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Los códigos y la cercanía con el poder de los colegios VIP en Chile Oscar Contardo, autor de Siútico, entrega una mirada a la segregada educación nacional

Los códigos y la cercanía con el poder de los colegios VIP en Chile

Chile es el país de la OCDE con mayor segregación escolar y la elite económica y política —si se mira la conformación de las autoridades de gobierno— estudia en cuatro o cinco establecimientos particulares. No es extraño entonces que se los califique como instituciones informales que controlan el acceso y el ejercicio del poder político. “Con dos telefonazos o un correo puedes arreglar algo. Es el gesto de Sebastián Piñera cuando paraliza la Central Barrancones” y es lo que mejor grafica, según Oscar Contardo, las redes y la manera de hacer las cosas de quienes se educan en los colegios tradicionales de la elite.


Periodista, autor de “La era ochentera”, “Siútico, arribismo, abajismo y vida social en Chile” —fenómeno editorial con más de 20 mil ejemplares vendidos y nueve ediciones— y “Raro”, un ensayo sobre la homosexualidad en Chile desde La Colonia, Oscar Contardo se ha convertido en un observador social que describe con agudeza la realidad local.

Desde marzo dicta un curso de Comunicación en la Facultad de Economía y Negocios en la Universidad de Chile que busca mejorar la redacción y la expresión de los alumnos de primer año. “Es la primera vez que estudiantes de origen distinto se enfrentan a personas en situación de iguales, lo que es una rareza en Chile”.

Lo es, porque Chile ostenta el récord de ser el país con mayor segregación escolar entre los miembros de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), según un informe publicado por la entidad en 2011. La segregación en materia educacional es aún mayor a la que existe en las comunas del país concluye un estudio del director del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Diego Portales, Gregory Elacqua. En simple, los niños pobres estudian con los pobres, la clase media con sus pares medios y los ricos con los ricos.

La educación privada funciona sobre la lógica del privilegio y el aislamiento como una manera de asegurar prosperidad en el entorno privado. La educación pública significa todo lo contrario, no te asegura redes, no te asegura aislamiento frente a lo diferente; lo único que debería asegurar es la calidad de la educación”, dice el periodista titulado en la Universidad de Chile próximo a lanzar “Volver a los 17”, que compila la experiencia de 14 escritores durante la dictadura de Pinochet.

[cita]Agrega que no sólo es patrimonio de la Alianza por Chile. “Es algo que también se da en la Concertación y se está dando cada vez más. El punto es si hay una asimilación de esos mismos códigos como norma social. Si dentro de la Nueva Mayoría llega a suceder que el ser egresado de determinado colegio es un signo para acceder a redes es que se asimilaron los códigos. Si la Nueva Mayoría quiere representar una alternativa política y cultural en un proyecto de modernización debe evitar ser cooptada por la cartografía nacional de la elite tradicional, ser como ellos, ir o educar a sus hijos en los mismos colegios, tener las mismas costumbres”.[/cita]

Divide los establecimientos particulares pagados entre los más antiguos, confesionales, donde existen lazos de consanguinidad —padres, hijos, primos han pasado por sus aulas— y que no necesariamente son los más caros. Entre ellos menciona el Verbo Divino, San Ignacio, Villa María y Saint George, “donde más llegó a chasconearse el pituco en los años 60 y que salió a marchar en 2011, porque cuando tu historia queda en una película (“Machuca”) significa que tienes un sello, una identidad cultural que preservar”. Y los confesionales de las congregaciones “que ganaron prestigio y poder en la dictadura como los del Opus Dei (Tabancura y Los Andes) y Legionarios de Cristo (Cumbres y Everest)”.

La concentración del poder político y económico en unos pocos establecimientos lo observó el profesor de Harvard, James Robinson, autor del libro “Por qué fracasan los países”, quien calificó a los colegios privados en Chile como “instituciones informales que controlan el acceso y el ejercicio del poder político” e influyen en que la inclusión —clave en el desarrollo de un país— sea menor de lo que aparenta ser. En el lanzamiento de Espacio Público, el nuevo centro de estudios fundado por economistas de la Concertación, citó como ejemplos que de los ministros del primer gabinete de Sebastián Piñera el 86 % egresó de cuatro colegios (San Ignacio, Manquehue, Verbo Divino y Tabancura) mientras la mitad de los presidentes de las 100 empresas más grandes del país lo hizo de cinco.

“Me acuerdo de una columna en la que César Barros (quien escribe en Qué Pasa y La Tercera) se congratulaba de que por fin había asumido la presidencia un ex alumno del Verbo Divino, su colegio. Yo pensaba que esa columna describía muy bien cómo se mueve el poder, la idea asociada a que ciertos colegios forman personas que en el futuro van a ejercer el poder. Transformaba la elección presidencial en un Interescolar”.

Un tercer grupo son los colegios laicos, bilingües y mixtos, mayoritariamente escogidos por los miembros del comando de la Nueva Mayoría para educar a sus hijos. Destacan la Alianza Francesa, Grange y La Girouette. “Buscan una visión del mundo más amplia, más compleja, no quieren hijos educados con cruces en las salas de clases. Son muy caros y burbujas igual. Todo lo que está arriba (dice por el costo) va a ser una burbuja”.

La información de dónde educan los que preparan el programa de gobierno de la candidata Michelle Bachelet es relevante, a su juicio, “porque tienen un discurso sobre la educación pública, están trabajando en el diseño de políticas, entonces cabe preguntarse cuál es su conexión con esa educación pública”. La opción mayoritaria por colegios privados —sólo dos de 40 integrantes optó por liceos— “da cuenta de cuán alejada del poder está la educación pública, hasta dónde ha llegado la predación”, que atribuye a la municipalización de escuelas y liceos impulsada por Augusto Pinochet.

Los hijos de los líderes de la derecha y de la Nueva Mayoría se cruzan, según él, por un asunto demográfico: “Todo ocurre en cuatro comunas (Las Condes, Vitacura, Providencia y La Reina)”. “La segregación no tiene que ver estrictamente con lo material, sino con relaciones, formas de trato, manejo de códigos, la cercanía que unos tienen con el poder. Que con dos telefonazos o un correo puedes arreglar algo. Es el gesto que hizo Piñera cuando paraliza Central Barrancones; es algo cultural, la idea de que las cosas se arreglan así. No se lo representa como un problema”.

Agrega que no sólo es patrimonio de la Alianza por Chile. “Es algo que también se da en la Concertación y se está dando cada vez más. El punto es si hay una asimilación de esos mismos códigos como norma social. Si dentro de la Nueva Mayoría llega a suceder que el ser egresado de determinado colegio es un signo para acceder a redes es que se asimilaron los códigos. Si la Nueva Mayoría quiere representar una alternativa política y cultural en un proyecto de modernización debe evitar ser cooptada por la cartografía nacional de la elite tradicional, ser como ellos, ir o educar a sus hijos en los mismos colegios, tener las mismas costumbres”.

Otro fenómeno que se da al interior de algunos colegios —observa— es la uniformidad mental. “Cuando salieron los resultados de la PSU hace unos cinco años una promoción del Tabancura eligió dos carreras: Ingeniería Civil y Comercial en la Universidad Católica. No puede ser que a nadie de 40 o 50 alumnos le interese otra cosa, ser geólogo, científico, arquitecto. Es gente con acceso a la cultura, al conocimiento. Los intereses intelectuales reflejan la diversidad, que se ha reducido mucho a la sexualidad”.

LA CONCERTACION Y LOS LICEOS

Contardo afirma que en muchos de los líderes de la Concertación por un asunto generacional, de edad, se ha preservado la importancia de la educación pública. «Son parte de la cultura pre-golpe militar, donde existía una educación pública fortalecida a la que pertenecían. Ahí tienes a (los Presidentes) Ricardo Lagos y Michelle Bachelet y a muchos de sus ministros, en especial, de los primeros gobiernos. La Concertación sobrevive gracias al reflejo de una cultura perdida, donde la gran mayoría de los chilenos que no pertenece a una elite de privilegios puede sentirse interpretada”.

Algo que le llama la atención es cómo el discurso y la idea de liceos públicos han quedado reducidos al Instituto Nacional, Carmela Carvajal, Liceo 1 y el de Aplicación, que están en Santiago y no son mixtos. “La gente que tiene cierto poder no fue, no conoce a nadie que haya ido, los hijos de sus amigos no estudian en liceos. Su contacto con establecimientos públicos de distintas comunas y liceos técnico-profesionales es mínimo”.

Dice que en regiones la segregación es la misma. “Hay tres colegios religiosos, uno de mujeres, otro de hombres y uno mixto, uno o dos liceos tradicionales, a los que se fueron sumando otros privados más caros. El precio es garantía de calidad en provincia. Los centros de las ciudades han perdido importancia y ya no son el lugar de encuentro de los niños y jóvenes”.

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