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Remociones y renuncias: el terremoto que espera la Iglesia chilena después de la ‘carta-bomba’ del Papa Francisco Salida de nuncio apostólico Ivo Scapolo sería cosa de días

Remociones y renuncias: el terremoto que espera la Iglesia chilena después de la ‘carta-bomba’ del Papa Francisco

Alejandra Carmona López
Por : Alejandra Carmona López Co-autora del libro “El negocio del agua. Cómo Chile se convirtió en tierra seca”. Docente de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile
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La misiva enviada por Jorge Bergoglio ha significado una bomba en el centro de la Conferencia Episcopal. Al interior de la Iglesia se espera que en los próximos días dejen sus cargos el nuncio apostólico Ivo Scapolo y el círculo formado por Karadima: los obispos Tomislav Koljatic, Horacio Valenzuela, Andrés Arteaga y el propio Juan Barros. Las esquirlas también deberían alcanzar a Ricardo Ezzati y Francisco Javier Errázuriz, cuestionados duramente en el informe elaborado por el obispo de Malta, Charles Scicluna.


Había temas relevantes en la agenda de los obispos reunidos en la 115ª asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal de Chile (CECH), en Punta de Tralca. Por ejemplo, en la cita que termina hoy, estaban en tabla las clases de Religión en los colegios; sin embargo, todo quedó suspendido. Es que, desde que el día miércoles Santiago Silva Retamales, presidente de la CECH, leyera la carta a los obispos, en los pasillos no se habla de otra cosa.

La misiva de Jorge Bergoglio, donde pidió perdón después de conocer el informe elaborado por el obispo de Malta, Charles Scicluna, generó un terremoto. Pese a la diplomacia del escrito, el mensaje fue súper claro: salvo dos precedentes –con la iglesia de Irlanda, bajo el mandato de Benedicto XVI, y con la Iglesia de EE.UU, con la administración de Juan Pablo II– jamás un Papa ha mandado a llamar a los obispos de un país para confrontarlos en bloque. Pero en esta ocasión, además de aceptar que había incurrido en “graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente por falta de información veraz y equilibrada”, el Papa deslizó la invitación y se reunirá con todos los obispos en Roma.

Al interior de la Iglesia católica esperan un gran sismo en los cimientos del clero, porque después de la visita del Papa, todo ha estado lleno de simbolismos que hablan de su malestar con una institución que no solo se ha alejado de sus fieles, sino que ha caído en sus cifras de confianza y siempre ha creído más a los victimarios que a las víctimas de abusos.

Uno de los primeros gestos del poder de los fieles por sobre la jerarquía católica, en este remezón que pretende generar el Papa Francisco, es que, después de la ‘carta-bomba’, Bergoglio recibirá en Roma antes a los denunciantes que a los obispos. Ya les envió una invitación a Juan Andrés Murillo, James Hamilton y Juan Carlos Cruz, víctimas de Fernando Karadima y se debiera reunir con ellos en las próximas semanas, antes de que la Conferencia Episcopal viaje en pleno en la tercera semana de mayo.

[cita tipo=»destaque»]El cardenal Francisco Javier Errázuriz forma parte del selecto grupo de 9 purpurados que asesoran al Papa desde 2013 en la reforma de la Curia Romana. “Si él quiere hacer un cambio profundo también es probable que saque a Errázuriz de ese cargo”, señala una fuente de la iglesia. Sobre todo, porque también ha sido uno de los responsables de la información que ha recibido Francisco sobre la situación de los abusos sexuales en Chile y en especial de la situación del obispo Barros. “El obispo de Malta fue particularmente crítico del rol de Ezzati y Errázuriz”, afirman.[/cita]

Junto con las reuniones del Papa y las víctimas de abusos –entre los que también estarían los laicos de Osorno que han pedido la salida del obispo Juan Barros desde que asumió–, al interior de la Iglesia se esperan dos remociones importantes.

La primera se produciría en la primera semana de mayo y caería sobre el nuncio apostólico Ivo Scapolo, una figura controvertida por la cercanía que ha tenido con los grupos que se encuentran en las antípodas de Bergoglio. Es considerado un hombre cercano a Angelo Sodano, el oscuro nuncio que tuvo Chile en dictadura y que siempre fue considerado cercano a Pinochet. En el círculo próximo a Scapolo están el obispo de Opus Dei por San Bernardo, Ignacio González, e ilustres familias ligadas a los Legionarios de Cristo, como los Matte o los Edwards.

La salida de Scapolo –coinciden varias fuentes al interior de la Iglesia– es solo cosa de días, porque es una de las figuras más cuestionadas al momento de ponderarse la calidad de la información que recibió el Papa respecto a los abusos sexuales cometidos por sacerdotes en Chile y que incluso lo llevó a hacer un gran papelón en su viaje a nuestro país, cuando a punto de abandonar el territorio dijo, al referirse a Barros: “No hay una sola prueba en contra, todo es calumnia», en referencia a la protección del obispo de Osorno con el párroco de El Bosque.

También sería cosa de días que el gran terremoto generado de la mano Bergoglio también alcance al círculo de Karadima. Fuentes al interior de la Iglesia esperan que se confirme la remoción de los obispos Tomislav Koljatic, Horacio Valenzuela, Andrés Arteaga y el propio Juan Barros. Todos formados por Karadima y que fueron leales a él. Incluso, enviaron cartas al Vaticano para exculparlo cuando las víctimas peregrinaban contando la bestial repercusión del abuso en sus vidas.

Un golpe a Errázuriz y Ezzati 

Al interior de la Iglesia católica hay otra coincidencia: también sería cuestión de tiempo la salida de Ricardo Ezzati del arzobispado de Santiago. Pese a que el religioso ya cumplió 75 años y podría haber dejado su puesto hace bastante tiempo –si solo bastara el límite de edad–, los cuestionamientos centrales del informe redactado por Scicluna caen directamente sobre las figuras de Ezzati y Francisco Javier Errázuriz.

Si el Papa quiere dar una señal potente, para nadie es un misterio que, después del nuncio, Barros y el círculo de obispos de Karadima, así como Ezzati, deberían dejar su cargo y no bajo el eufemismo de que «ya debía retirarse». “Debería tratarse de un alejamiento que dejara claras sus faltas”, sentencia una fuente de la Iglesia.

Aunque es un asunto que correrá por un carril distinto, otra de las acciones esperadas es lo que decida el Papa en relación con Francisco Javier Errázuriz. Su poder ha sido importante no solo en Chile, donde ha generado un círculo de poder con el cardenal Ezzati que ha “sido nefasto” para la Iglesia, comentan en la institución.

El cardenal Francisco Javier Errázuriz forma parte del selecto grupo de 9 purpurados que asesoran al Papa desde 2013 en la reforma de la Curia Romana. “Si él quiere hacer un cambio profundo también es probable que saque a Errázuriz de ese cargo”, afirma una fuente de la Iglesia. Sobre todo, porque también ha sido uno de los responsables de la información que ha recibido Francisco sobre la situación de los abusos sexuales en Chile y en especial de la situación del obispo Barros. “El obispo de Malta fue particularmente crítico del rol de Ezzati y Errázuriz”, afirman.

El único problema real, en caso de que Ezzati cese en sus funciones, es quién podría reemplazarlo. La Iglesia está en sequía de líderes respetados y limpios de denuncias que no torpedeen la cercanía de la jerarquía con los fieles.

A pesar del terremoto que le espera a la Iglesia, muchos comentan que es un movimiento sin el cual no es posible la renovación. Por eso, desde que el martes pasado, casi al finalizar el día, Santiago Silva recibiera el correo del Papa desde Roma, para muchos quedó claro que es inevitable que se comience a escribir una nueva etapa en la historia de la Iglesia católica chilena.

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