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Contraloría, el sillón vacante que complica a La Moneda

Contraloría, el sillón vacante que complica a La Moneda

El próximo 9 de abril, el actual Contralor General de la República, Ramiro Mendoza, deja su cargo tras ocho años de gestión. Llama la atención que, en medio de la enorme cantidad de “siniestros administrativos” declarados o eventuales, producto de los casos Penta, Cascadas, Soquimich o Caval que se ventilan en la Justicia, tanto la auditoría interna del Gobierno como la Contraloría sean meros espectadores. Más aún, que a escasos días de que se deba nombrar al nuevo Contralor, todo sea trascendidos y el Gobierno no dé luces sobre su perfil.


Antes de los casos Penta y Caval, en La Moneda la designación del nuevo Contralor General de la República era una decisión prioritaria. Hoy es un test que el Ejecutivo parece no querer enfrentar. Una multiplicidad de candidatos, entre nombres mencionados por fuentes cercanas a La Moneda y “espontáneos” que ven en las complicaciones del poder una oportunidad para ganar a río revuelto, no ayudan a clarificar el escenario. La tesis de que primero hay que ordenar la casa para después ordenar el jardín, que predomina en el accionar del Gobierno, parece avalar la tesis de que es mejor esperar. Así el reemplazo de Mendoza podría emular lo que pasó hace 8 años, cuando la vacancia del cargo de Contralor duró casi un año, tras dejar el cargo –en julio de 2006– Gustavo Sciolla Avendaño.

La evaluación de la gestión de Ramiro Mendoza es en general positiva en el Gobierno, y las dudas vienen más bien por su estilo, con salidas de libreto como cuando señaló que «hay un montón de cosas inapropiadas o muy estúpidas en lo que está pasando en el último tiempo», al referirse al tema de las reformas que impulsa la Presidenta Bachelet. Este también ha afectado el clima interno, en donde su impopularidad ha dado paso a una ácida evaluación calificada por funcionarios como «nefasta», sobre todo por la eliminación de beneficios como el Centro de Salud, la Clínica Dental y el levantamiento de un muro que restringe los accesos en el Estadio de la Contraloría.

Entre los aspirantes al cargo, mucho antes de que entrara en la recta final el mandato de Ramiro Mendoza, saltaron a la palestra varios nombres de la vieja guardia política, entre ellos el de José Antonio Viera-Gallo, a quien su edad le resta probabilidades, pues tendría que dejar el cargo en menos de 3 años, y Soledad Alvear, quien se ve como demasiado política para ocupar el puesto.

Dentro de la institución, el nombre de la subcontralora Patricia Arriagada, con más de 41 años de servicio, parece también descartado por su edad y porque habría manifestado no querer hacerse cargo de la institución. La idea de una mujer Contralora solo tendría nombres externos como Paulina Veloso. Con fuerza dentro de la Contraloría solo aparece Julio Palavicini, quien se desempeña en la Fiscalía y fue el brazo derecho del actual Contralor.

El nombre que sonaba con más fuerza dentro del Gobierno era el de Carlos Carmona, actual presidente del Tribunal Constitucional (TC), pero se debilitó luego que la arista Soquimich del caso Penta fuera llevada a dicho Tribunal y Carmona actuara solícito para que se aceptara a tramitación una causa que estaba obviamente fuera de las competencias del TC.

La última semana se han agregado dos nombres a la lista de postulantes, el del profesor de Derecho Administrativo Luis Cordero Vega y el del actual fiscal del MOP Gonzalo Sánchez García-Huidobro, quien fuera en el pasado Auditor General de Gobierno, en la época de Ricardo Lagos.

De los nombres mencionados es evidente que el principal requisito del candidato que escoja La Moneda no será la excelencia académica sino permitir juntar los votos necesarios en el Senado para proveer el cargo. Por currículo, los nombres de más peso son el de Luis Cordero, destacado profesor de Derecho Administrativo, autor de más de 15 libros, y el de Julio Palavicini, ex jefe de gabinete de Ramiro Mendoza y actual jefe de la División Jurídica de la Contraloría.

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