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La secreta influencia del cardenal Errázuriz sobre Ezzati Purpurado pertenece al poderoso grupo que planifica la reforma de la Curia por orden del Papa

La secreta influencia del cardenal Errázuriz sobre Ezzati

Alejandra Carmona López
Por : Alejandra Carmona López Co-autora del libro “El negocio del agua. Cómo Chile se convirtió en tierra seca”. Docente de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile
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Construyeron una relación que se afianzó cuando Ezzati fue su obispo auxiliar en Santiago. Luego, el sacerdote de origen italiano se convirtió en el nombre para sucederlo en el cargo. Desde entonces, el vínculo jerárquico es estrecho y es lo que más ha pesado para que ambos mantengan cercanía y una coordinación en la estrategia de defensa por el caso Karadima.


A comienzos de este mes, una nueva muralla se levantó entre la Iglesia y las víctimas del ex párroco de El Bosque, Fernando Karadima: en el marco de una demanda presentada en contra del Arzobispado, fracasó una nueva audiencia de conciliación entre ellos.

Lo que buscan James Hamilton, Juan Carlos Cruz y José Andrés Murillo –representados por el abogado Juan Pablo Hermosilla– es que la jerarquía de la Iglesia pida perdón a todas las víctimas por su “actuar negligente” y exista una reparación por los daños.

Mientras el abogado del Arzobispado, José María Eyzaguirre, dijo que el quiebre de la negociación se produjo porque “ellos tienen su propia verdad y esa no puede ser aceptada por la Iglesia en los términos que ellos la han mencionado”, para las víctimas está claro que la resistencia de la Iglesia no está en la compensación económica sino en el corazón de la demanda: que se reconozca que sabían de los abusos muchos años antes que la investigación comenzara.

Fuentes al interior de la Iglesia aseguran que esto se debe no sólo a que el arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, cree firmemente en que las autoridades eclesiásticas hicieron lo correcto cuando comenzaron a recibir las denuncias, sino que también a la protección y la presencia que tiene aún el cardenal Francisco Javier Errázuriz en la diócesis.

 KARADIMA

Errázuriz y Ezzati viven a unas 10 cuadras de distancia, cerca de las calles Suecia y Simón Bolívar. Por eso, ha sido posible que tengan aún más cercanía en uno de los temas que cae más pesado sobre la Iglesia: el caso Karadima.

[cita] “Ezzati respeta demasiado a Errázuriz porque le debe el cargo. Lo va a proteger siempre, por eso existe una coordinación. Ezzati jamás va a reconocer que hubo desidia y lentitud en reaccionar frente a las acusaciones en contra de Karadima, porque eso significa perjudicar a Errázuriz y dejar la pelota en su cancha”, comenta una fuente de la Iglesia. [/cita]

El 3 de septiembre del año pasado, patrocinados por el abogado Juan Pablo Hermosilla, el periodista Juan Carlos Cruz, el filósofo José Andrés Murillo y el médico James Hamilton, presentaron una demanda que busca reparación económica por los abusos cometidos por el ex párroco de El Bosque y también dejar claro que la Iglesia y sus autoridades cometieron negligencias sistemáticas al momento de abordar las denuncias de agresiones sexuales de religiosos. Es por eso que la demanda puede tocar tanto a Ezzati como a Errázuriz.

Pese a que oficialmente el Arzobispado asegura que no existe una coordinación entre la defensa de Errázuriz y Ezzati, otras fuentes de la Iglesia aseguran que en este marco ambos se han reunido en más de una oportunidad en la casa del arzobispo de Santiago, a poca distancia de la residencia para obispos eméritos de la arquidiócesis de la capital, en Suecia #2028, donde vive Errázuriz.

Juan Carlos Cruz, uno de los querellantes por el caso Karadima, señala que obviamente hay “una coordinación y una defensa corporativa entre hombres que se saben muchas cosas y se saben muchos favores”.

“Ezzati respeta demasiado a Errázuriz porque le debe el cargo. Lo va a proteger siempre, por eso existe una coordinación. Ezzati jamás va a reconocer que hubo desidia y lentitud en reaccionar frente a las acusaciones en contra de Karadima, porque eso significa perjudicar a Errázuriz y dejar la pelota en su cancha”, comenta una fuente de la Iglesia. Sin embargo, la misma fuente reconoce que en la Iglesia de verdad creen que han hecho todo de forma correcta.

La relación entre Ezzati y Errázuriz molesta a algunos al interior de la institución, porque se suma a las críticas internas a la gestión de Ezzati, que ha sorprendido incluso a sus más cercanos, porque “es soberbio, no escucha a nadie, toma decisiones inconsultas. Era un pastor, nadie esperó que fuera tan autoritario como arzobispo de Santiago”.

Estas críticas también han estado presentes en momentos clave. Recibió una lluvia de ellas cuando visitó a Karadima en diciembre de 2011; entonces las denuncias ya habían sido un golpe desestabilizador que incluso repercutía en las encuestas: la aprobación a la institución había caído de un 50% en octubre de 2009 hasta un precario 37% a fines de 2010. Una cifra que no ayudó a levantar Ezzati, que fue blanco de críticas nuevamente por la demora en visitar al entonces agónico Daniel Zamudio.

Ezzati también tiene que enfrentarse a las críticas que se han levantado en su entorno por cómo ha manejado la vocería en cuanto a la reforma educacional, tema en el que han surgido claras diferencias con otros miembros del clero, por ejemplo, en cuanto a la selección.

 EL PODEROSO GRUPO DEL PAPA

La relación entre el arzobispo de Santiago y el cardenal Francisco Javier Errázuriz es antigua. El 10 de julio del año 2001, Ezzati fue nombrado obispo auxiliar de Errázuriz en Santiago; desde entonces trabaron una relación que se guía por la lealtad y respeto absoluto. “Tienen un vínculo jerárquico estrecho”, comentan en la Iglesia.

De hecho, Ezzati era el nombre que tenía el cardenal para sucederlo, lo que ocurrió el 15 de diciembre de 2010, cuando el sacerdote de origen italiano dejó en carrera a otros nombres que no despertaban consenso, como el de Juan Ignacio González, obispo Opus Dei.

Por eso –pese a que el cargo lo ostenta Ezzati– Errázuriz aparece de vez en cuando de igual forma en los medios y ha emitido declaraciones con libertad. Antes del traspaso Errázuriz-Ezzati, era común ver que el obispo saliente dejaba la diócesis para no hacerle sombra a su sucesor –salvo algunas excepciones, como los obispos Miguel Caviedes, Carlos González y Alberto Jara– y esta situación no ha sido la tónica en la nueva administración eclesiástica en Santiago.

Para quienes lo conocen de cerca, Errázuriz siente que su vigencia y el poder de intervenir le fueron concedidos desde el mismo Vaticano. Fuentes al interior de la institución comentan que el peso de Errázuriz se hizo aún más fuerte en abril del año pasado, cuando el Papa lo nombró en “el grupo de los ocho”. Se trata de una instancia fundamental, creada en el marco de los gestos considerados “revolucionarios” hechos por el Papa Francisco, y que buscará reformar la Curia. Es el primer paso relevante que apunta al corazón de la organización en la Iglesia.

“Es un cargo importante”, comentan al interior de la institución religiosa, pero que no solo lo posiciona de forma especial en el Vaticano, sino que también lo situó un par de escalones más alto en Chile. “Es un grupo muy importante que le dio más poder a Errázuriz; no es un arzobispo emérito más”.

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