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Carlos Peña: «Esto le hará más mal que bien a la Presidenta»

Carlos Peña: «Esto le hará más mal que bien a la Presidenta»

Según el rector de la UDP, la querella presentada por la Mandataria contra revista Qué Pasa «contribuirá a estropear más todavía su popularidad».


«La cuestión ética se convierte en un buen pretexto para controlar a los medios: un lobo con piel de oveja», advirtió el rector Universidad Diego Portales, Carlos Peña, al referirse a la querella presentada por la Presidenta Michelle Bachelet contra revista Qué Pasa.

En entrevista con El Mercurio, el profesor de Derecho Civil de la Universidad de Chile aseguró que «desde el punto de vista jurídico, cualquier persona es capaz de distinguir entre el acto de proferir las declaraciones respecto de la Presidenta (ejecutado por J. Díaz) y el acto, distinto, de publicarlas (ejecutado por la revista Qué Pasa). Es evidente que el acto de publicar una declaración no es equivalente a adherir a su contenido».

«Por eso sorprende que la publicación de Qué Pasa sea materia de una querella. Algo así -un Presidente acusando a un medio de injuriarlo o calumniarlo- no se veía desde la época de la dictadura», recalcó el columnista.

«¿Acaso los medios deberán ahora cerciorarse de la verdad de todas las declaraciones antes de publicarlas para evitar ser objeto de querellas?, ¿acaso cometieron también delito los medios que publicaron o editaron las declaraciones relativas a Longueira o a Ominami? Evidentemente no. Ni en el caso de la Presidenta, ni en los otros casos, ha habido delito, salvo que se pruebe que hubo dolo, una intención directa y maliciosa de mentir. Pero atendido el contexto, es obvio que en este caso hubo intención (bien o mal ejecutada, ese es otro problema) de dar a conocer información que se juzgó de interés público. ¿O de verdad alguien piensa que los medios no debieron publicar las filtraciones de casos, como Caval o SQM, que han mantenido en vilo a la opinión pública en los últimos meses?», prosiguió Peña.

A juicio de la autoridad académica, «la querella presentada por la Presidenta, desde el punto de vista político ahora, le hará más mal que bien y contribuirá a estropear más todavía su popularidad. La gente sabe espontáneamente que el daño que le ha causado el caso Caval no es culpa de las insidias de la prensa, ni de los excesos de los periodistas, ni de una conspiración. ¿Será necesario repetir quiénes son los involucrados en ese caso y la razón de por qué ha terminado salpicando a la Presidenta? La querella aparece como una medida efectista que no le hará bien ni a ella ni al periodismo. La Presidenta debe comprender que su alto cargo, en vez de conferirle inmunidades frente a la opinión pública, le impone servidumbres y confiar en que el juicio de los hechos pondrá las cosas en su lugar, en vez de agitar todo esto ante los tribunales pretendiendo dar lecciones a la prensa».

Consultado por el hecho de que la Presidenta presentó la querella en su calidad de ciudadana, Peña arremetió: «Es absurdo, posee un valor puramente retórico y carece de relevancia jurídica, decir que la querella se presenta como ciudadana: las declaraciones que publicó la revista fueron en carácter de presidenta, si no no habrían provocado el revuelo que provocan o la irritación que causaron y en ese carácter deben ser analizadas. La pregunta es: ¿una sociedad democrática debe tolerar o no que la prensa divulgue información, aunque finalmente resulte errónea, acerca de quien ejerce el máximo poder del Estado? El derecho de las sociedades democráticas responde que sí, salvo que esa información haya sido dolosamente falsa, algo que no puede decirse que haya hecho la revista, puesto que una cosa es proferir una expresión y otra publicarla siguiendo las reglas habituales y la urgencia del oficio».

«Es probable que esta reacción desmesurada de la Presidenta dañe el entorno en que se desenvuelve el oficio. Los editores y periodistas se verán tentados -pero estoy seguro de que no lo harán- de pensarlo dos o tres veces antes de publicar información relativa a autoridades públicas. De ocurrir eso se habrá dañado la libertad de prensa que, como todas las libertades, está para ejecutar actos que incomodan al poder. Una sociedad abierta cuida la libertad de prensa, incluso para cometer errores, como hueso santo, porque esa es la única forma de hacer el escrutinio y controlar los actos de la autoridad pública», concluyó.

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