Publicidad
Mansuy:  «Los colegios donde estudian los hijos de quienes han pensado esta reforma pueden lucrar, seleccionar y cobrar» Analista político advierte «paradoja» de la reforma educacional

Mansuy: «Los colegios donde estudian los hijos de quienes han pensado esta reforma pueden lucrar, seleccionar y cobrar»

«Este paternalismo hipócrita y desatado nos acerca a la peor versión de la izquierda, que proclama e impone a los otros una moral que no está dispuesta a practicar: la ingeniería social siempre es fácil de realizar cuando los niños son ajenos, nivelar hacia abajo nunca es complicado si los hijos son de otros. La pregunta es si acaso eso contiene algún grado de justicia», escribió en una columna publicada en La Tercera.


Que los proyectos de la reforma educacional terminen «nivelando hacia abajo» es la preocupación del cientista político y master en Filosofía Daniel Mansuy, ya que considera que el fin del lucro, de la selección y del copago no harán sino aumentar la segregación escolar si a los establecimientos subvencionados no les queda otra opción que acogerse al nuevo sistema o convertirse en un colegio particular subvencionado.

«Hay cierto tipo de establecimientos que se verán frente a la alternativa de acogerse a la nueva normativa o transformarse en particulares pagados. Es evidente que esto no puede sino radicalizar la segregación, porque separará completamente dos mundos allí donde había varios», escribió Mansuy en una columna pubicada en el diario La Tercera.

Sin embargo, además de considerar que la discusión será siempre «un poco vana» si no se enfrentan directamente los problemas de los colegios municipales, como el del estatuto y la carrera docente, considera de plano «irritante» que quienes están impulsando los cambios tengan a sus hijos en establecimientos particulares pagados a los cuales la reforma no los toca.

«Lo paradójico –o irritante, según se prefiera– es que los colegios donde estudian los hijos de quienes han pensado esta reforma pueden lucrar, seleccionar, cobrar y, por cierto, tienen plena libertad para desarrollar sus proyectos educativos. Esto implica que le estaremos prohibiendo a buena parte de nuestra clase media algo que la clase alta realiza todos los días con la mayor naturalidad», dijo.

Y enfatizó que «este paternalismo hipócrita y desatado nos acerca a la peor versión de la izquierda, que proclama e impone a los otros una moral que no está dispuesta a practicar: la ingeniería social siempre es fácil de realizar cuando los niños son ajenos, nivelar hacia abajo nunca es complicado si los hijos son de otros. La pregunta es si acaso eso contiene algún grado de justicia».

Mansuy asegura que nadie podría oponerse a lo que persigiuen los proyectos presentados por el ministro de Educación Nicolás Eyzaguirre, a su juicio muy «loables», ya que buscan terminar con la segregación e instaurar un sistema escolar más integrado. Pero advierte que «las dificultades vienen luego, cuando uno recuerda que los buenos sentimientos no bastan, ni de lejos, para hacer política pública».

En ese sentido, sostiene que «los datos disponibles no permiten establecer correlaciones concluyentes entre lucro, copago y calidad. Se nos dirá que el problema no es empírico, sino normativo, y que el modelo debe ser inclusivo más allá de la evidencia. Esto tiene su validez, pero es posible que le estemos exigiendo demasiado a la escuela: esperamos de ella que forme ciudadanos, que eduque en la excelencia, que integre, que reduzca nuestras desigualdades, que neutralice la segregación territorial y que prepare a desenvolverse en un mundo competitivo, olvidando que apenas cumple con sus objetivos mínimos».

El analista plantea al respecto que «si nuestro problema es la segregación, entonces un cambio jurídico tendrá efectos limitados, porque la segregación es espacial antes que educacional. Si nuestro problema es la educación de los niños vulnerables, entonces deberíamos preocuparnos por esa fragilidad, por el entorno familiar que la produce y por la primera infancia. El ‘efecto pares’ no hace milagros, y en todo caso será incapaz de resolver las múltiples tensiones que atraviesan nuestra sociedad. En rigor, el colegio no es la causa de nuestras dificultades, sino el lugar donde éstas se manifiestan: no hace más que reflejar cómo somos, cómo vivimos y cómo ordenamos nuestras ciudades».

Publicidad

Tendencias