Publicidad
Déficit político de Guillier enciende alarmas en la Nueva Mayoría Hay preocupación por imagen agobiada del candidato y su continuidad

Déficit político de Guillier enciende alarmas en la Nueva Mayoría

Publicidad
Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
Ver Más

El ‘liderazgo ciudadano’, que deja a las colectividades en un evidente segundo plano, es una estrategia que no es ajena a la coalición, porque es muy similar a lo que aplicó Michelle Bachelet durante su campaña de regreso a la Presidencia el 2013. El problema para Guillier –reconocen en la Nueva Mayoría– es que él no es Bachelet y, por ende, en las colectividades hay mayores grados de resistencia para entregar, nuevamente, un cheque en blanco a un liderazgo basado más que nada en el carisma y no en las habilidades para ejercer una conducción política real.


El lunes en la mañana durante una actividad para fomentar la recolección de firmas a su candidatura, Alejandro Guillier protagonizó un tenso episodio con una periodista, que ha sido comentado a todo nivel en las filas del oficialismo, porque no se trata solo de una mera salida de libreto o un error, sino que para un sector no menor de la Nueva Mayoría es el reflejo fiel del complejo momento que vive el abanderado del PS, PPD, PC y PR. Es que hace días que hay bastante preocupación entre sus propios aliados, que lo observan agobiado, incómodo, errático y sin dar con el tono preciso para llevar, de buena manera y de la mano, su rol de abanderado con el liderazgo político que ineludiblemente va unido a ese papel.

El domingo en el programa de TVN “El sillón de Pedro”, el candidato presidencial lanzó una frase que caló hondo en la Nueva Mayoría: “No es mi tarea estar alineando a los partidos, para eso tienen a sus presidentes y tendrán que ponerse de acuerdo. Lo que yo ando haciendo es otra cosa, ellos tienen que resolver sus problemas (…) ellos sabrán lo que hacen. Lo que no me pueden pedir es que yo les vaya a arreglar el asunto, porque ellos son los políticos, yo no».

Precisamente, por esa declaración, al día siguiente durante una actividad en la afueras del Partido Radical y del PS, una periodista le preguntó al abanderado si había “abdicado a liderar los partidos”, a lo que Guillier acusó –perdiendo su ponderación habitual– un juicio de valor, una opinión, que “si siguen editorializando y dando intenciones a lo que uno dice, distorsionan y afectan el derecho de los ciudadanos a estar bien informados. Eso era clase de ética fundamental en las escuelas de periodismo”.

En el Congreso, en las filas de la Nueva Mayoría, hay preocupación, dicen que ven a su candidato cansado, ojeroso, superado por los problemas políticos en la coalición, agobiado, que no observan en él la “actitud” de un aspirante presidencial de tomo y lomo. “No encuentra la línea, está muy presionado por los partidos, no ha dado con el tono adecuado para fijar su relación con los partidos, hay una tensión no resuelta ahí”, explicó un diputado socialista.

Esto ha instalado ciertas cuotas de nerviosismo en las huestes oficialistas –las que incluso han llegado hasta La Moneda–, puntualmente por el temor que hay en estos días a que el candidato decida tirar la toalla antes de agosto y no llegue hasta el final de la carrera presidencial. Más de un parlamentario ha hecho llegar esas dudas al entorno de Guillier, con la intención –dijeron– de despejar la posibilidad de que el bloque PS-PPD-PR-PC se quede sin abanderado a mitad del camino.

Ese miedo ha sido alimentado, reconocen a nivel parlamentario, por la tendencia a la baja en las encuestas –al menos 8 puntos en tres meses– que ha afectado a Guillier sistemáticamente desde enero a la fecha, la lentitud en el proceso de recolección de firmas para inscribir legalmente su candidatura para noviembre y los problemas para conformar un comando de campaña de peso, que subsane su evidente debilidad de no tener un equipo de trabajo que sustente su despliegue electoral.  No hay que olvidar que se tuvo que postergar desde el domingo 4 de junio hasta el día 11 el lanzamiento oficial del comando guillierista, porque han existido problemas para cuajar al equipo, definir sus integrantes, los representantes de los partidos y sus roles, como también ha habido demoras para fijar las rutas programáticas concretas que sostendrán la campaña. 

Los permanentes giros de opinión de Guillier en diversos temas, están imprimiendo un sello errático a su candidatura, que no solo genera ruido interno en la Nueva Mayoría por la falta de identidad política que tiene su campaña hasta ahora, sino que también ahondan esa sensación que recorre al oficialismo, en cuanto a notarlo incómodo en el papel de abanderado.

Guillier trata por todos los medios de tomar distancia de los partidos que sustentan su candidatura y más aún de todos aquellos que, a su juicio y de sus cercanos, representan a la llamada «vieja política». Por eso saca frases complicadas, como que no es político, a pesar de ser un senador y candidato presidencial. Por eso, confirmaron desde su entorno, las últimas semanas –tras el episodio de las inversiones en SQM– ha tratado de evitar aparecer junto al timonel del PS, Álvaro Elizalde, en las imágenes públicas y se optó por no invitar a ninguno de los parlamentarios tradicionales de los partidos, salvo los rostros más jóvenes, a que lo acompañaran de público al programa de TVN, lo que generó molestia y reclamos.

Una suerte de liderazgo ciudadano que deja a las colectividades en un evidente segundo plano, una estrategia que no es ajena a la coalición, porque es muy similar a lo que aplicó Michelle Bachelet durante su campaña de regreso a la Presidencia el 2013.  El problema para Guillier –reconocen en la Nueva Mayoría– es que él no es Bachelet y, por ende, en las colectividades hay mayores grados de resistencia para entregar, nuevamente, un cheque en blanco a un liderazgo basado más que nada en el carisma y no en las habilidades para ejercer una conducción política real.

“La diferencia es que Bachelet tenía un resultado predecible de triunfo y un liderazgo mayor, eso hacía que existiera una mejor disposición desde los partidos a perder soberanía, pero no es el caso de Guillier”, apuntaron en el PS.

En la Nueva Mayoría agregaron que es evidente el choque que tiene Guillier entre su liderazgo más de corte social-ciudadano y su rol de abanderado presidencial, que es indiscutidamente político, que no ha logrado reconciliar ambos papeles y genera un hálito de incoherencia que genera muecas de descontento en la propia coalición.

Un talón de Aquiles que le pesa al candidato, ya que a su insistencia en ejercer un liderazgo “ciudadano” distante de los partidos, se suma la ausencia de una figura política fuerte en su equipo más estrecho que ordene y fije una línea de acción para todos. “Es un desorden, es problema tras problema, error tras error”, cuestionó un parlamentario oficialista.

La debilidad del liderazgo político de Guillier no es un tema menor, está complicando las cosas al interior de la Nueva Mayoría, alimenta las dudas, no logra convencer y eso atenta contra los grados de compromiso y mística que requiere cualquier abanderado presidencial por parte de las colectividades que lo respaldan. No es gratuito que en ese punto se plantee que su candidatura puede ser afectada por el mismo problema que tuvo la de Eduardo Frei Ruiz-Tagle el año 2009: falta de convencimiento, lealtad y motivación, ante una eventual derrota, para empujar un carro que está cuesta arriba, ya que la primera opción de triunfo la tiene hasta ahora la carta de la derecha, Sebastián Piñera, igual que hace siete años.

[cita tipo=»destaque»]Según el guillierismo, todos los cuestionamientos a la falta de liderazgo de su candidato pasan por el interés de la DC de lograr un acuerdo en materia de gobernadores regionales, que les permita empalmar con una negociación parlamentaria para una sola lista de candidatos y no se los margine. “Hubo mucha mala intención en las críticas a su falta de liderazgo, porque no se le puede pedir a Guillier que sea él quien ordene este marasmo de coalición dividida”, explicó uno de sus colaboradores.[/cita]

Si bien la mayoría opta por la reserva y esquiva la posibilidad de expresar sus cuestionamientos públicamente, ya han surgido declaraciones que apuntan a la demora del candidato en asumir su rol en toda su magnitud. El senador PS, Carlos Montes, reconocido laguista, dijo –en Radio Cooperativa el martes 23- que el “liderazgo es algo que se va construyendo en el tiempo… puede serlo, puede ir siéndolo. Eso se va construyendo, yo no creo que hoy día sea el líder, a medida que se va ordenando el trabajo, él va a asumiendo su propio rol como conductor (…) el problema no son solo las firmas, estas tienen que ir ligadas a un contenido”.

En este escenario revuelto, Guillier optó estos días por jugarse una carta conflictiva, el intentar diferenciarse públicamente de sus contrincantes, pero no de Piñera y la derecha, sino de sus competidoras de la misma vereda: la abanderada DC Carolina Goic y su par del Frente Amplio, Beatriz Sánchez.

«Carolina Goic se dejó conducir por gente de su propio partido y creyó en eso de la línea propia que ya fracasó en los años 60, cuando era un partido mucho más grande (…). Se metieron en un zapato chino y ahora no saben qué hacer «, afirmó Guillier. Luego siguió con Sánchez, opción sobre la que precisó que “lo que estamos eligiendo es Presidente de la República, entonces las buenas ideas, las buenas intenciones, fantástico… pero si no tiene senadores, diputados, equipos técnicos, eso puede terminan en un desastre”.

Goic apuntó precisamente en su punto más débil, la ambigüedad de su liderazgo, y le respondió que «es distinto vestirse de un traje y otro día de otro, un día el candidato de los partidos y, otro, independiente. Creo que todos los chilenos, nuestros electores, merecen saber con claridad quiénes somos (…). Voy a seguir trabajando en una sola línea, planteando ideas concretas para implementar en el próximo Gobierno, quien quiera pelear, que pelee solo. Cuando se acaban las ideas, vienen las descalificaciones y esa es una forma que no comparto de hacer política”.

Más allá de este fuego cruzado, en la Nueva Mayoría el balance de lo sucedido en estos días es negativo y, más aún, consideran preocupante cometer el error de “pegarles” a Sánchez y a los aliados históricos del eje progresista, como es la DC, pensando en un escenario de segunda vuelta, donde –reconocen– será indispensable para Guillier, de pasar al balotaje, construir puentes y apoyos para competir ante la derecha.

Fuego amigo

Pero el guillierismo tiene otra lectura totalmente distinta del escenario. Defienden el estilo “más independiente” del abanderado y atribuyen los intentos por sacar a su candidato “al pizarrón”, como parte de una campaña sucia de la DC, que ha tratado de poner el foco en los “supuestos problemas de liderazgo” que padece su carta presidencial.

El problema que hubo esta semana con el proyecto de ley que establece la elección directa de intendentes dejó en evidencia las tensiones que provoca, en la Nueva Mayoría, verse enfrentada a la realidad de tener dos abanderados presidenciales.

La elección de los gobernadores regionales fue siempre un eje del discurso de Guillier como senador, siempre defendió el proyecto y la importancia de que dicha elección directa se implementara a partir de este año, como emblema de la descentralización del país. Más de una vez dijo que, aunque se quedara solo, votaría por el proyecto, pero ahora tuvo que morigerar sus palabras, asumiendo que la idea puede quedar postergada para el 2018: “Si no se logra ahora, será la primera medida que vamos a adoptar el próximo año con el nuevo Gobierno».

Según el guillierismo, todos los cuestionamientos a la falta de liderazgo de su candidato pasan por el interés de la DC de lograr un acuerdo en materia de gobernadores regionales, que les permita empalmar con una negociación parlamentaria para una sola lista de candidatos y no se los margine. “Hubo mucha mala intención en las críticas a su falta de liderazgo, porque no se le puede pedir a Guillier que sea él quien ordene este marasmo de coalición dividida”, explicó uno de sus colaboradores.

Si bien algunos cercanos al senador por Antofagasta reconocen “haber escuchado marginalmente” la preocupación de que hay sectores de la Nueva Mayoría que ven agobiado e incómodo al candidato, también atribuyen esa sensación al fuego amigo e insisten en que este jamás ha tenido dudas de llegar hasta el final de la carrera por La Moneda. Y recalcaron que su candidatura goza de buena salud y que comenzará una nueva etapa de despliegue. “Tiene confianza en que tendrá un buen resultado, la gente es afectuosa con él, no toma muy en serio las encuestas, prefiere la temperatura que le da la calle”, puntualizaron en su equipo.   

La falta de autocrítica del círculo de Guillier es un elemento que no solo molesta en la Nueva Mayoría, sino que también preocupa, porque lo consideran –dirigentes y parlamentarios– uno de los factores que llevan al candidato a cometer errores permanentemente. Uno de los pocos que sí deja espacio para asumir cuotas de errores en su abanderado, es el diputado Pepe Auth, uno de los primeros en impulsar la candidatura del senador: “Es obvio que los candidatos tienen su propia responsabilidad (…) yo creo que él no terminó o no ha terminado aún de empoderarse, de construir fuerza propia. Mi crítica derechamente es justamente no haber construido fuerza propia, a medias por inexperiencia, a medias por falta de conocimiento”, sentenció este miércoles 24 en Radio Zero.

Pero Auth también puso el acento en que hay una suerte de clima de boicot de la elite política del oficialismo a la candidatura de Guillier. “Si bien es cierto las cuatro manzanas no son capaces de inventar un candidato y de imponérselo a la sociedad, sí son capaces de boicotear a un candidato y evitar que despliegue toda su potencialidad”.

Cierto o no, en esas cuatro manzanas de que habla Auth muchos guardan silencio, aunque se confiesan poco convencidos con las habilidades del aspirante a la Presidencia. En La Moneda abundan las muecas, pero reconocen que el Gobierno quedó en una situación muy compleja con este escenario de dos candidatos, tiene que “caminar sobre huevos” todos los días, medir cada gesto, cada señal, para evitar que cualquier paso o detalle sea malinterpretado por alguna de las dos candidaturas.  

Así se ha optado por la estrategia del equilibrio máximo, para no herir susceptibilidades y por eso fue que, después de un comité político extraordinario el martes 23 en la mañana, que se prolongó por más de tres horas, La Moneda optó por dejar en manos de los partidos la responsabilidad de lograr un acuerdo político a nivel parlamentario sobre el proyecto de gobernadores regionales y respaldar lo que ellos decidan.

En reserva, las autoridades de Palacio reconocían que eso se debió puntualmente al escenario de dos candidaturas, que vino a agudizar los problemas y discrepancias que desde el año pasado han existido en la Nueva Mayoría, entre diputados y senadores, sobre la elección directa de intendentes, sus inhabilidades y sus atribuciones. Por más que el Ejecutivo ha insistido en que era partidario de que dicha modificación fuera efectiva a partir de noviembre de este año, se entendió que eso podía ser visto como un espaldarazo a la posición de Goic, que estaba alineada públicamente con La Moneda en este tema y emplazando a Guillier por la falta de liderazgo para ordenar las huestes de sus cuatro partidos.

 “La Moneda está a contrapelo tratando de evitar la dispersión, no podemos equivocarnos en ningún detalle, hay dos fuerzas que cada vez tienden a distanciarse más y nosotros estamos tratando de llevarlos a un punto de unidad”, explicó una autoridad palaciega.

En La Moneda se está tratando de mantener contacto directo tanto con Goic como con Guillier, precisamente para que no escale el clima de enfrentamiento en el oficialismo, pero también tienen dudas de que se logre mantener por mucho tiempo este precario equilibrio.

Publicidad

Tendencias