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Los colegios VIP arrasan en el comando de Bachelet En la Nueva Mayoría la minoría opta por educación pública para sus hijos

Los colegios VIP arrasan en el comando de Bachelet

Sólo tres de 40 miembros que participan en 17 comisiones optaron por matricular a sus hijos en un liceo. La mayoría prefiere la Alianza Francesa, el Grange, Saint George y La Girouette para poner a sus hijos. Como señaló el profesor de Harvard, James Robinson, los colegios de elite son “instituciones informales que controlan el acceso y el ejercicio del poder político” y están en la base de un país con “instituciones menos inclusivas de lo que aparentan en el papel”.


El linaje de muchos de los fundadores de la Concertación, adquirido con orgullo en la educación pública, está en vías de extinción. En el comando de la Nueva Mayoría —heredera de la coalición surgida en 1988— son los colegios particulares pagados, a los que accede el 7 % de la población chilena, los elegidos de forma abrumadora para formar a su descendencia. Un dato no menor dada la tensión por la desigualdad y la inclusión que hay en la sociedad chilena, donde, tal como lo señaló el académico de Harvard y autor del agudo clásico de las políticas públicas Por qué fracasan los países, James Robinson,  los colegios de elite son parte del circuito extra institucional del poder y están en el origen del problema político del subdesarrollo.

De 40 miembros —con hijos en edad escolar o egresados de la enseñanza media— que integran las 17 comisiones más importantes (de un total de 30), sólo dos se inclinaron por educación pública gratuita: el abogado Francisco Zúñiga, de la Comisión de Constitución, cuyo hijo mayor ingresó este año al Instituto Nacional (IN) y cursó la básica en el privado bilingüe San Gabriel, y el Premio Nacional de Ciencias Exactas y miembro de la Comisión de Ciencia y Tecnología, Servet Martínez, que tiene a un institutano egresado hace ya varios años y a una ex alumna del Carmela Carvajal.

[cita]El Grange, que en 2011 fue el primero en el ranking de la PSU, desplazando a los colegios del Opus Dei, y cuarto en 2012, es también uno de los punteros en materia de costos. Está entre los tres colegios más caros de Chile después del Nido de Águilas y casi empatado con el Santiago College. La cuota de incorporación cuesta $ 3,4 millones (150 UF) para el primer hijo y $ 2,7 millones (120 UF) para el segundo. Al mes se pagan $ 500 mil si es que se opta por la modalidad de 10 cuotas, porque para que no duela tanto el bolsillo el colegio divide el costo anual (216 UF más un pago de $ 7 mil mensuales destinado a un jardín infantil de escasos recursos de La Reina) en 11 mensualidades, es decir, el descuento en la cuenta corriente o tarjeta de crédito es de marzo a enero. En materia de preferencias siguen el Saint George con cinco apoderados del comando y La Girouette con cuatro. [/cita]

“Fuimos al Manuel de Salas, que cuenta con básica, pero nos quedaba lejos. Mi mujer es angloparlante, porque de chica se fue de intercambio a Estados Unidos y por eso matriculamos a los tres niños en el San Gabriel”, cuenta Zuñiga, militante del PS, a quien no se lo puede ubicar en un celular, porque no usa.

Los dos menores —de siete y ocho años, alumnos del San Gabriel— saben cuál será su destino: Instituto Nacional para él y Carmela Carvajal para ella. Ambos establecimientos imparten cursos a partir de séptimo básico. “Es educación pública de calidad, espacio de integración social, que implica un mayor capital para enfrentar la vida”.

De los 45 alumnos del curso de su hijo calcula que unos siete provienen de colegios privados. No le extraña: “Es un síntoma de lo deteriorada que está la educación pública y lo urgente que resulta tomar medidas para corregirlo”.

Coincide el abogado DC Javier Couso, integrante de la Comisión de Constitución. “Me parece evidente que cualquier persona que piensa educar a sus hijos se plantea la alternativa privada. La dictadura dejó morir a la educación pública y los gobiernos de la Concertación no hicieron lo adecuado por alterar eso”, dice él, que matriculó a los suyos en la Institución Teresiana.

Fiscal —el único con esa calidad en el país— dependiente de la Universidad de Chile, el Manuel de Salas no es gratuito: cuesta $210 mil mensuales, lo que aleja de ser una opción al alcance de todos. De allí salieron los hijos de María Isabel Díaz, de la Comisión de Educación Parvularia, quien siendo alumna vivió el golpe, la intervención militar del liceo, vio cómo su curso se redujo a la mitad y se perdió la gratuidad. Quería diversidad social y cultural, “una clase media más matizada, aunque al ser pagado dice que “no es como la escuela pública que uno quisiera”. Le importó el modelo educativo, no sometido a los resultados de las pruebas del Simce y la PSU y menos vertical en el trato. De hecho, el año pasado no figuró en el ranking de los 100 mejores colegios según la prueba de ingreso a la universidad.

Carmen Andrade, socialista al igual que su hermano Osvaldo, presidente del partido, tuvo a sus hijos en la escuela municipal Cristóbal Colón de Conchalí de vuelta del exilio, pero luego los trasladó al Francisco de Miranda, uno de los preferidos de la izquierda dura durante el gobierno militar, por el que pasaron los hijos de Estela Ortiz, la viuda del asesinado José Manuel Parada que integra las comisiones de Independientes e Infancia; y los del comunista Patricio Palma, del equipo programático.

Por la educación particular subvencionada optó una sola persona: Margarita Reyes, ex directora de la Junji de la VII Región durante la administración Bachelet, que escogió el San Jorge de la ciudad de Talca, “donde van los hijos de la clase media como yo”. Uno de los hijos de Servet Martínez egresó del Liceo Salesiano Manuel Arriarán Barros, también subvencionado.

Referirse a la elección de colegios en el comando no fue, precisamente, del agrado de todos. Hubo quienes se negaron a responder como Alberto Arenas, jefe del equipo programático; la abogada Valentina Durán, miembro de la Comisión de Medio Ambiente, y María Inés de Ferrari, de la Comisión de Independientes, quien consideró que el asunto caía dentro de su vida privada.

 Mensualidades: desde $ 284 mil hasta $ 500 mil

La Alianza Francesa y el Grange —bilingües, mixtos y laicos— son los favoritos. Empatan con seis apoderados del comando cada uno.

El programa de estudios de la Alianza, ubicada en Vitacura, es idéntico al que se imparte en el sistema público francés, o sea, un alumno de tercero básico o primero medio en Chile aprende lo mismo que le están enseñando a un niño en Francia. De allí que exista ingreso automático, sin examen de admisión, para aquellos que estudiaban en una escuela pública francesa y regresaron a Chile con sus padres como ocurre con un par de economistas del equipo de Bachelet.

El año pasado se ubicó en el lugar 47 en el ranking de la PSU y en 2011 en el 21. Con una cuota de incorporación de $ 1,1 millones (50 UF) y mensualidades escalonadas según número de hijos —$ 321 mil (14 UF) por el primero, $ 290 mil (12,9 UF) por el segundo hasta llegar a $ 64 mil (2,81 UF) por el séptimo— ofrece becas del gobierno francés, pero sólo para los hijos de franceses que son casi la mitad de los alumnos.

El Grange, que en 2011 fue el primero en el ranking de la PSU, desplazando a los colegios del Opus Dei, y cuarto en 2012, es también uno de los punteros en materia de costos. Está entre los tres colegios más caros de Chile después del Nido de Águilas y casi empatado con el Santiago College. La cuota de incorporación cuesta $ 3,4 millones (150 UF) para el primer hijo y $ 2,7 millones (120 UF) para el segundo. Al mes se pagan $ 500 mil si es que se opta por la modalidad de 10 cuotas, porque para que no duela tanto el bolsillo el colegio divide el costo anual (216 UF más un pago de $ 7 mil mensuales destinado a un jardín infantil de escasos recursos de La Reina) en 11 mensualidades, es decir, el descuento en la cuenta corriente o tarjeta de crédito es de marzo a enero. En materia de preferencias siguen el Saint George con cinco apoderados del comando y La Girouette con cuatro.

El Saint George es católico, pertenece a la congregación de La Santa Cruz y alcanzó fama con la película Machuca, ya que en él se inspiró el cineasta Andres Wood, ex alumno, para contar la historia de integración social que llevó adelante a mediados de los 60 el entonces rector Gerardo Whelan al incorporar gratuitamente a niños de las poblaciones vecinas y de sus trabajadores. Con el golpe militar fue intervenido, tuvo como rector a un capitán de la Fuerza Aérea que no figura intencionalmente en la lista de ex autoridades del colegio, y si bien no volvió a integrar alumnos de otras clases sociales retomó un cierto espíritu cuestionador de la realidad.

Es el único de los cuatro colegios más demandados por miembros del comando que, en 2011, sintonizando con las demandas estudiantiles se fue a paro en varias oportunidades, tras las votaciones convocadas por el centro de alumnos. En las calles se vio a estudiantes luciendo uniformes y carteles. Hubo asambleas y foros y el sindicato de profesores acompañó a los alumnos en una de las marchas. La cuota de incorporación cuesta $ 1,8 millones (80 UF), la mensualidad $ 322 mil (14 UF) sin incluir almuerzo, el año pasado se ubicó 49 en el ranking PSU y 31 en 2011.

Entre sus apoderados hay muchos democratacristianos, lo que sintoniza con la realidad del comando. Ejemplos son los ex ministros René Cortázar, cuyos hijos egresaron hace ya varios años, y José de Gregorio (ambos de la Comisión de Economía); Patricio Zapata, de la Comisión de Constitución, y la vocera pro DC, Javiera Blanco. Pablo Ruiz-Tagle, académico de la U. de Chile y socio de la oficina de abogados fundada por Carlos Larraín, presidente de RN, completa la lista de los que optaron por el establecimiento católico de Vitacura.

El Grange pasó por alto el movimiento estudiantil, no hubo discusiones al interior del colegio, cuyo leit motiv es el rendimiento escolar y deportivo. En La Girouette, el más económico de los favoritos —$ 1,1 millones (50 UF) de cuota de incorporación y mensualidades que parten en $ 242.300 en primero básico y terminan en $357.300 en cuarto medio, promediando $ 284 mil— la participación se tradujo en jornadas de reflexión donde se analizaron el petitorio y la respuesta del gobierno. Si eran autorizados por sus padres los alumnos de este colegio que fue noveno en el ranking PSU 2012 y décimo en 2011, podían salir a marchar. Muy similar a lo sucedido en la Alianza Francesa.

“No sólo van a estudiar, también a crear red de contactos”

El colegio en Chile no es sólo el lugar donde los niños van a estudiar, a hacer amigos, practicar deportes y sacar libros de la biblioteca. Como dice Carlos Henríquez, PPD, miembro de la Comisión de Educación, cuyos hijos son pequeños y no están en edad escolar, “uno no sólo manda a los niños a formarse, sino también a crear una red de contactos, importa con quienes están compartiendo”.

El Grange es, sin duda, un buen lugar. Parte del poder empresarial ha jugado rugby en sus canchas y se ha formado en el “assembly” matinal para escuchar al rector. Apellidos como Luksic, Edwards, Ibáñez (Lider) engrosaron sus filas o bien su descendencia.

Tal como ocurre con otros miembros del comando, Dante Contreras y Claudia Sanhueza, economistas que integran la Comisión de Educación, estudiaron en el sistema público, pero optaron por el privado, el colegio Grange, para sus niños. Contreras es hijo de la meritocracia; nacido en un campamento de La Cisterna, cuyos padres no terminaron la educación, se doctoró en la U. de California, fue consultor del BID y es director del departamento de Economía de la Universidad de Chile.

Sanhueza cursó la básica en escuelas de Recoleta, El Salvador y Saladillo, la media en Liceo San Agustín (particular pagado) y su marido asistió a establecimientos municipales. Doctorada en Cambridge, Inglaterra, donde su hijo alcanzó a conocer la educación pública, a su regreso optó por un colegio bilingüe —Santiago College— pero cuando el establecimiento subió de Providencia a La Dehesa, los cambió al Grange, en La Reina.

“Uno se comporta como el sistema opera: la educación funciona como un bien de consumo. En mi familia y la de mi esposo hay de todo en materia de distribución de ingreso. Dado que en el colegio (mis hijos) están segregados económicamente, hemos decidido que tengan un cable a tierra y es responsabilidad nuestra darles otra mirada”, sostiene esta profesora del Instituto de Políticas Públicas de la Diego Portales. Agrega que para ella “Chile va a ser un país desarrollado cuando el rico vaya a un colegio público, no cuando el pobre asista a un colegio privado”.

Otros vivieron en Inglaterra como Juan Asenjo, de la Comisión de Ciencia y Tecnología, profesor en las universidades de Columbia, Estados Unidos, y Reading, Inglaterra, cuyos hijos volvieron sin hablar castellano, y José Miguel Benavente, de la misma comisión, profesor de la U. Adolfo Ibáñez, quien cursó un doctorado en Economía en Oxford. Buscó una opción laica, mixta y con el idioma que hablara su mujer, descendiente de alemanes, pero el niño no fue aceptado en el Colegio Suizo, donde se enseña alemán, pero sí en el Grange.

Oscar Landerretche, director de la Escuela de Economía y Administración de la U. de Chile, vivió parte del exilio de su padre en Inglaterra, donde cursó la básica. “Puse a mis hijos en el que, a mi juicio, es el mejor colegio de Chile. Yo aspiraría a que todos los colegios públicos fueran como ese y, por ende, aspiro a que el Estado gaste por estudiante lo que cuesta un estudiante de ese colegio y que los salarios de los profesores de la educación pública sean los que paga ese colegio”. Recordando su infancia cuenta que las instalaciones del establecimiento público inglés no eran muy diferentes a las del Grange. Aunque el de allá era gratis y por el de aquí se paga el equivalente a 2,6 sueldos mínimos mensuales. “¿Por qué siendo partidario de la educación pública tengo a mis hijos en el Grange? Por las mismas razones que quiero reformar y mejorar la educación pública: porque no me satisface su calidad y si bien aspiraría a que ellos estudiaran en un ambiente más diverso socialmente, el sistema educativo chileno de hoy me obliga a optar. Hay otra razón: no creo que deba trasladarle a mis hijos los costos de mis convicciones políticas. Ellos no son un objeto estético para satisfacer a la horda de la correctitud política, son personas que tienen derecho a una vida propia y que su papá tome decisiones realistas, enfocadas en lo que es mejor para su futuro en el Chile de hoy”.

Eduardo Engel, economista doctorado en el MIT, profesor de la FEN y miembro de la Comisión de Economía, es un old grangonian como se denomina a los egresadosde Grange.

Alianza Francesa: desde hijos de exiliados hasta nieta de Pinochet

O son ex alumnos o sus parejas lo fueron o estudiaron en Francia. Ese es el perfil de los apoderados de la Alianza Francesa que pertenecen al comando. Aldo González, de la Comisión de Consumidores, profesor de la FEN, se doctoró en la U. de Tolouse y de vuelta llevó a su hijo mayor directo al colegio de Vitacura, obra del connotado arquitecto franco-chileno Emile Duhart. “Es un alivio que no den examen. Me siento privilegiado. Cuando mi hijo egresó rindió el equivalente a la PSU francesa; varios de sus compañeros se fueron a estudiar a Francia”. Algo similar ocurre con Guillermo Larraín, de la Comisión de Economía y director del Centro de regulación y estabilidad macrofinanciera de la FEN, quien se doctoró en Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París.

Ex alumno de la Alianza Francesa de Concepción esAlejandro Micco, del equipo programático y profesor de la FEN. Patricio Hales, diputado PPD, de la Comisión de Ciudad y Territorio, tenía a su madre y hermana egresadas del establecimiento. Recuerda que en los 80 convivían desde niños que vivieron el exilio en Francia hasta una nieta de Pinochet (hija de Julio Ponce Lerou, controlador de Soquimich, y Verónica Pinochet). Cuando a él lo tomaron detenido, a raíz del atentado al general en 1986, su hijo estaba en primero básico y era compañero de la niña Ponce Pinochet. “Yo le dije que ella no tiene culpa de lo que hace su abuelo. Yo no quería un ghetto de izquierda ni de derecha. Había una convivencia respetuosa. A Verónica Pinochet la vi en una o dos reuniones, pero nunca hablamos”. Para él no pudo haber mejor educación; su hijo es doctor en Astrofísica, trabaja en el proyecto Alma, y su hija es actriz.

Andrea Repetto, de la Comisión de Economía, doctorada en el MIT de Estados Unidos y directora del Magister de Economía y Políticas Públicas de la U. Adolfo Ibáñez, mantiene una relación familiar, pues el padre de sus hijos es egresado de sus aulas. Lo mismo, el futbolista y ex director técnico de Colo Colo, Jaime Pizarro, de la Comisión de Deportes: la madre de sus hijos estudió en la Alianza.

De La Girouette salieron los hijos de la candidata Michelle Bachelet; de Ricardo Lagos Weber, miembro del equipo programático; de Pablo Rodríguez, ex presidente del Colegio Médico y miembro de la Comisión de Independientes, y cursan sus estudios los del economista Enrique Paris, de la Comisión de Salud.

El jefe de comunicaciones del comando, Álvaro Elizalde, tenía a su hijo varón en el San Ignacio de Alonso de Ovalle y a la niña en la Institución Teresiana. Fernando Atria, miembro de la Comisión de Constitución, eligió el San Ignacio de El Bosque para su hijo, al igual que Jorge Burgos, de la Comisión de Defensa, para los suyos. Para su hija, ATRIA optó por el Santiago College.

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