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Más de 400 académicos piden una nueva institucionalidad para la investigación en Chile

Más de 400 académicos piden una nueva institucionalidad para la investigación en Chile

Nuestro diagnóstico no se refiere sólo a la institucionalidad de CONICYT y de otros organismos que otorgan fondos para la investigación, sino que parte de la consideración global de la situación crítica en que se encuentra el sistema educativo chileno. Esta situación se relaciona con el fracaso social del diseño neoliberal de producción y circulación de conocimientos e ideas en nuestro país.


Un colectivo amplio de académicas y académicos en arte y humanidades elaboraron una carta pública en la que fijan su posición frente a las discusiones en torno a la nueva institucionalidad que se creará para la ciencias en Chile.

La carta, que cuenta con más de 400 firmantes de universidades chilenas y extranjeras, señala:

«Los investigadores en artes y humanidades, abajo firmantes, nos dirigimos al gobierno y al país para exigir una participación vinculante en el diseño de una nueva ley y un nuevo Ministerio de Ciencia y Tecnología. Estamos dispuestos a trabajar en conjunto con el gobierno y otros actores, para generar una política pública que contribuya al desarrollo de las artes y humanidades, al fortalecimiento de sus comunidades de investigadores y a la valoración de los aportes intelectuales, críticos y patrimoniales que desde nuestras áreas hacemos al crecimiento del país.

Las políticas actuales de apoyo a la investigación académica deben ser reformuladas tomando en cuenta el rol central que tienen las artes y humanidades junto con la ciencia y la tecnología, y no subordinadas a ellas. La institucionalidad vigente impone mecánicamente los métodos, paradigmas y formas de validación científicas a las artes y las humanidades, restringiendo su desarrollo específico y su impacto social y cultural.

Pensamos que una nueva institucionalidad para la investigación en Chile no puede ser creada a espaldas de sus protagonistas. Nosotros, como investigadores en arte y humanidades, somos actores relevantes de la comunidad productiva y conocemos mejor que nadie los aspectos positivos y negativos del actual diseño. Es por eso que nos hemos organizado para aportar al diseño de la próxima Ley de Ciencia y Tecnología y, más allá de eso, a participar en una reflexión sobre todas aquellas comunidades e instituciones que incidan en la producción y evaluación de nuestras investigaciones, sean ellos FONDECYT, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA), Becas Chile o la Comisión Nacional de Acreditación.

Aspiramos a una política de investigación que impulse el desarrollo de las disciplinas artísticas y humanistas en las universidades y el despliegue de su saber, sus prácticas y enseñanzas. Asimismo, una buena política debe apoyar diversas áreas de estudio e incentivar el diálogo con la investigación académica extranjera y, al mismo tiempo, su vinculación creativa con la sociedad y las producciones culturales locales.

Si bien reconocemos la importancia y crecimiento que ha tenido CONICYT en el apoyo a la investigación, la formación de investigadores y la apertura de nuevos programas ─lo cual ha significado una inyección importante de recursos económicos en los últimos años─, observamos con preocupación que este desarrollo no se ha acompañado de una transformación real de su estructura administrativa y su articulación con la esfera política.

Se precisa una nueva institución que fomente el trabajo de investigación en regiones (descentralización); la asociatividad de las disciplinas (interdisciplinariedad); el reordenamiento de los diversos grupos de estudios acorde con los desarrollos y especificidades disciplinarias actuales (junto con la urgente necesidad de relevar la investigación en las artes); el reconocimiento de las particularidades de las distintas áreas del conocimiento al momento de establecer criterios evaluativos; la libre postulación a los fondos, sin la obligatoriedad de una filiación institucional; la investigación colaborativa y no sólo la competencia entre los investigadores; la creación de equipos de trabajo que promuevan una justa inclusión de los estudiantes de pre y postgrado; la construcción de una carrera investigativa con continuidad.

Nuestro diagnóstico no se refiere sólo a la institucionalidad de CONICYT y de otros organismos que otorgan fondos para la investigación, sino que parte de la consideración global de la situación crítica en que se encuentra el sistema educativo chileno. Esta situación se relaciona con el fracaso social del diseño neoliberal de producción y circulación de conocimientos e ideas en nuestro país. No podemos limitar nuestro proyecto educativo a la meta de formar personas económicamente productivas, sino que debemos ampliar el horizonte más allá del restrictivo concepto de «capital humano» y proponer nuevas formas de desarrollo social.

Los investigadores de artes y humanidades estamos organizados. Exigimos y a la vez nos comprometemos a tener una participación activa en el diseño de una institucionalidad que considere la validez e importancia de nuestras disciplinas y prácticas, pilares fundamentales de toda sociedad que se quiera llamar democrática: desarrollan el pensamiento crítico para perfeccionar las instituciones en que vivimos; dan modelos afectivos y éticos para entender a los demás ciudadanos; proponen marcos narrativos para articular la noción de lo común y lo colectivo; son formas estéticas que vinculan el pasado y el presente y ensayan nuevas formas de relaciones sociales».

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