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Lo acusaron de homicidio, estuvo dos años preso y era inocente

Jaime Moraga Muñoz tiene 34 años, pero quisiera borrar los que pasó en la cárcel, acusado de unos de los delitos más horrendos que recuerda Chiloé: el asesinato y violación de una anciana. En el encierro enfrentó agresiones; incluso intentaron prenderle fuego. “Yo estuve agonizando estos dos años, con siquiatra, tomando pastillas para poder dormir y para la depresión… Esto no puede quedar impune”, dice.


Está más tranquilo, pero lo que vivió es un recuerdo que persiste. Desde su casa en Santiago, el maestro soldador Jaime Moraga Muñoz (34) anuncia que estudia demandar al Ministerio Público, porque no quiere que lo que le pasó quede impune.

Moraga recuerda con pena y rabia la pesadilla que debió soportar tras pasar dos años en prisión preventiva, acusado como coautor de uno de los más horribles crímenes ocurridos en Chiloé: la violación y el homicidio de Ema Igor Ascencio (78), de cuyos cargos finalmente fue absuelto a fines de enero por el Tribunal Oral de Castro, durante un juicio oral en que fue representado por el defensor público Antonio Guerra.

El homicidio de Ema Igor remeció a la comunidad de Ancud. Según los primeros  antecedentes que se conocieron del caso, entre las 17 y las 19 horas del 10 de enero de 2009, desconocidos  entraron hasta el club Estrella Insular –sede de la Logia Masónica de Ancud, donde la mujer trabajaba como ama de llaves desde hacía más de 20 años–, lugar donde la golpearon en la cabeza y posteriormente la violaron.

Producto de las lesiones, la víctima falleció y durante la investigación posterior la policía detuvo a Javier Andrade Galindo (42), oriundo de Llanquihue, quien reconoció ser quien violó a la mujer, luego de que sus muestras orgánicas arrojaran resultados positivos en el examen de ADN  que se le practicó. Esto le costó una condena a presidio perpetuo simple durante el mismo juicio.

Ocho días más tarde la policía detuvo a Jaime Moraga, quien mantenía pendiente una condena por hurto. Debido a que en ese momento se pensaba que más de un sujeto había participado en el ataque que causó la muerte de la anciana, el fiscal a cargo –Javier Calisto- formalizó a Moraga, fundamentando su detención preventiva en la supuesta coincidencia de su huella con una encontrada en el lugar de los hechos.

Pero tal como lo reconocieron durante el reciente juicio los magistrados del Tribunal Oral de Castro, dicha huella digital no era de la calidad necesaria como para ser considerada evidencia en su contra, ya que era una impresión parcial y de mala calidad, opiniones que también fueron refrendadas por peritos expertos que declararon en el juicio, realizado luego de que el soldador pasara dos años en prisión preventiva.

A raíz de estos antecedentes y por unanimidad, los jueces del tribunal –presidido por la magistrada Angélica Monsalve– decretaron la absolución del acusado y tal como lo señalaron en el fallo: “Como consecuencia de las reflexiones expuestas, necesariamente hay que concluir que la prueba analizada, atendido su carácter de extremadamente indiciaria, inconexa y circunstancial, es insuficiente para destruir la presunción de inocencia que beneficia a Jaime Moraga, pues el acusador no produjo ninguna prueba directa ni aportó antecedentes reales y concretos. Por consiguiente, deberá ser absuelto de la acusación deducida en su contra por el Ministerio Público”.

Tras esta sentencia, el Ministerio Público decidió no recurrir para reclamar la nulidad del fallo.

La agonía

Tras quedar en libertad, Jaime Moraga viajó hasta la Región Metropolitana y desde ahí cuenta que nunca más regresará a Chiloé. Por ahora sólo desea dejar atrás todo lo que le sucedió.

-¿Cómo fue estar preso dos años?

-No quiero ni acordarme. Yo estuve agonizando estos dos años, con siquiatra, tomando pastillas para poder dormir y para la depresión.

-¿Qué le pasa en la cárcel a un reo al que acusan de violar y matar a una abuelita de 78 años?

-Todos me empezaron a echar del módulo por “violeta”. Me hicieron muchos problemas y en todos los módulos pasó lo mismo. Como le digo, yo estaba con depresión, no podía dormir en la noche, pasé por cuatro módulos por culpa de esta causa.

-¿Qué te hacían los demás internos?

-Me trataron de quemar y de otro módulo vinieron a agredirme dos internos con cuchilla y yo me defendí.

-¿Cómo tomó tu familia lo que sucedió?

-Ellos estaban destruidos. Mi hermana se preguntaba cómo apareció una huella en el lugar. Hasta el abogado me dijo: ‘Jaime, esto es complicado, porque la Fiscalía dice que encontraron una huella tuya en el sitio del suceso’. Para todos era difícil de creer que yo no había estado en el lugar, pero mi familia sabía que yo no había violado a la señora.

-¿A qué fuiste a Ancud?

-A trabajar, como jefe de estructuras metálicas. Estudié técnico en estructura metálicas.

-¿Cuánto tiempo llevabas en Ancud hasta que pasó esto?

-Llevaba como un mes y medio trabajando en la empresa Peluque, en la que  estaba haciendo un gimnasio.

-¿En la empresa te ponían problemas para trabajar por tener antecedentes penales?

-Yo le conversé al jefe la verdad. Le dije que me diera la oportunidad de trabajar, porque cuesta encontrar pega con antecedentes, cuesta muchísimo. Ellos me dieron la oportunidad, me gané el cariño del jefe porque me quedaba trabajando hasta tarde. Después, con esto todo se derrumbó. Yo ya no tenía cabeza para pensar en nada, lo único que quería era salir de este problema.

-¿Qué hiciste el día que murió la víctima?

-Fui a trabajar como de costumbre. Entraba a las nueve de la mañana y salía a las dos de la tarde. Después, ese día, fuimos a almorzar a la casa de una amiga. Luego salí en la noche con un grupo de amigos y me fui a dormir. Había varios testigos que me vieron y declararon que yo estaba con ellos cuando supuestamente ocurrió el homicidio. Eso también se dijo en el juicio. Igual que dijeron que la huella con la que me acusaban no correspondía con la mía.

-¿Te dañaron con esta acusación?

-Sí, creo que  esto no puede quedar impune. Casi me colocaron una pena de muerte, 40 años preso. Esto no puede quedar impune, es una tremenda condena para una persona. Por algo los jueces fueron categóricos: el Ministerio Público no logró demostrar que yo hubiera estado ahí y el compadre que me acusa se equivoca muchas veces cuando me intenta inculpar. Cuando fueron a la reconstitución de escena, el fiscal le dice ‘dónde estaba ubicado Moraga’. Le dice que hablara de mí porque yo ya estaba identificado y que lo iba ayudar en la condena. La tesis del fiscal era desde el principio que yo estuve en el lugar de los hechos. Dijo que él no me iba a dar la libertad, que me la diera el tribunal, porque sino él iba a reconocer su error. Por eso estoy pensando demandar a la Fiscalía, porque me hicieron mucho daño.

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