Publicidad

El partido del orden pierde a su hombre clave tras derrota de Escalona en el PS

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
Ver Más

El senador PS es quien ha dicho que pensar llevar adelante reformas como la Asamblea Constituyente –idea que aglutina a varios sectores de la oposición- , es “fumar opio”, lo que quiere decir que es una propuesta que no tiene asidero, que no se puede implementar y que insistir en ella es no querer ver la realidad.


A la mexicana, disparando al aire y haciendo crujir hasta los cimientos a la Nueva Izquierda, el sector que ha liderado por dos décadas, fue como Camilo Escalona se bajó de la carrera parlamentaria. Sí, golpeó la mesa y fuerte, porque con ello quiebra la corriente mayoritaria del partido, rompe con quien fue su histórico y fiel colaborador, el timonel socialista, Osvaldo Andrade,  y hace evidente su distancia con la propia candidata presidencial, Michelle Bachelet, de quien fue su escudero más poderoso. Pero lo más relevante es que su “bajada” lleva implícita su marginación en un año clave, con parlamentarias y presidenciales a la vuelta de la esquina, quedando un vacío del poder que ha ejercido y del rol de garantizar las certezas del statu quo institucional.

“Se han establecido todas las condiciones para hacer imposible mi participación en la elecciones parlamentarias”, fue la frase con la que Escalona asumió públicamente el rumor que circuló todo el día de ayer en las filas del PS, porque no había dudas que en la comisión política que se reuniría desde las 18:00 horas sufriría una derrota interna no menor: no había espacio –aseguraban- para no llamar a primarias convencionales para zanjar la competencia senatorial en la Región de los Lagos con Rabindranath Quinteros. El otrora hombre fuerte del PS optó por adelantarse y no esperar ese resultado, sino que dar un paso al lado a su modo y no sufrir la humillación.

“Solo por la unidad del partido no impugnaré este proceso en cuyo desarrollo la conducción del presidente del PS fracasó completamente, debilitando profundamente la institucionalidad partidaria y el rol del socialismo chileno en los acontecimientos en el próximo período”, reza la el párrafo clave de la carta que Escalona dejó a la comisión política antes de retirarse de la sede del PS en calle París.

[cita]Escalona es quien ejercía todo su poder para relacionarse con lo más graneado del empresariado como una suerte de puente, es el gran impulsor del entendimiento político de la izquierda con el centro -la DC- con la tesis que ese es el “tronco histórico de la Concertación” que brinda estabilidad política al país y quien además, ordenaba las huestes internas en el partido, para alinearlas –con mano dura de ser necesario- en los momentos clave.[/cita]

No son solo palabras de una mera declaración pública, sino que dejan ver su quiebre con Andrade, pero sobre todo que Escalona deja en tela de juicio la capacidad de su propio partido para cumplir las tareas que se requieren para llevar a buen puerto la campaña de Bachelet y más importante aún, el futuro gobierno de ella a partir de marzo. Es más, entre líneas hace evidente que no estará ahí para ese proceso.

Mucho se ha dicho de su papel como factótum de Bachelet durante la campaña del 2005, en todo su gobierno y mientras ella estuvo en Estados Unidos.  Escalona es quien ejercía todo su poder para relacionarse con lo más graneado del empresariado como una suerte de puente, es el gran impulsor del entendimiento político de la izquierda con el centro -la DC- con la tesis que ese es el “tronco histórico de la Concertación” que brinda estabilidad política al país y quien además, ordenaba las huestes internas en el partido, para alinearlas –con mano dura de ser necesario- en los momentos clave.

Esos roles son los que con su bajada quedan de cierta forma vacantes y no se sabe quién ejercerá y tendrá la muñeca política necesaria dichas tareas. Eso es lo que desde su entorno se ha evaluado como la gran derrota en este episodio, porque en todo momento se ha dicho que este paso al lado de la carrera parlamentaria implica necesariamente un repliegue de Escalona y su entorno directo, que lo ayudaba en ese papel. Es más, en el propio PS se comenta que todo indica que el otrora hombre fuerte del PS iniciará su propia “travesía por el desierto”, una etapa de “ostracismo político”, lo que viene a confirmar la vacante que queda en el ejercicio del poder real en el socialismo y la oposición.

El propio opio

El senador PS es quien ha dicho que pensar llevar adelante reformas como la Asamblea Constituyente  –idea que aglutina a varios sectores de la oposición- , es “fumar opio”, lo que quiere decir que es una propuesta que no tiene asidero, que no se puede implementar y que insistir en ella es no querer ver la realidad.

Sólo dos días antes, en una columna que difundió Escalona apuntaba: “Muchos piensan que el mejor camino para derrotar la desigualdad es una crisis política lo suficientemente profunda para provocar una inestabilidad institucional que genere una Asamblea Constituyente y se cambie de raíz el panorama político nacional. No pienso así (…) mi propuesta es la de reformas sucesivas, como lo hizo Allende, pensando en afianzar y renovar la institucionalidad, para lograr que la misma sea capaz de evolucionar; en su fortaleza -y no en su debilidad- reposen las transformaciones que el pueblo de Chile, una mayoría nacional consistente, se vaya dando y generando”.

Mientras se bajaba y golpeaba políticamente la mesa, nuevamente recurrió a estos argumentos, a ratos casi textuales, defendiendo una vez más su posición: “lo otro son frases al viento de personas que saben que no se va a cumplir nada después”. Una postura de Escalona que para muchos en sectores políticos y empresariales daba ciertas garantías que  no había riesgo de una izquierdización excesiva en esta segunda arremetida de Bachelet, ya que era el factótum de la candidata quien hablaba.

Dicho papel – se le critica en la oposición- ha llevado a Escalona a perder la sintonía del momento político, a no saber leer lo que realmente se está demandando como cambios en un sistema político profundamente desgastado.

 La fractura

“El presidente del PS debe asumir su responsabilidad”, dijo Escalona en un  momento de su declaración. Un quiebre profundo en la Nueva Izquierda dijeron ayer en el partido y desde el entorno del senador lo confirmaron, ya que no solo Andrade se cuadró con las primarias convencionales, sino que también otras figuras de la misma tendencia.

La larga e intensa historia común entre Escalona y Andrade llevó a muchos a principios de este conflicto, hace unos quince días, a creer que el timonel no podría llevar la comisión política a una resolución de primarias. Pero lo hizo, algo que para muchos adeptos de Escalona fue una traición, pero que para otros muchos más ha sido visto como un acto de independencia política, casi cortar el cordón umbilical.

Algunos incluso sacaron a colación aquella conocida frase del sicoanálisis de Freud: “Hay que matar al padre para poder crecer”.  Eso consideran muchos que hizo Andrade al asumir que el único camino eran las primarias, por el bien el PS y para el propio liderazgo de Bachelet, ganar legitimidad interna como timonel, como líder, a pesar de las duras palabras que le propinó Escalona en la tarde.

Este momento es de una “tremenda derrota” para el otrora hombre fuerte del PS, una tan dura como la que vivió al año 1997 cuando perdió las senatoriales en Santiago Poniente.   Esa vez, luego de lamerse las heridas, resucitó políticamente, nadie puede decir que esta vez no podrá hacerlo de nuevo.

Publicidad

Tendencias