace referencia del senador Longueira, sólo ven lo que quieren ver, pierden objetividad, y, por lo tanto, son poco creíbles.

-¿Cuando dice “poco creíbles” a qué se refiere en concreto?

-Lo que definitivamente las hace poco creíbles es que, a estas alturas, ningún chileno puede creer que todo lo que se ha hecho ha sido negativo. Como uno desprendería de las declaraciones de algunos personeros de la Concertación o de algunas declaraciones del senador Pablo Longueira.

-Por lo mismo se han generado tensiones con Libertad y Desarrollo.

-Tengo la sensación de que si hay algo que afectó a la Concertación fue haber sido presa y esclava de ideologismos económicos y políticos que no la dejaron avanzar por la línea de los grandes acuerdos. Y cuando escucho ciertas declaraciones, de algunos economistas que merecen todo mi respeto, en que critican por ejemplo cualquier alza de impuestos, incluso en esta situación de emergencia, lo único que concluyo es que nosotros no podemos caer en los mismos errores de la Concertación. Las posiciones dogmáticas pueden ser tan negativas para un país, sea que vengan de la extrema izquierda o de la derecha.

-¿Y eso se ha plasmado en el proyecto de financiamiento de la reconstrucción?

-Lo que yo más valoro de la propuesta de financiamiento del Presidente Piñera es que nos presenta un alza transitoria a ciertos impuestos, una baja definitiva a otros para incentivar el mayor crecimiento económico, y el fin también definitivo a ciertos abusos en el uso de determinadas exenciones tributarias, como el DFL2 y los depósitos convenidos, lo que ha dado una señal clara de que este gobierno no será adicto a ningún fundamentalismo. Aún más, el sello pro emprendimiento le permite ir mucho más lejos de lo que fue la Concertación, que vivió atrapada con el veto de su propia ideología y con la censura de los dirigentes empresariales.

-¿Hay sectores de la Alianza que estarían empezando a caer en fundamentalismos?

-Tenemos que ser cuidadosos. Porque así como no me parece que la Concertación quiera subir, de la noche a la mañana, todos los impuestos existentes en Chile, tampoco me parece que algunos se opongan a cualquier alza de impuestos, como si fuera un mal irremediable y un atentado a ciertos principios. Ambas posturas son extremas, muy alejadas de la realidad. Y el problema de los gobiernos es cuando son presa de esos ideologismos extremos. La fortaleza de la propuesta es que rompe el esquema bipolar al que los gobiernos anteriores nos tenían acostumbrados y que algunos, de ambos sectores, quieren hacer perdurar hoy en Chile.

Injusticia e inmoralidad

-El antiguo sistema pareció funcionar…

-Me parece preocupante que con los niveles de desigualdad que existen en Chile, en todos los ámbitos, algunos quieran dejar las cosas tal como están. No hay ningún modelo económico en el mundo que pueda subsistir inalterable con los niveles de desigualdad que tiene nuestro país. Por lo tanto, yo reivindico, con más fuerza que nunca, una economía social de mercado que promueva la competencia, el entendimiento y el crecimiento económico, y, al mismo tiempo, aplicar una política redistributiva, focalizada en los más pobres y en la clase media para reducir la desigualdad.

-No todos encontraron tan bueno el paquete de medidas.

-No entiendo cómo es posible que algunos sostengan que hay que mantener sin límite los beneficios tributarios a los dueños de viviendas DFL2 o a quienes hacen depósitos convenidos  -que en ambos casos lo pueden hacer sin pagar los respectivos impuestos-, y simultáneamente le pedimos a una vecina de Cerro Navia o Pudahuel que ahorre 300 mil pesos, con gran esfuerzo, para acceder a la vivienda propia. Eso no es sólo injusto, sino que es inmoral.

-¿Estamos hablando de la UDI, que justamente presentó unas indicaciones a las medidas que usted menciona?

-A través de este proyecto, el gobierno puso fin a una mala práctica en que se usaban estas franquicias tributarias en forma distorsionada. Y me llamó profundamente la atención que algunos parlamentarios en vez de celebrar esta decisión del gobierno, la objetaran.

El “tsunami” de RN

-¿A unas semanas de las elecciones internas, cómo ve el escenario interno?

-La candidatura de Cristián Monckeberg ha ido creciendo como un verdadero tsunami. Eso es el reflejo de una necesidad cada vez más imperiosa de lograr ser un partido acorde a los tiempos que vienen.

-Ambas listas están conformadas de manera muy similar, y a la vista parecen más o menos homogéneas. ¿Cuál es la diferencia de fondo de Cristián Monckeberg respecto de Carlos Larraín?

-Es muy simple. Carlos Larraín lleva cinco años como presidente del partido, en que por supuesto ha habido aciertos -como el que él logró, en momentos en que Hernán Larraín era presidente de la UDI, pacificando los ánimos dentro de la Alianza, y eso, sin duda, ayudó a la opción presidencial de Sebastián Piñera-, pero también han sido años de muchas omisiones en que pudimos hacer mucho más. No sólo para crecer como partido, en el número de diputados –en circunstancias que ocurrió exactamente lo contrario, perdimos muchos diputados, pese a que el candidato presidencial era nuestro-, y, además, no hemos logrado formar líderes jóvenes que sean el oxigeno renovador de nuestro partido. El gran desafío, ahora, que ya alcanzamos el gobierno, es que sea fuente generadora de vocaciones profundas de servicio público a la política. Y esa es una deuda de la actual administración. Y cuando alguien tiene que decidir por quién votar: hay una lista que ya tuvo una oportunidad; la lista de Cristián Monckeberg, que apoyamos, está pidiendo una oportunidad. Así como la pidió Sebastián Piñera, para demostrar que lo podemos hacer mucho mejor.

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