Publicidad
Reforma Tributaria fisura a la Nueva Mayoría e instala fantasma de la “vieja Concertación” Forma y fondo del acuerdo firmado con la derecha prendió las alarmas

Reforma Tributaria fisura a la Nueva Mayoría e instala fantasma de la “vieja Concertación”

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
Ver Más

En un costal aparte se deben poner todas las críticas que caen sobre el ministro Arenas, de quien aseguran que “su chequera política” con la coalición “quedó vacía”. Es que se le cuestiona que el protocolo fue una operación política “poco fina”, demasiado “tosca”, que una vez más se movió “como elefante en cristalería”, que “no se han explicado bien” los contenidos del documento, que más de uno conoció minutos antes de la firma el contenido del acuerdo, que se “fraguó a espalda de las bancadas”, que se excluyó intencionalmente a la izquierda. Toda esta lista de cuestionamientos será parte del debate el lunes en La Moneda.


No es sólo la forma en que se fraguó el protocolo firmado el martes en la noche en Valparaíso para sacar adelante la Reforma Tributaria. Tampoco es únicamente el contenido de este por las concesiones que implicó, ni que los protagonistas de este “consenso” sean los mismos que lideraron todos los pactos políticos durante los gobiernos de la Concertación. La principal consecuencia que dejó en el oficialismo este acuerdo fue generar una fisura en la Nueva Mayoría: la de la desconfianza de que la fórmula se replique en la Reforma a la Educación, los cambios al binominal y la Constitución. En resumen, que el programa de gobierno prometido termine siendo más de lo mismo.

Desde el mismo martes en la noche y en forma continua hasta hoy, han llovido las explicaciones oficiales tratando precisamente de convencer que nada ha cambiado, que el corazón de la Reforma Tributaria está intacto –recaudación de 3% del PIB, eliminación del FUT, que los que tienen más paguen más–, que La Moneda no cedió, que fue la derecha la que “entendió” que los cambios eran necesarios y se sumó, que esto no es un revival de la política de los consensos, sino que un “diálogo para avanzar”.

Pero las explicaciones no han servido de mucho hasta ahora. No es un diputado aislado sino varios, en todos los partidos de la Nueva Mayoría, molestos con el acuerdo, con que no se les consultara, que se les impusiera votar la reforma sin modificaciones para asegurar que fuera despachada en los plazos que se había autofijado La Moneda y que, luego, en el Senado, sí cambiaran la cosas. No es sólo en la Cámara Baja, sino también entre los senadores oficialistas. No es sólo en el MAS y el PC que se enojaron y sienten preocupación “por cómo viene la mano ahora”, sino que es una sensación instalada en toda el ala progresista de la coalición.

En los partidos y entre los parlamentarios, ayer se reconocía que el protocolo “hizo crujir” a la Nueva Mayoría, porque apareció “el fantasma” de la Concertación, mientras otros agregan que aquí se ha producido un “choque” entre ambas corrientes y que hoy existe “preocupación desde la izquierda del oficialismo”. Explican que hay temor de que esto sea la “punta de lanza” y que en un futuro no muy lejano –advierten en el PS– “ya comencemos a hablar que no es fin al lucro en educación, sino que lo mejor es regularlo y que no se termine con la selección, sino que mejor suavizarla solamente”.

Incluso, entre quienes sí respaldan el protocolo firmado reconocen la molestia que impera en la coalición y que es efectivo que la “lógica de la refundación” fue la que quedó desplazaba después de esta semana, una que –recalcan–, guste o no, lo cierto es que jamás ha sido parte del programa de gobierno.

[cita]También se cuestiona que en esta vuelta la coalición no funcionó como tal, que el tema ni siquiera –reclaman– se analizó en los partidos, y que el lunes se planteará que no se puede seguir con este criterio de trabajo, que el grueso del conglomerado oficialista “no puede seguir enterándose por la prensa de las cosas”, porque, de seguir por ese rumbo, la disciplina de la Nueva Mayoría se debilitará rápidamente y, con justa razón, “nos tendrán que dejar en libertad de acción”.[/cita]

La desconfianza toma fuerza con las distintas señales que se han visto desde el martes en la noche, que para varios en la Nueva Mayoría son consideradas “peligrosas”, ya que alimentan sus temores: que el senador de RN Andrés Allamand salga públicamente pidiendo que el ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, “siga el ejemplo” del ministro de Hacienda, Alberto Arenas; que Ignacio Walker, el timonel DC –protagonista del protocolo del martes–, afirme que lo mejor es que este “histórico acuerdo” sea “replicado” en la Reforma Educacional.

En un costal aparte se deben poner todas las críticas que caen en estos días sobre el ministro Arenas, de quien aseguran que “su chequera política” con la coalición “quedó vacía”. Es que se le cuestiona que el protocolo fue una operación política “poco fina”, demasiado “tosca”, que una vez más se movió “como elefante en cristalería”, que “no se han explicado bien” los contenidos del documento, que más de uno conoció minutos antes de la firma el contenido del acuerdo, que se “fraguó a espalda de las bancadas”, que se excluyó intencionalmente a la izquierda. Tanto el PC como el MAS de Alejandro Navarro –que reconoció haberse enterado por la prensa– no ocultaron su molestia. El timonel comunista Guillermo Teiller llamó a Arenas para pedirle explicaciones y, en una declaración pública el miércoles, precisó que “debió existir un trato diferente”.

“Nos parece bien que se pueda llegar a acuerdos, pero cuando algunos se tratan de subir por el chorro diciendo que esto es la reedición de la política de los consensos, y que las nuevas reformas o las reformas que vienen, se tengan que discutir bajo esta lógica, a nosotros no nos parece bien. No nos parece bien el recuerdo de los brazos arriba del 2006, por lo tanto, creemos que es importante tomarse con cautela este tipo de medidas, este tipo de formas de tomar las definiciones”, sentenció ayer la diputada PC, Karol Cariola.

El enojo, la preocupación y la crítica no son exclusivos de la izquierda de la Nueva Mayoría, sino que también rondan en las filas de la DC. En la falange comentaron que los “ánimos están caldeados”, que la lectura que se hizo es que, una vez más y como ha sido histórico, el senador Andrés Zaldívar –exponente del partido del orden– “logró salirse con la suya”, se cuestiona que se cedió a la presión empresarial y que, como el acuerdo tiene demasiado olor a la política de los consensos, temen que esta “se instale de nuevo”. El histórico parlamentario ayer reivindicó lo hecho y la estrategia de los consensos, asegurando que no implica “renunciar a la mayoría”, pero que él siempre ha sido “partidario de los acuerdos, porque es lo más conveniente para un país”.

El tema se instalará de lleno en la Junta Nacional de la DC del 26 de julio y trascendió que esta semana han circulado algunos mails en el partido instando a presentar una censura en contra de algunos senadores protagonistas del protocolo, porque –recalcaron en la falange– “esta no es la misma reforma del programa”.

 Tela que cortar

El ruido interno en la Nueva Mayoría no se logrará reducir en los próximos días. Es más, será el gran tema a debatir a puertas cerradas el lunes en La Moneda, en el marco de la ronda de reuniones habituales de coordinación del oficialismo: el comité político, la cita de los timoneles de partido, los jefes de las bancadas con la Segpres, por mencionar las principales y sin descartar las bilaterales entre dirigentes y ministros que tienen lugar siempre en Palacio.

La Moneda ha tratado estos días de poner paños fríos y repetir, casi como una letanía, que el objetivo central, la recaudación de los US$ 8.200 millones está intacta, que no se cedió, que no hay una reedición de la Concertación. “Los acuerdos no deben ser evaluados por quien sale en la foto, sino por su contenido. El acuerdo suscrito en el Senado mantiene intacto el corazón de la reforma y permite financiar el programa de Gobierno (…) se aumenta la recaudación fiscal en 3 puntos del PIB, se elimina el FUT, la carga de la reforma recae sobre los que ganan más y se aumenta el impuesto a las empresas, se han establecido incentivos adicionales para el ahorro y la inversión, e instrumentos para proteger a las pymes”, dijo el ministro vocero, Álvaro Elizalde.

Sin embargo, a pesar de los intentos, lo concreto es que el diagnóstico en la coalición sobre lo sucedido esta semana es bastante crudo. Que hubo presiones muy fuertes, tanto del mundo empresarial como del borde de la Nueva Mayoría, que se expresó en el desfile de ex ministros de Hacienda de la Concertación que en el Congreso destruyeron el proyecto original. Que influyeron las últimas encuestas, en las que se constató la baja en el apoyo a las reformas emblemáticas, por el fracaso de la estrategia comunicacional del gobierno para defender su propuesta.

Consideran que La Moneda optó por el pragmatismo, quiso “terminar rápido” el tema tributario y pactó, consciente y dispuesta “a pagar el costo” de hacer crujir al ala más progresista de la Nueva Mayoría.

También se cuestiona que en esta vuelta la coalición no funcionó como tal, que el tema ni siquiera –reclaman– se analizó en los partidos, y que el lunes se planteará que no se puede seguir con este criterio de trabajo, que el grueso del conglomerado oficialista “no puede seguir enterándose por la prensa de las cosas”, porque, de seguir por ese rumbo, la disciplina de la Nueva Mayoría se debilitará rápidamente y, con justa razón, “nos tendrán que dejar en libertad de acción”.

A pesar de la “transversalidad” del protocolo y de contar con todo el apoyo de La Moneda, en la Nueva Mayoría advierten que no se ha dicho la última palabra. “Esto no se ha terminado”, afirma un senador oficialista, mientras que otro asegura que estamos ante “una historia en desarrollo”, y desde la DC agregan que tienen las esperanzas puestas en el tercer trámite constitucional en la Cámara de Diputados para aclarar las dudas que dejó el acuerdo: las facultades del Servicio de Impuestos Internos, las utilidades no distribuidas, los impuestos diferidos de esas utilidades

“Hay muchas cosas abiertas en el protocolo, sí, es cierto, se sigue logrando lo principal de la reforma, la recaudación del 3% del PIB, pero lo preocupante es que las utilidades no distribuidas puedan terminar siendo otro FUT”, afirmó un senador PS. Ello, a tono con la advertencia que hizo, apenas se firmó el acuerdo, el diputado Lorenzini, quien advirtió que “esta va ser una reformita, un poco más interesante que la que hizo (Sebastián) Piñera”, que si bien es efectivo que “se empieza a eliminar teóricamente el FUT, pero le abre boquetes por debajo de la mesa, posibilidades que un buen asesor tributario sabe utilizar”.

 Nunca tanto

En la otra vereda del oficialismo, donde sí aplauden el acuerdo, tratan de bajar el perfil a la tensión imperante, argumentando que al gobernar “siempre hay costos, por cumplir el programa y por no cumplirlo”. Se recalca que “no se ha transado nada relevante”, que el proyecto original en ningún momento “amedrentaba” a los más ricos y que el protocolo tampoco lo hace, “sólo van a pagar más”.

Se reconoce que a la Concertación con justa razón se le puede acusar de “haberlo negociado casi todo y casi por inercia”, pero se insiste en que este protocolo no es el caso, que lo único que se ha buscado es “consolidar el programa de gobierno”. Se agrega que “no se retrocedió tanto”, que “no se entregó todo”.

Algo en esa línea fue lo que planteó el otro protagonista del protocolo, el senador PPD Ricardo Lagos Weber, para defender el acuerdo. “¿Si hubo que modificar el proyecto? Sí, pero esto no fue una exigencia de alguien, porque tenemos mayoría, y cuando se dice que esto es reeditar la política de los acuerdos, es bien simplón. Hay una diferencia muy grande: cuando llegábamos a la política de los acuerdos, habían dos cosas. Primero, que no teníamos mayoría, sí en los votos, pero no en el Senado, porque ahí estaban los senadores designados. Pero había un segundo tema: que no todos en la Concertación tenían voluntad de cambio, ahora somos mayoría”.

Con visiones tan dispares, con la molestia imperante que hay en el oficialismo, no es gratuito plantear la posibilidad de que a La Moneda se le haya terminado la luna de miel política con los propios. Muchos de los críticos dicen que apoyan a la Presidenta Michelle Bachelet, que al final del día votarán igual, que no atornillarán al revés. Sin embargo, reconocen que el problema real es que demasiado rápido se instaló en muchos el amargo sabor de la “decepción política”.

Publicidad

Tendencias