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La Moneda no puede aplacar clima de guerra civil en RN

Claudia Rivas Arenas
Por : Claudia Rivas Arenas Periodista de El Mostrador @crivasa
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Si hasta hace algunos años las distintas facciones de Renovación Nacional lograban convivir pese a las diferencias internas, la actual crisis que atraviesa la tienda es atribuida en toda su magnitud a su polémico timonel. Aunque han comenzado a surgir ligeras señales de algún tipo de acuerdo, la percepción de que el senador por Valdivia pretende erradicar de las filas de la colectividad al mundo liberal que allí se formó, genera la sensación de que ningún pacto será definitivo. Mientras, en Palacio intentan que la sangre no llegue al río y afecte aún más la imagen de desgobierno que ha caracterizado a la administración Piñera.


El conflicto interno que afecta a Renovación Nacional, el partido del Presidente Sebastián Piñera, no da visos de terminar, aún cuando un sector de la colectividad y desde el propio gobierno se han dado a la tarea no sólo de bajarle el perfil a la disputa, sino de intentar limar asperezas de modo que la crisis no afecte a la actual administración.

A dos meses de la primera reunión de la disidencia, la situación se ha ido tornando cada vez más incontrolable desde el Ejecutivo. Ello, porque el timonel de la tienda, Carlos Larraín, no es precisamente un líder que acepte instrucciones y, por otra parte, porque este grupo que algunos han calificado como “fácticos” tampoco responde a la estructura partidista y no parece estar dispuesto a someterse a las arbitrariedades del máximo dirigente. Y tal como quedó de manifiesto en la cita del “Aquí Estamos” en Valparaíso, aún se cuestiona la votación del senador por Valdivia en la Ley Antidiscriminación. Al punto que existe la tesis de que Larraín “pretende convertir a RN en un partido confesional”.

En medio de los dimes y diretes que han provocado el aumento constante de la tensión interna, desde La Moneda no cejan en tratar de bajar los decibles de unos y otros. El análisis que se hace en palacio es que hay que terminar con esta disputa lo antes posible. La idea es evitar que le salpique a Piñera, algo que no parece fácil si se considera que uno de los triunfos que enarbola Larraín, en el marco de su exitosa gestión, es justamente haber llevado al mandatario a la Presidencia de la República. Pero esta iniciativa no convence del todo a un partido que si aún no está quebrado, a lo menos está clara y visiblemente divido. Cuesta encontrar consensos, porque las distintas posturas asumidas por el timonel no hacen más que profundizar, muchas veces, las diferencias ya existentes.

Para algunos, “el mal ya está hecho”. Porque a simple vista, Renovación Nacional está dividida en tres: la estructura institucional, encabezada por el timonel; la disidencia política, representada por los parlamentarios que en su momento intentaron desbancar a Carlos Larraín en las urnas, pero que no lo consiguieron, liderada por el diputado Cristián Monckeberg. Y que han mantenido una especie de paz armada acordada con el senador. Por último, la disidencia fáctica. Esta vino a remover acuerdos internos, lo que no agradó demasiado y pasó de ser ninguneada por la directiva del partido a robarse la película. Para dejar de manifiesto en toda su magnitud la molestia que se ha ido acumulando en la colectividad. A estas alturas, fuentes del mismo partido admiten que del debate político “se pasó hace rato a las descalificaciones personales”. Y a ello atribuyen algunos la tesis que ha comenzado a tomar cuerpo, en relación a que el cuestionado presidente estaría “en una cruzada personal para convertir a RN en un partido confesional”.

[cita]Los argumentos para pensar en el partido confesional son múltiples y quienes han llegado a asumir la convicción de que esta teoría tiene algún asidero, la sustentan en cosas como el rechazo total de Larraín, y algunos de sus partidarios, a la Ley Antidiscriminación, su postura respecto del Acuerdo de Vida en Pareja, e incluso a su “obsesión” de atribuirle al ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, la responsabilidad “por todas las desgracias que azotan al partido”. [/cita]

Los argumentos para ello son múltiples y quienes han llegado a asumir la convicción de que esta teoría tiene algún asidero, la sustentan en cosas como el rechazo total de Larraín, y algunos de sus partidarios, a la Ley Antidiscriminación, su postura respecto del Acuerdo de Vida en Pareja, e incluso a su “obsesión” de atribuirle al ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, la responsabilidad “por todas las desgracias que azotan al partido”. Insisten en que durante su gestión, y cada vez más, las posiciones de RN se asimilan a las de sus socios de pacto, alejándose de lo que le habría permitido a Piñera acceder a la Presidencia de la República: ser percibido como un representante de la centroderecha liberal.

El triunfo que no fue

Y es esa actitud del timonel la que haría cada vez más incompatible la permanencia en la tienda de algunos disidentes a su dirección. Incluso se comenta que Larraín habría manifestado en público que RN estaría mejor si algunos de los parlamentarios disidentes tomaran, de una vez, la determinación de abandonar la tienda. Aunque El Mostrador intentó conversar con el timonel para contrastar esta versión, ello no fue posible, pero el vicepresidente de la tienda, senador Francisco Chahuán, rechazó de plano tales especulaciones. Incluso aseveró que “hay gente interesada en crear un clima artificial de división” y en una actitud optimista que se ha dado poco por estos días en a colectividad, añadió que “muy luego va a retomar su cauce, la genética diversa que RN siempre ha tenido”.

Mientras tanto, ayer Hinzpeter estuvo reunido en La Moneda con el polémico timonel. Aunque la cita tenía que ver con temas legislativos, claramente se abordó la situación que afecta al partido. Ello quedó en evidencia, cuando un par de horas más tarde el secretario de Estado almorzó con la bancada de diputados en el Congreso, en Valparaíso. En la oportunidad habría señalado a los presentes que “había notado un cambio de disposición en Larraín de ayer (el martes) a hoy día (miércoles)”.

Al tema se llegó a raíz de la polémica que se había generado ayer miércoles muy temprano debido a un artículo de El Mercurio, según el cual el Ejecutivo había determinado que las autoridades de la actual administración no participaran en actos partidarios, lo que el vocero de gobierno, Andrés Chadwick, no sólo debió salir a desmentir públicamente, sino que además se dio el trabajo de enviar un correo electrónico a algunos parlamentarios de RN explicando lo sucedido.

“En relación a la crónica aparecida hoy en El Mercurio, quiero señalarles que fui consultado por la prensa respecto a la situación interna de Renovación Nacional y mi respuesta textual fue la siguiente: “El Gobierno ha sido muy claro en señalar que no le corresponde participar en las situaciones de carácter interno que puedan darse en los partidos de la coalición. Son ellos los que deben adoptar sus propias decisiones y en este tipo de materias, contando con la neutralidad del Gobierno. Del mismo modo, el Gobierno ha reiterado el respeto por el derecho de cada funcionario, en sus horas libres y a título personal, de participar en las actividades políticas o partidistas que estimen convenientes. Por lo cual no existe ningún instructivo u orden del Ejecutivo que prohíba o limite este derecho, ni acuerdo alguno adoptado por el Comité Político en este sentido”. Por lo que algunos de los receptores asumieron que, “aparentemente fue una mala interpretación de lo dicho por el ministro”, pero además celebraron que si Larraín creía haberse anotado un triunfo, no era así.

La basura bajo la alfombra

Para los analistas de palacio, el mail del vocero –que llegó a los correos de los parlamentarios a las 11.00 de la mañana, cuando ya se comentaba el artículo desmentido posteriormente por Chadwick- confirmaría lo que ya no es un secreto para nadie: que el gobierno está complicado con el problema interno de RN. Y que intenta dar señales de ecuanimidad para que no continúe la rebelión en la casona de Antonio Varas.

El comentario de Hinzpeter en la cita con la bancada tendría su origen en una reunión que el martes en la noche sostuvo Larraín, en su casa, con uno de los líderes de la disidencia, Daniel Platovsky. El timonel habría invitado al presidente del directorio de La Nación para buscar una salida al conflicto. Quienes conocieron esta cita, explican que fue de allí de donde surgió la idea de reunirse más formalmente el próximo lunes, tras el Consejo Nacional convocado para este sábado y al que el senador retiró la invitación a la disidencia. Aún cuando la directiva tendría que cumplir con ciertas condiciones para avanzar en un acuerdo.

Adicionalmente, el jefe de la bancada, Cristián Monckeberg, también se reunió ayer con Larraín, antes de la sesión del Senado, para cumplir con un mandato de los diputados de RN que le pidieron que intercediera para convencer al presidente de la tienda de que invite a la disidencia al Consejo Nacional. Cosa que ya no se ve posible, dado que se habría fijado una reunión para el próximo lunes. Chahuán justificó la decisión, señalando que “mucha gente quiere asistir al consejo y si se invita a la disidencia habría que invitarlos a todos y eso no es posible”.

Lo cierto es que incluso entre los propios involucrados en el conflicto se especula que todos los sectores “están jugando con cartas tapadas”, intentando encubrir sus respectivas estrategias. Y no se descarta un acuerdo de gobernabilidad interna, impulsado por el gobierno de Sebastián Piñera. Pero hasta eso podría acarrear conflicto, porque un observador crítico del escenario interno advierte que “si se pretende esconder la basura debajo de la alfombra, esto les va a terminar estallando en la cara, con la renuncia de varios parlamentarios”.

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