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La paternidad como acto político Opinión

La paternidad como acto político

Gonzalo Leiva
Por : Gonzalo Leiva Matrón. Magíster en Administración en Salud y académico de la Escuela de Obstetricia de la U. de Santiago.
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Un niño o niña a la que criamos en el respeto por el otro y por su entorno, será un niño que no hará bullying, será un adulto al que no se le pasará por la cabeza destruir un glaciar o un bosque completo sólo para buscar el interés propio. Tenemos en nuestras manos el futuro de la sociedad, y es nuestra responsabilidad por tanto, evitar seguir perpetuando los vicios de esta


En 2012 leí una columna de Gabriela Boichuk que reflexionaba sobre la experiencia de la maternidad como acto político. Hoy, en el primer Día del Padre que vivo como tal, escribo esto para invitar también a la reflexión, al igual como hizo Gabriela, sobre lo que hoy que significa ser padre, y el potencial subversivo que implica vivirlo desde la mirada propuesta hace años por las neurociencias y la psicología, a través del respeto de la infancia, y del reconocimiento de que niños y niñas son sujetos de derecho. Algo nada de fácil en una sociedad profundamente adultocentrista.

Como cuidadores principales de nuestras hijas e hijos, junto a sus madres, nos estamos haciendo responsables de acompañarlos en su periodo más sensible, en su Edad Sagrada como señala Evania Reichert en un libro con el mismo nombre. Los bebés nacen con solo el 22% de su cerebro desarrollado, y ya a los 3 años ese 22% aumenta hasta el 60%. Lo anterior nos invita a vivir una paternidad activa, cercana y basada en el afecto y el respeto, ya que si bien los hombres no gestamos durante 9 meses, si exterogestamos y participamos del desarrollo cerebral luego del nacimiento de nuestras hijas e hijos. Creo que no tenemos suficiente consciencia de lo anterior, así lo pone de manifiesto, por ejemplo, la cuarta versión del Estudio de Maltrato Infantil que en 2012 reveló que el 71 por ciento de los niños, niñas y adolescentes recibe algún tipo de violencia por parte de su padre o madre, ya sea psicológica o física. Mientras que un 25,9 por ciento es víctimas de violencia grave, vale decir que es amenazado con cuchillos, quemaduras de cigarro y golpizas. ¿Qué estamos haciendo?.

Muchos hombres ni siquiera llegan a experimentar esta experiencia y no se comprometen con tal rol, no por nada en Chile, según el Poder Judicial, el 60% de los demandados por pensiones de alimentos no paga este derecho que les corresponde a los hijos hasta los 21 años y 28 en caso que estén estudiando. Esto impacta en la economía familiar, y por consiguiente en la situación de niñas y niños. De hecho en Chile, de acuerdo a la encuesta CASEN 2013, el 23,2% de las niñas y los niños de 0 a 3 años en nuestro país está en situación de pobreza y el 21,6% de quienes tienen entre 4 y 18 años (el valor para la población general es 7,8%). La pobreza, que en Chile ha disminuido, aún tiene cara de niño y niña, y de mujer. ¿Dónde están los hombres padres?.

Algo esta pasando con nuestros niños y niñas que ya en la adolescencia ostentan la segunda tasa de suicidio más alta del mundo. ¿Será que no estamos asumiendo los roles de cuidado que nos corresponden? ¿Será que no estamos haciéndolo como deberíamos?. Eva Reich planteaba que niños respetados son niños pacíficos y sin neurosis.

Las forma como muchas madres y muchos padres estamos comenzando a criar busca construir una sociedad basada en valores distintos a los que hoy prevalecen, y hablo de instalar como valores centrales la colaboración, la justicia, la comunidad, el pluralismo y la democracia, y erradicar los actuales que son la competencia, el individualismo, la corrupción, y la concentración de poder políticos y económico. Como dice Ana Tijoux en una canción “la pelea comienza con el nido”, si queremos una sociedad dónde esos valores prevalezcan, tenemos que preocuparnos de criar en el ejemplo de ellos, cuidar con amor, y co-criar, no ayudar a las mujeres criar, sino que criar en conjunto, la forma más simple de erradicar el machismo en estas nuevas generaciones.

Pienso en los Penta, los SQM y todos los corruptos que hoy están saliendo a la luz, y dudo de la forma como fueron criados y cuidados en su infancia, más que de su formación universitaria como han planteado algunos. Dudo, evidentemente, de cómo también fueron criados y cuidados aquellos que hoy ejercen violencia sobre la infancia. ¿Seguiremos perpetuando ese circulo vicioso?.

Creo que acompañar a nuestros hijos e hijas en sus edades preciosas y sensibles en estos tiempos es revolucionario. Michel Odent dice que para cambiar el mundo hay que cambiar la forma de nacer, con mis amigas de Nacimiento & Crianza creemos que para cambiarlo no basta con la forma de nacer, sino que hay que cambiar la forma de criar y de vivir la sexualidad, entendiendo este último concepto como algo muchísimo más amplio que el sexo propiamente dicho. Creo que entender la sexualidad como lo plantea Wilhem Reich es un buen inicio, el la describe como la capacidad humana para vivir el placer en las relaciones, el trabajo, la búsqueda de nuevos conocimientos y aprendizajes e, incluso, el disfrutar los momentos cotidianos de la vida. Los adultos de estos tiempos vivimos en una especia de estado de sumisión inconciente como plantea Casilda Rodrigañez producto de que justamente esta forma de vivir nuestra sexualidad ha sido censurada desde el minuto uno de nuestras vidas, cuando nos dijeron que era mejor estar en una cuna radiante de una unidad de neonatología que sobre el seno materno. No nos relacionamos sanamente y probablemente, como he planteado en artículos anteriores, esta sea la madrea de las crisis de la sociedad actual.

Un niño o niña a la que criamos en el respeto por el otro y por su entorno, será un niño que no hará bullying, será un adulto al que no se le pasará por la cabeza destruir un glaciar o un bosque completo sólo para buscar el interés propio. Tenemos en nuestras manos el futuro de la sociedad, y es nuestra responsabilidad por tanto, evitar seguir perpetuando los vicios de esta. Nos han hecho creer que más que el tiempo con nuestras hijas e hijos lo que importa es la calidad del tiempo, y evidentemente esa una afirmación no sólo cómoda para los adultos sino además funcional para el sistema, pero tenemos suficiente evidencia como para señalar que el tiempo que pasamos con ellos es vital, y que el que hoy estamos dedicando no es suficiente. De hecho esta es probablemente la generación que menos tiempo pasa con sus hijos, Felipe Lecannelier me dejó pegado al techo con unas cifras que presentó en un seminario sobre crianza y ma-paternidad en 2012, en Chile la madre pasa sólo 15 minutos a la semana cara a cara con su hijo compartiendo tiempo de calidad, sin estar viendo tele, sin mirar el celular y sin otras distracciones, el padre sólo 12.

Vivir una paternidad activa, y de esto también hay evidencia de sobra, impacta positivamente sobre nuestras hijas e hijos, sobre nuestras parejas, sobre nosotros mismos, y obviamente sobre la sociedad. Es como dirían los economistas un win-win, pero como acá las ganancias también se concentran, no es atractivo para el sistema.

La paternidad, así como la maternidad, tienen un potencial subversivo enorme, y en mi primer día del padre sólo busco con estas líneas invitar a otros experimentar esta revolución que llevo experimentando hace poco más de 6 meses. Hagámonos realmente cargo de lo trascedente, y en esa línea no se me ocurre algo más importante que el ejercicio de criar a nuestras hijas e hijos.

Gonzalo Leiva Rojas

Matrón
Magister en Administración en Salud
Profesor Asistente U. de Santiago – UDP.

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